En su día, varias mujeres entrevistadas por este Diario describieron su realidad durante el último año, marcado por la pandemia de COVID-19, además hablaron sobre sus anhelos.

Ana Zúñiga, licenciada en Enfermería, habitante de Pascuales, 30 años:

“Este año de pandemia ha sido inolvidable, porque he prestado servicio en diferentes instituciones, en la primera línea, he aprendido mucho y asimismo hay muchas necesidades que aún no se cubren, en algunos sectores de la ciudad de Guayaquil, en la parte de lo que es salud, no están siendo tomados en cuenta. La vacuna es algo que aún está en estudio, como sabemos para la creación de una vacuna, para decir que es la cura, debe pasar un proceso, por mi parte, yo no me vacunaría hasta ver un resultado que sea efectivo. Desearía que volvamos a ser la ciudad que éramos antes, tener la libertad de poder ir a un malecón, cine, a una reunión, sin este temor de contagiarnos”.

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Cecilia Benavídez, 69 años, habitante de la cooperativa Carlos Castro 2:

“Digo que este año fue bueno porque con tanta pandemia estoy viva, mi familia está bien, en primer lugar dando gracias a Dios. Voy a cumplir 70 años y todavía tengo fuerza para trabajar, acá (mercado Caraguay) tengo 25 años. Cerramos tres meses, ya no es como antes, pero seguimos luchando. Quisiera que termine un poco la pandemia, que vacunen a la gente. El cambio de gobierno traiga trabajo, que haya trabajo que es lo que se ha perdido. Aquí trabajábamos cuatro, ahora estamos dos”.

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Lorena Chávez, 42 años, urbanización Romareda:

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El soporte que le di a mi esposo, la unión que tuvimos en este año de la pandemia y sobre todo poder superar esos obstáculos que en su momento nos hicieron un poco tambalear como familia, porque estar encerrados, ver la parte económica, ver que tus familiares faltaron, personas que fallecieron y tantas cosas que nos crearon un caos psicológico, pero nos consolidamos como pareja. Como mujer pude dar más aporte a la familia, en el negocio. Una mujer siempre será una todóloga, como mamá, hija, como esposa, como jefa. Lo que queremos para este año es sanidad ante Dios, que tenga misericordia, que esas vacunas sean las que Dios proporcione a los médicos e investigadores, que sean de éxito. Sí tenemos expectativa de cambios, la parte económica, que esto se arregle, que todo lo que se perdió se pueda recuperar”.

Pierina, 31 años, residente de los Tulipanes, sur:

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“A mí me marcó cuando mi esposo se enfermó con COVID-19. Yo estaba embarazada de 17 semanas y mi niño en ese momento tenía un año y medio. Eran todas noticias desalentadora, él estuvo a punto de morir, nos despedimos, nos pedimos perdón. Yo lloraba todos los días. Yo tuve que sacar fuerzas de donde no tuve, en ese momento me di cuenta de que yo era pilar de la familia, que mi esposo dependía de mí, mis hijos. Todos me dijeron: usted debe ser fuerte, usted tiene que sacar adelante a su familia.

Espero ahora aprovechar más la familia, aprovechar a la pareja. Ahora valoro más a mi esposo. A veces las parejas jóvenes nos dejamos llevar por el día a día, a veces por el estrés, la rutina uno deja de lado muchas cosas y por eso es que deseo que la familia se fortalezca”.

María del Carmen Montaño, operaria Urvaseo de 56 años, residente del Trinipuerto, en el sur

“Fue muy duro para mí porque pese a que tengo esposo no tuvo trabajo, solo ‘cachuelos’ (trabajos esporádicos) en esta pandemia, yo soy el pilar económico de mi familia, yo salí a trabajar durante los días más críticos, a veces no había transporte, no había cómo llegar a los sitios de trabajo, pero ahí uno se las ingeniaba para cumplir. Uno salía con temor a trabajar a las calles, pero salíamos dispuestos a dar lo mejor, me daba miedo enfermarme y contagiar a mis cinco hijos ya había mucha exposición al virus en los barrios. Gracias a Dios tuvimos salud, que fue lo más importante para enfrentar esos duros momentos. Ya quisiera que esta situación mejore para seguir trabajando con la misma responsabilidad, pero un poco más tranquila de que ya no hay mucha exposición del virus como todo este tiempo. Deseo seguir con salud y con el apoyo de mi familia para seguir adelante”.

