Cuatro obreros trabajaban en la rehabilitación de un muelle donde permanece acoderado el icónico buque Henry Morgan, al pie del malecón Simón Bolívar, en el río Guayas. Allí, la embarcación ha quedado sin zarpar desde el inicio de la pandemia de COVID-19, con excepción de cinco días en enero pasado.

El barco icónico de Guayaquil, el Morgan, lleva paralizadas sus navegaciones por dos años y cinco meses. Apenas tuvo esos días de inicios de año para realizar paseos, en medio de la reactivación de actividades en enero pasado, pero volvió al muelle situado cerca del Yacht Club, en la calle Sucre.

Allí sigue, mientras pasa el tiempo, y su dueño espera encontrar una salida para volver a surcar las aguas del Guayas, pero también baraja la opción de continuar haciéndolo en otro puerto local o extranjero.

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Sus paseos a lo largo del afluente, entre el centro y el sur de la urbe, ahora apenas se guardan en recuerdos que añoran decenas de ciudadanos locales y extranjeros que pasearon en la cubierta del barco.

Ahora, alejado del río, Claudio Llanas, propietario del barco, añora con cariño el que jóvenes que iban de pequeños se tomaban con el timón y luego de varios años asistían siendo adultos, así como mujeres que recuerdan que allí sellaron compromisos de amor con sus parejas.

Desde sus inicios en las fiestas octubrinas del 2003, que tuvieron la presencia del entonces alcalde Jaime Nebot, en el bergantín goleta se dio toda clase de eventos: hubo fiestas, lanzamiento de cenizas al río con el toque de mariachis, matrimonios, lanzamiento de discos musicales y una inédita presentación de una banda de jazz que se acomodó en la proa hacia los espectadores que se ubicaron en el antiguo MAAC, según recordó Llanas.

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Incluso el buque a vela salió en una publicidad promocional de la campaña de turismo All you need is Ecuador, que se difundió en el Super Bowl, conocido en español como el Supertazón.

El 14 de marzo del 2020, el argentino Llanas dijo que le llegó un mensaje de WhatsApp diciendo que desde ese día no podría operar por los temas sanitarios de la pandemia de COVID-19. El mundo se paralizaba en ese entonces. Pensó que eso se extendería por un mes, pero sus actividades siguen interrumpidas hasta la actualidad.

En diciembre del año pasado, Llanas obtuvo el permiso correspondiente de navegación en la Armada y pudo operar cinco días en enero pasado. En esos días su traslado se mantuvo, según lo dispuesto por la autoridad marítima, entre la sede de la Empresa Eléctrica, en el barrio del Astillero, y una boya que sirve como límite de zona de exclusión con el transporte aerosuspendido Aerovía, que cruza a Durán. Aquello se dio con normalidad.

“Ahí me llega otra comunicación de Fundación Malecón 2000 en el cual, por temas de Aerovía, que es el tema que me tiene sin operar... Porque tienen temor de que por la altura de los mástiles del barco Morgan (tienen 35 metros de alto) podamos tener un accidente”, explicó.

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Él mencionó que no ha podido explicar a las autoridades locales los protocolos que se tomarían en caso de tener una emergencia grande, escenario que nunca ocurrió en sus casi 20 años navegando.

En caso de perder el gobierno del barco, es decir, la paralización del motor, indicó que se podrían prevenir riesgos con el lanzamiento del ancla, lo que implicaría un recorrido máximo de 80 a 100 metros, que de igual manera sería mucho menor a la longitud de la zona de exclusión de unos 800 metros con el servicio aerosuspendido que cruza a Durán.

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Otra alternativa, dice Llanas, sería encallarse cuidadosamente en uno de los bancos de arena que se ubican en varios tramos del afluente.

“Eso nunca lo pude explicar”, mencionó Llanas, al reafirmar que el Morgan no es un peligro.

En octubre del 2003, en las fiestas octubrinas, se inauguró el buque Morgan. Foto: El Universo

Según cálculos del representante del barco, desde octubre del 2003 hasta la actualidad, el Morgan, que tiene 37 metros de eslora y 9 metros de manga, ha trasladado a cerca de tres millones de pasajeros.

Realizaba 29 viajes semanales, lo que equivale a un estimado de 30.000 traslados, en los cuales no tuvieron mayores novedades en su vida de navegación, ni con el puente Santay ni con los de la Unidad Nacional.

En esos desplazamientos, rodeados de la brisa que ingresa del golfo, los turistas podían observar distintos puntos turísticos, comercios y astilleros desde el río. Era un ángulo distinto para conocer la urbe.

Dentro de las posibilidades planteadas, con base en lo conocido por él a través de delegados municipales, Llanas analiza reducir el nivel de los mástiles de 35 metros a menos de 9 metros, por debajo de la altura del transporte aerosuspendido.

No obstante, a un inconveniente mayor se enfrenta Llanas, ya que no ha tenido trabajo en dos años y medio y la inversión alcanzaría los $ 80.000. “Si le quito los mástiles, terminará siendo una barcaza; si lo tengo que hacer, lo voy a hacer. El problema es que cuesta un montón de plata”, dijo.

¿Es posible que vuelva el transporte fluvial de pasajeros por el río Guayas?

Otra opción para él sería llevar el Morgan hacia otro destino local o extranjero que facilite la movilidad del buque insigne. “Sacarle los mástiles a un velero es como que me estoy poniendo un terno y no me pongo ni la corbata ni el saco. Lo que viste a un velero son los mástiles”, acotó.

Por ahora, unos catorce trabajadores, entre capitán, marinero, maquinista, servicio al cliente, mantenimiento y personal de boletería, se mantienen sin reintegrarse a sus labores en el barco.

Algunos de ellos siguen expectantes por retornar a la embarcación turística. La disyuntiva sobre el futuro se maneja en medio de una complicada situación económica con la que convive este argentino, que tiene en su corazón y su familia al Puerto Principal.

“Amo esta ciudad. Me puse esto porque creí en esto. Resultó ser un negocio gigante, algo que me dio bienestar; fue un éxito. Los cinco días (de enero) que abrí nunca tuve menos de 120 personas a bordo, sin ni siquiera tener la boletería abierta ni decir que volvimos”, recordó Llanas, quien auguró que la ciudad vuelva a tener esa vista hacia el río, por supuesto, incluyendo los recorridos del Morgan.

Actualmente, botes y lanchas de menor tamaño ofrecen servicios turísticos a lo largo del río Guayas, con paradas en la isla Santay y también en el Parque Histórico, en La Puntilla.

Detalles

El buque Morgan tiene 37 metros de eslora y 9 metros de manga. En tres niveles tiene la cubierta principal, salon VIP y el castillo de popa, con capacidad para 200 personas sentadas. Además cuenta con karaoke, dos barras, servicio de restaurante, parrilla y cocina industrial y baños. (I)