Diana amaneció el viernes 2 de diciembre con picazón en la garganta y, en cuestión de horas, se fueron sumando otros síntomas: fiebre, escalofrío, dolor de cabeza y tos seca. Ocurrió dos días después de que su esposo Pablo empezara con el mismo malestar.

No han acudido al médico y prefieren recuperarse en casa, porque creen que puede ser algún virus estacional, propio de la época invernal, que este año –según el epidemiólogo Johnny Real– se adelantó desde las últimas semanas de noviembre con un repunte de enfermedades respiratorias, como COVID-19, influenza, virus respiratorio sincitial (gripe común) y procesos alérgicos.

En el caso del COVID-19, su incremento preocupa. En la última semana epidemiológica (47), entre el 21 y 27 de noviembre, hubo 1.400 casos nuevos, un 70 % más que la semana anterior.

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“Comparando la misma fecha del año pasado teníamos una incidencia de 1,5 casos por cada 10.000 habitantes. Ahora, este año, llega a 4,6 pacientes por cada 10.000 habitantes”, sostiene Carlos Salvador, director de Salud del Municipio de Guayaquil, quien considera que el cambio de clima y las cenizas del volcán han influido en ese aumento.

En centros de salud del sur de Guayaquil, la tendencia de esta semana es que siete de cada diez pruebas de COVID-19 resultan positivas, refiere el especialista Real.

Pese a ello, estas cifras no reflejan la situación actual epidemiológica de la ciudad, ya que no toda la población que se enferma, como el caso de los esposos Diana y Pablo, se realizan pruebas diagnósticas. En las unidades del cabildo, por ejemplo, hacen los test de COVID-19, pero no tienen los reactivos –admite Salvador- para practicar los exámenes contra la influenza.

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A estos males, que tienen similar sintomatología, se sumarían también, aunque en menor proporción, casos de pacientes con tosferina. “Empieza como una gripe, pero la tos puede durar semanas o meses, y al toser varias veces, termina ahogándose y con un silbido al final”, explica Alberto Campodónico, médico internista de una clínica privada. “Tenemos pocos casos en el país, pero en esta última semana ya hay un poquito más”, agrega.

Y, si no se toman las precauciones, la tendencia es que se multipliquen los contagios de todas estas infecciones respiratorias durante este mes por las reuniones navideñas que se organizan en unidades educativas y empresas, las compras propias de la época en centros comerciales y por el retorno de ecuatorianos al finalizar el Mundial de Fútbol o que residen en el exterior y vuelven para pasar las festividades con sus familias en el país.

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La primera recomendación es la vacunación contra el COVID-19, influenza y tosferina. Para combatir el primer virus, que ha mutado en varias cepas, se aplican dos inmunizaciones y dos refuerzos en las unidades del Ministerio de Salud (MSP). Hasta el 1 de diciembre, esta cartera señala que el 84, 7% ha recibido el esquema completo, el 55 % tiene el primer refuerzo y un tercio de esa última cifra accedió a la cuarta dosis.

En el caso de la influenza, el MSP no ha publicado el boletín epidemiológico en su página web, pero desde el pasado 13 de noviembre empezó una campaña de inoculación dirigida a 4 millones de personas de grupos de riesgo, como menores de 4 años, mujeres embarazadas, pacientes con enfermedades crónicas y catastróficas, entre otros, que se extenderá hasta marzo del 2023.

De este grupo, solo los bebés de entre 6 y 11 meses recibirán dos dosis, como consta en el esquema de vacunación del MSP. Algunos subcentros hicieron brigadas casa a casa, este sábado 3 de diciembre, en sectores como Mucho Lote, Pascuales, Vergeles y Durán.

En ese cronograma también consta que la inmunización contra la difteria se coloca en los menores de 6 meses (dentro de la pentavalente) y los refuerzos a los 12 meses y a los 5 años (en la DPT, que incluye tosferina, tétano y difteria).

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“Tener el escudo de la vacuna ayuda a evitar complicarse (con neumonía)”, dice Campodónico y recomienda también que los grupos de alto riesgo reciban la vacuna contra el neumococo, otra variedad de neumonía. “Así podemos cortar la transmisión del virus y las personas que experimenten gripe fuerte se puedan manejar de forma ambulatoria”, agrega.

El epidemiólogo Johnny Real considera que se deben reforzar las medidas de bioseguridad, como el uso de la mascarilla, lavado de manos, distanciamiento, vajillas y uso de utensilios para cada persona, y reuniones en lugares abiertos.

Algunos planteles, como una unidad del norte, envió un comunicado a los padres, en el que se expone que ante la proliferación de varios virus, como la influenza, se hará limpieza diaria de mobiliario y aulas con ozono cuaternario, se colocarán más dispensadores de alcohol y tendrán termómetro digital para el control de temperatura de los estudiantes.

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También, los especialistas coinciden en que si el niño presenta síntomas de alguna enfermedad respiratoria no debe ser enviado a clases. El viernes 2 de diciembre, por ejemplo, había salones en esa unidad del norte con la mitad de su capacidad y otros con apenas diez alumnos.

Otras sugerencias: alimentación saludable con consumo de frutas cítricas (naranja, limón, kiwi y toronja); legumbres verdes (acelga, espinaca, brócoli); proteína (pescado, carne, pollo, cerdo), entre otros, para mejorar la inmunidad. Además, piden hidratarse, aislarse, no automedicarse y acudir a los centros de salud para su valoración. Entre los signos de alarma están fiebre alta por más de cuatro o cinco días y dificultad para respirar. (I)