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Lorena, ama de casa y emprendedora de 35 años, residente del suburbio:

“No quisiera vivir otra vez un año tan duro en todo sentido. Me enfermé de COVID-19 en la crisis sanitaria junto a mi esposo, meses después él se fue de la casa, como a mediados de año y me ha tocado seguir sola con mis tres hijos, con la ayuda de mi familia. Un año de mucha depresión, pero poco a poco estamos saliendo adelante. Luego me inscribí en cursos de cocina para poder emprender y ahora hago postres. Quisiera que la economía mejore, que las mujeres podamos seguir adelante por nuestros hijos y nuestras familias, que ya no hay maltratos intrafamiliares, que se solucionen los problemas en parejas y que Dios nos mantenga con salud en la pandemia que aún no acaba.

Karla, comunicadora y emprendedora de 33 años, residente de Mucho Lote:

“Fue un año de mucha inestabilidad emocional, económica y física. En marzo me recuperaba de una lesión que me mantuvo con yeso y terapia física; para abril el COVID-19 se coló en mi sistema y me provocó una neumonía avanzada y de paso mi mamá también contrajo el virus; ese mismo mes, a causa de la crisis económica provocada por la pandemia, perdí mi trabajo; pocos días después falleció el patriarca de mi familia, mi abuelo, así como otros tres familiares cercanos. Fue un año para el que no estaba preparada, fue un año de mucha incertidumbre, pero de mucha reflexión.

Pese a las vicisitudes que se presentaron traté de ver siempre el lado positivo a la situación, agradecer y aprovechar lo que aún tenía: a mi hija, mis padres, mi hermana, mis sobrinos, mis pocos y apreciados amigos.

Me reinventé y emprendí: sigo en el mundo de las comunicaciones, pero desde el área de las relaciones públicas independientes; además de que exploto mis habilidades culinarias en mi emprendimiento gastronómico. Me gustaría seguir creciendo como ser humano, como madre, como mujer emprendedora, pero también anhelo una estabilidad laboral, ya que soy cabeza de familia y mi preocupación principal es mi familia”.

Ana León, reside en el centro de la urbe, 58 años:

“He vivido preocupada por la pandemia, por tantas cosas que pasan, por tantos muertos, pero de a poco se va mejorando, de a poco nos vamos tranquilizando, pero la economía del país está un poco difícil, pero lo vamos superando. Yo no he perdido a ningún familiar por el virus. Como mujer pido más respeto, nosotras somos cabeza de familia y que nos sepan valorar”.

María de Lourdes Chalén, sur de la ciudad, 60 años:

“Este año hemos vivido en zozobra por la enfermedad del COVID, pero a pesar de eso como mujer luchadora que soy, le estoy haciendo el frente viniendo a trabajar en el mercado (Cuatro Manzanas) porque la situación tiene que ser así, si nosotros no seguimos laborando la economía se viene abajo. Hay que hacer ese esfuerzo, porque el trabajo es necesario a pesar del virus. Yo admiro a las mujeres que lo hacen, son mujeres luchadoras. Debería cambiar la actitud de la mujer, debe ser luchadora y enfrentar todos los problemas, no dejarse golpear de ningún hombre”.

Tanya Malo, 49 años, reside en Ciudad Celeste:

“El año 2020, para mí y para toda la humanidad, fue un año de bastante incertidumbre, con un poco de miedo. Me dio COVID pero salí adelante, estuve enferma casi dos meses, con síntomas, nunca me faltó oxígeno. Tuve un año de trabajo, con mucha fe, viendo la vida de diferente manera, pues a veces no reflexionamos que tan cerca tenemos la muerte y hay muchas cosas que tenemos que atesorar ante eso. Ahora busco disfrutar mucho más de mi familia, de mis seres queridos. Ahora veo al mundo con mucha más fe, más ahínco en el trabajo; veo las cosas desde el lado positivo y vivo el día a día con más alegría en el corazón”. (I)