Que es preferible estar preparado por si la muerte llega sin previo aviso y así evitar a familiares que al dolor por la partida se sume la preocupación de buscar financiamiento para los gastos funerales. En eso coinciden personas que han adquirido con anticipación bóvedas, nichos u otros espacios incluso antes de la pandemia del COVID-19.

Roberto Muñoz adquirió una bóveda para él en el 2015 en el Cementerio Patrimonial, a raíz del fallecimiento de su madre, algo que ocurrió repentinamente, pues la señora gozaba de buena salud.

“Ahí es cuando uno realmente ve la necesidad. Cuando mi mamá se murió tuve que estar en todo ese ajetreo, incluso prestar plata, porque en ese momento no tenía dinero. Ahí es que me dije que era necesario tener comprado el espacio para cuando me toque partir (morir) a mí”, comentó el hombre de 42 años.

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En el cementerio Patrimonial, de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, donde hay diez tipos de propiedades (mausoleos, terrenos para mausoleos, lote doble, bóveda mausoleo, bóveda, bóveda doble, bóveda para párvulo, nicho para restos, nicho doble para restos y nicho cinerario), las ventas para uso futuro han estado casi a la par a las de necesidad inmediata durante los últimos cinco años (2016-2020).

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Aquello da cuenta de que entre las personas ha ganado espacio la cultura de prevención.

En dicho camposanto en el lapso señalado hubo 6.171 espacios vendidos para uso inmediato y 5.620 para ocupación futura, según datos proporcionados por Carlos Espinel, gerente de operaciones de cementerios de la Junta de Beneficencia.

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En el Panteón Metropolitano, también de la Junta de Beneficencia, la venta de espacios para ocupación futura (2.242) fue superior a la de uso inmediato (838), entre el 2016 y 2020.

En este cementerio hay once tipo de bienes: mausoleos, capilla, terreno cenizario, túmulo triple, lote doble, lote triple, bóveda, bóveda para párvulo, nicho para restos, nicho doble para restos y nicho cenizario.

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“Decidí hacer la compra puesto que en 2008 falleció un familiar y debido a problemas económicos se hizo muy complicado conseguir dinero para el cofre y luego vino lo más difícil, cubrir el alquiler de la bóveda. Por ese duro momento es que acepté el plan ofrecido”, expuso Gerardo Ponce, quien el próximo año terminará de pagar una bóveda en Jardines de Esperanza.

Esta, contó, se la ofrecieron durante el sepelio de un conocido en el 2018.

Este Diario solicitó a dicho camposanto información sobre las ventas de los últimos cinco años, pero solo proporcionó datos correspondientes a este año.

De marzo a septiembre allí han tenido 8.553 inhumaciones y cremaciones.

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“Una de las ventajas es que luego de la pandemia la concientización de las personas es mayor respecto a la adquisición de un servicio exequial en previsión, sin embargo, no podemos dejar de lado tampoco que la situación económica de muchos ecuatorianos se ha visto afectada, por lo cual a pesar de tener conciencia el poder adquisitivo ha disminuido. Con esto podríamos decir que las personas sí han mejorado su nivel de concientización en un 30 %”, refirió personal de Comunicación.

En el marco del Día de los Difuntos, los camposantos recibirán a quienes acuden a visitar a sus familiares fallecidos. La sugerencia es mantener las medidas de bioseguridad dispuestas por la pandemia del COVID-19.

La fecha es aprovechada en algunos cementerios para ofrecer bóvedas y demás bienes disponibles.

“He visto el caso de familias que no han estado preparadas y más allá de la angustia, del dolor de perder a un familiar se suma otra angustia que sería la económica, la de no tener resuelto aquello. Y muchas veces los familiares se ven envueltos en deudas y cosas parecidas para darle cristiana y debida sepultura a quien fallezca”, mencionó Dayse Arreaga.

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Ella contó que hace ocho años recibió el título de propiedad de una bóveda que compró en el camposanto Parque de la Paz de la parroquia La Aurora, del cantón Daule, vecino de Guayaquil.

La mujer de 54 años dice que esta iniciativa surgió cuando tenía 20, pero por un disgusto de su madre, quien al enterarse de la compra pensó que la bóveda era para ella, desistió de la adquisición.

“Mi madre una vez me encontró los papeles que yo había firmado, el contrato para adquirir una bóveda. Ese día mi madre encontró ese documento y la verdad es que ella no lo entendió como algo provisorio, no lo entendió así. Se enojó conmigo mucho, me dijo que cómo era posible que yo estaba pensando en su muerte. No entendía razones (…), dejé a un lado eso, lo deseché, me sentí tan mal por la impresión que tuvo mi mamá”, relató Arreaga.

Pero años después, casada y con dos hijos, retomó la idea y en la actualidad dispone de una bóveda ya cancelada.

La semana pasada, este Diario solicitó información al camposanto sobre las ventas del último lustro, pero no hubo respuesta. (I)