Elsa Nieto estuvo presente en la inauguración del santuario de Schoenstatt en Guayaquil, la tarde del 20 de enero de 1972. Era un día de júbilo y alegría, contó. Lo que hasta meses antes parecía un sueño imposible de realizar se estaba cumpliendo.

Hoy, 50 años después de este hecho, Nieto agradeció a la Mater (Virgen María) haber sido partícipe y testigo del desarrollo y crecimiento de la comunidad schoenstattiana en la ciudad y el país.

“Cuando viene el movimiento acá al Ecuador, a Guayaquil principalmente (inicios de los años 60), también vino el deseo del santuario”, contó Nieto. Recordó que las primeras reuniones se realizaban en un pequeño garaje ubicado en la calle Cuenca, y que era propiedad de Lolita de Quiroz. En esa época, Nieto formaba parte del grupo de juventud, junto con otras alumnas del colegio De la Providencia.

Publicidad

Luego, la capillita se trasladó al octavo piso del edificio Castilla, perteneciente a la familia Briz.

En 1966 llegó el padre chileno Germán Pumpín para ser el primer asesor fijo de la comunidad en Guayaquil. Nieto dijo que él estructuró el movimiento schoenstattiano. En esa época, ella contrajo matrimonio con Jesse Ramírez y formaron parte de la primera generación de la Rama de Familia, compuesta en esa ocasión por otras cuatro parejas.

El religioso impulsó la construcción del santuario. Para ello, dijo Nieto, buscaron varios terrenos en la ciudad. “Además de estructurarse el movimiento, se pensó en la construcción del santuario y buscamos al lado del río Guayas un lugar precioso; luego en Urdesa norte, pero era una cantera y había mucho polvo; y luego en ese terreno (en su actual ubicación)”, rememoró la ciudadana.

Publicidad

El 20 de enero de 1971 se colocó la primera piedra del templo. Un año después fue inaugurado.

“Ese santuario fue construido no solamente con el aporte económico, sino con el aporte espiritual, el esfuerzo de la familia de esa época. No solamente para mí, para todo el movimiento fue un día de júbilo, para la pequeña familia, porque habíamos conseguido un ideal que al principio nos parecía inalcanzable”, contó Nieto.

Publicidad

El santuario se inauguró sin techo y sin piso, dijo Nieto. Se colocaron piedras de terrenos anteriores para recordar el tiempo que los schoestattianos esperaron para ver cumplir su sueño.

El 22 de enero de 1972, el entonces arzobispo de Guayaquil, monseñor Bernardino Echeverría, realizó la bendición del nuevo santuario de Schoenstatt. Foto: Cortesía del Movimiento Schoestatt Ecuador.

Dos días después, el entonces arzobispo de Guayaquil, monseñor Bernardino Echeverría, realizó la bendición del sitio. En su homilía, el religioso destacó al santuario sin techo, “abierto al cielo, como pararrayos para nuestra ciudad”.

Nieto aún recuerda los rezos en los que imploraban a la Virgen María que transformara la capillita en un lugar de peregrinación. “Pedíamos a la Mater que se establezca en Guayaquil y que desde ahí reparta las gracias propias del santuario, como son el cobijamiento, la transformación y el envío apostólico”, sostuvo.

Ella se regocija al repasar la historia del santuario, calificado actualmente como nacional, y el crecimiento de la comunidad schoenstattiana en el país.

Publicidad

Peregrinación virtual al Santuario de la Virgen de Schoenstatt

“He sido testigo del nacimiento y desarrollo de Schoenstatt. Estoy muy agradecida con la Mater, porque nosotros somos instrumentos frágiles y sin el apoyo de ella nada hubiera podido hacerse. Cuando es una obra humana, al poco tiempo se desvirtúa; pero esto surgió, continuó y está en pleno desarrollo”, manifestó Nieto, cuyo hermano, José Luis, fue el primer sacerdote que tuvo el movimiento.

Sus hermanas mayores y esposo (fallecidos) también formaron parte de diversas ramas en el interior de la comunidad. Ella asegura que el santuario es el lugar de acogida de la familia.

“Lo importante de Schoenstatt es que sabemos que de nada sirve que uno predique con la palabra si su vida no es un testimonio. Es por eso que todos los círculos fueron creciendo en torno a la familia, al lugar de trabajo, en amistades, porque se veía que había un testimonio real, un convencimiento, de que queríamos ser mejores y que queríamos un mundo nuevo”, expresó Nieto, quien actualmente pertenece a la Rama de Señoras.

Con el mismo júbilo que hace 50 años, Nieto celebrará este fecha con total agradecimiento a la Mater. (I)