La idea de abrir espacios públicos, como el Malecón Simón Bolívar, es una de las propuestas que el alcalde electo, Aquiles Álvarez, prevé ejecutar apenas inicie funciones.

Álvarez, quien ganó las elecciones con el 39,87 % de los votos, anunció que se procederá al retiro de las rejas ubicadas en los 2,5 kilómetros del Malecón, ícono del centro de Guayaquil.

“Vamos a quitar los 2,5 kilómetros de rejas del Malecón 2000; vamos a incluir a la gente. (...) Era una medida importante cuando la hizo el ingeniero León Febres-Cordero (...). Necesitamos sacarnos ese chip y evolucionar como ciudad, y tenemos que tener un malecón abierto, como las grandes ciudades del mundo. (...) Las rejas limitan la conexión entre Guayaquil y el Malecón. Queremos un malecón abierto de verdad”, dijo Álvarez durante sus campaña.

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Esta iniciativa, según ha indicado, permitirá integrar el Malecón a la ciudad. La medida formará parte de un plan de abrir los parques y el Malecón y, de esta manera, aplicar la recomendación de la CAF de tener espacios verdes y con fauna urbana.

Este punto turístico inició su reestructuración en 1999 durante la administración de León Febres-Cordero. La obra dio pie a la regeneración urbana de la ciudad.

Años después se levantaron estructuras que permitieron el dinamismo de la parte comercial y turística, como la zona de juegos, La Perla, sitios gastronómicos y el centro comercial Malecón.

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En la ciudadanía hay opiniones diversas sobre esta propuesta del retiro de las rejas, por las que en ocasiones se trepan los comerciantes informales para vender productos, como agua, manzana acaramelada y algodón de azúcar.

Unos ven con aprobación que los parques se abran, pero que se garanticen las medidas de seguridad para la gente que visita esos espacios. Otros, en cambio, ven con recelo esa propuesta.

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Para Xavier Salgado, ambientalista y presidente de la organización ecológica Medio Ambiente Sustentable, la propuesta es viable tomando como ejemplo lo que se ha hecho en ciudades como Sangolquí y Medellín, en las que los modelos de parques abiertos han sido existosos.

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Sin embargo, recomendó que debe existir un plan de mejora y de contingencia no solo para el Malecón, sino para los parques en general, a los que se aplicaría la medida del retiro de enrejado.

Allí se debe contemplar un plan de podas y manejo adecuado de espacios verdes, participación y educación ciudadana y un buen manejo de desechos.

“Deben existir los recursos y el personal que vele por el cuidado de estos espacios, que entrarían a un proceso de dinamización. (...) Grandes ciudades tienen sus parques abiertos, pero todo tiene su base en la educación ciudadana para su mantenimiento”, indicó Salgado.

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Para Rosa Rivas, el enrejado permitió hacer de este punto del centro una especie de complejo que arranca en el Palacio de Cristal y culmina en Las Peñas.

”Solo basta ver cómo los extranjeros se recorren el Malecón sin tener miedo; eso es por las rejas, porque para ellos, y para nosotros también, estar cercados nos da la sensación de seguridad”, dijo Rivas.

La madre de familia contó que ella junto con sus nieto van todos los domingos al Malecón. Ella vive en la ciudadela Las Acacias.

William Pazmiño, de 66 años, recordó que hace más de 30 años el Malecón era un espacio intransitable, ya que personas sin hogar y drogadictos pernoctaban en diferentes puntos del Malecón. Con la colocación de las rejas, indicó, se priorizó el bienestar de las familias que ven en el Malecón un sitio seguro para caminar.

”No podemos dejar que la postura política destruya un espacio funcional y que hasta el momento ha funcionado bien”, dijo Pazmiño.

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Digna Salazar rechazó la propuesta de eliminar las rejas, porque señaló que el guayaquileño no tiene conciencia del cuidado de los bienes públicos. “Se va a desmantelar el Malecón; durará una semana todo lo lindo de tener todo abierto y luego las cosas empezarán a desaparecer. Ahí van a querer poner rejas de nuevo y será doble gasto”, afirmó Salazar.

El Malecón Simón Bolívar tiene 2,5 kilómetros de enrejado. Foto: Archivo

Según Leandro Torres, quien vive en José Mascote y Aguirre, si bien se podría considerar al Malecón como un espacio abierto, se debe pensar en el contingente que se pueda necesitar para vigilar el espacio.

“Han dicho que se va a monitorear por cámaras, pero eso debe estar acompañado de algo más para brindar seguridad. Si quitan las rejas, deben pensar que van a necesitar más guardias, y eso es más plata”, dijo Torres, quien asegura que esta debe ser una decisión técnica y no política.

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Para Kerly Garcés y Juan Pablo Gordillo, se devolvería a la ciudad el concepto de espacio abierto a todos.

“Eliminaríamos por fin las jaulas que han encerrado tantos años a los parques. No serían espacios limitados: serían espacios para todos”, aseguró la pareja. (I)