En un patio interior de la casa Ronald McDonald, algunos niños van empujando un carro de juguete mientras en varias mesas otros se distraen con aplicaciones que guardan en sus teléfonos móviles. En estos espacios también están algunas madres que comparten platos de comida con sus hijos y dialogan entre sí. Se observa un ambiente acogedor, relajado, similar al de un hogar.

En uno de los rincones de este espacio, Leicy Espinoza se encuentra con su hija Sara, una paciente de Solca con linfoma no hodgkiniano. Esta madre cuenta que se moviliza de Machala a Guayaquil desde hace cuatro años para asistir al hospital y continuar el tratamiento del tipo de cáncer que padece su hija.

Ellas son parte de los huéspedes que recibe la casa Ronald McDonald luego de ser referidas del hospital de Solca por tener escasos recursos económicos para solventar gastos económicos y residir en zonas exteriores de Guayaquil.

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Aunque en principio se quedaba por largos periodos de semanas, en la actualidad, Sara, de 12 años, sigue la etapa de mantenimiento de ese tipo de cáncer y recibe acogida durante varios días a la semana en la casa Ronald McDonald, situada en la Atarazana, norte porteño.

Estas historias se replican entre los presentes. Ellos desean ganar la lucha contra el cáncer y conviven bajo un mismo techo, compartiendo sus avances, pausas y retrocesos al aspirar a pasar el duro capítulo de esta enfermedad catastrófica.

Estos servicios de acogida, comida, lavandería, entretenimiento y otros apoyos recibidos en este hogar son parte de las ayudas que reciben los niños que padecen cáncer y sus padres en este centro, que busca acompañar y respaldar la continuidad en los tratamientos.

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Parte de esta labor de ayuda se evidencia en un reciente cortometraje que busca dar cuenta de esta lucha que ellos tienen y el apoyo recibido en el hogar, y ahora también figura como una de las organizaciones que se beneficiarán con la renovación de equipos con los fondos recaudados en la Teletón 2022.

“La atención me gusta mucho. Este es mi segundo hogar. Me siento agradecida y como si fuera mi casa. Entre todas (las madres) nos sentimos como hermanas”, afirma Leicy, mientras comparte con su hija en una de las salas de entretenimiento.

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Según estimaciones de la administración, unas 200 personas se hospedan, entre pacientes y familiares, cada mes en este hogar.

Ellos en promedio se quedan unos quince días e incluso por años, por la prolongación de los tratamientos y escasez de recursos de los familiares de los pacientes. Tan solo hasta el 2021 se benefició de la casa de acogida un total de 18.000 familias de todas partes del país.

Al igual que otras madres, Leicy considera que, por la falta de recursos económicos, la falta de este albergue sería una limitante para continuar el tratamiento de la menor. Por ejemplo, resaltó que la ayuda le sirve para ahorrarse dinero que sería imposible emplearlo en los gastos diarios de traslados y alimentación.

En ocasiones, para los viajes debe hacer bingos, rifas y vender arroz con leche para sumar unos 60 dólares que le costeen el transporte y algo de comida en ese periplo.

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Martha Espinoza también asiste con su hijo Luis, de 16 años, desde Pasaje (El Oro) desde hace seis años. Ella ahora llega a la urbe por los controles a los que debe someterse su hijo durante dos o tres días cada cuatro meses por un astrocitoma que padece él.

En la primera etapa del tratamiento, ella cuenta que solía quedarse de largo durante un año, ya que resultaba complicado trasladar a su hijo, que terminó en silla de ruedas.

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“Gracias a esta fundación hemos podido llevar el tratamiento de mi hijo”, dice la madre, quien además resalta el aporte para gestionar donativos, como plaquetas e insumos de cuidado.

Recorrido por las instalaciones de la casa Ronald McDonald. Foto: El Universo

Por gestión de la casa, estas madres y también, en algunos casos, sus hijos comparten charlas de nutrición, sesiones de yoga y encuentros de psicología.

“Eso ayuda mucho, porque ellos necesitan tener una buena alimentación para que se mantengan sus defensas”, afirma la madre, quien además se muestra aliviada de que su hijo ya retome las actividades de educación física al poder moverse por su propia cuenta.

Las riosenses Geoconda Arrieta y su hija Violet Triana, de dos años, también son parte de los beneficiados. Ellas llevan más de un año asistiendo al albergue, puesto que moverse de Quevedo a Guayaquil implica un gasto impagable para ellas en favor de continuar el tratamiento de leucemia que se le detectó a la infante apenas a los seis meses de nacida. Ahora ya tiene dos años y asiste una vez cada mes, en el camino por su recuperación definitiva.

Esta madre menciona que el ahorro en alojamiento es un aliciente para continuar el tratamiento de sus hijos, al igual que compartir sus aflicciones y alegrías con las otras madres de los pacientes, que se encuentran en similares luchas de vida.

“Es bueno para los niños; tienen su área de comida y juegos. Nos acompañamos entre risas y llantos las situaciones de cada una de las mamás; es como un desahogo que nos encontramos con las mamitas; nos comentamos nuestros problemas y alegrías. Aquí nos acompañamos, nos alentamos unas a otras”, comentó.

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La casa Ronald McDonald da alojamiento gratuito a niños que reciben tratamiento con cáncer en Solca, especialmente a quienes viven afuera o en lugares alejados de la ciudad, cuenta Denisse Viteri, gerente de la casa Ronald McDonald.

Cuando se atienden en Solca, el departamento social hace una evaluación y los deriva a la casa de acogida para recibir alojamiento mientras dure el tratamiento, dice Viteri sobre este hogar, que tiene su espacio de acogida desde diciembre del 2015.

“Mostrar y brindar la contención que estas familias necesitan inmensamente, por la situación que ellos viven enfrentando una enfermedad catastrófica con sus hijos y, adicionalmente, en una situación bastante fuerte. Más del 40 % de niños con cáncer abandonan su tratamiento por no tener un lugar donde alojarse, por tener que costear pasajes de ida y venida constantemente, no tener donde lavar su ropa o dormir. No solo es venir al tratamiento, sino todo lo que encierra”, comentó Viteri.

En el sitio, los ingresados reciben terapias de bailoterapia, manualidades, yoga, asesorías de psicología y tratamientos estéticos, para dar un espacio de distracción y aprendizaje a las mujeres, que en muchas ocasiones dejan a otros familiares e hijos en sus localidades.

“Tenemos un acceso directo a Solca para que los pacientes solo crucen la puerta y ya estén en el hospital (...). Este es el segundo hogar; es un hogar lejos del hogar”, dijo la directora.

El actual albergue tiene catorce habitaciones, con literas y camas individuales para una capacidad total de 64 personas. Además cuenta con sala de juegos, de entretenimiento, comedor, lavandería, cocina y un patio interior donde se dan reuniones, conciertos e incluso partidos de fútbol.

Para el futuro, conforme siga la construcción del nuevo hospital Hope, se planea ampliar la sede de la casa Ronald McDonald para continuar con una segunda planta que permita albergar a unos cien huéspedes.

Quienes busquen donar al hogar víveres, productos de limpieza y aseo personal pueden acercarse a la sede de la Atarazana o comunicarse al 04-605-4778. También se pude coordinar la entrega a través del correo electrónico contactenos@casaronald.org.ec. (I)