La COVID-19 ha traído consigo unas invitadas no esperadas a nuestras vidas: las emociones. La pandemia ha puesto a estas desconocidas en la palestra y las ha convertido en protagonistas. Hemos tenido el lujo de tener tiempo suficiente para mirar dentro de nosotros. Al hacerlo, nos hemos encontrado lo que sentimos. No hemos podido evitarlo, no hemos tenido escapatoria.
Todos hemos vivido durante el confinamiento alguna medida de vaivén emocional. Hemos sentido miedo, incertidumbre y confusión, ansiedad o tristeza. Incluso hemos experimentado desde nuestra experiencia profesional cómo la crisis sanitaria ha llegado a causar ataques de pánico, paralización o depresión. El dolor, la incertidumbre o la angustia han estado presentes en todos nosotros, de una u otra forma.

Aprender a identificar, aceptar y controlar nuestras reacciones emocionales es la clave para el equilibrio en nuestras vidas. Hoy sabemos que las consecuencias sociales y económicas de la pandemia de la COVID-19 seguirán teniendo un gran impacto en el corto y mediano plazo".

Esta pandemia nos ha forzado a una reflexión muy importante: la salud emocional forma parte de la salud física y la salud física depende de que vivamos emociones saludables. Las emociones poco saludables debilitan el sistema inmunológico y dan paso a la enfermedad física. La ciencia lo ha estudiado de forma contundente, llegando a probar que determinadas enfermedades están asociadas a emociones específicas. La ira se relaciona con las enfermedades cardiovasculares. La tristeza o depresión son muy comúnmente precursoras de una depresión patológica. No existe discusión en el ámbito científico: las emociones tienen una implicación directa en la matriz salud-enfermedad.
Sin embargo, las emociones, aunque sean las que nos duelen, son necesarias, son parte de la naturaleza del ser humano y de los mecanismos de defensa y supervivencia.
Aprender a identificar, aceptar y controlar nuestras reacciones emocionales es la clave para el equilibrio en nuestras vidas. Hoy sabemos que las consecuencias sociales y económicas de la pandemia de la COVID-19 seguirán teniendo un gran impacto en el corto y mediano plazo. Algunos predicen que muchas de las interacciones sociales y culturales a las que estamos acostumbrados cambiarán de manera definitiva. Todos estos cambios seguirán teniendo impacto en nuestras emociones, por lo que deberemos estar más en contacto con ellas, conocerlas y manejarlas para nuestro provecho y el de nuestros seres queridos. ¡Que mantengan su protagonismo, entonces, porque nuestra salud mental depende de ellas! (O)