Estimados lectores, en tiempos de pandemia las malas relaciones se han hecho presentes, mucho más de lo que imaginamos. Algunas personas han permitido y mantenido relaciones tóxicas o adictivas por necesidad económica, dinámicas familiares destructivas o desconocimiento del riesgo al que se enfrentan.

Debemos reconocer que todas las parejas tienen altibajos o etapas en que las cosas no marchan bien, sin embargo, es importante que se tenga claro que en las relaciones adictivas la capacidad para establecer una intimidad sana, respetuosa y constructiva es totalmente limitada.

Las personas creen tener la posibilidad de formar una pareja funcional solo con su voluntad, sin reconocer que la otra parte también debe desearlo.

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A continuación, detallo los signos que identifican a una relación adictiva:

  • Abuso emocional o físico: Las relaciones con la familia, amigos y pareja se alteran, las discusiones se vuelven frecuentes, hay violencia verbal o física, manipulación afectiva, amenazas y tendencia a minimizar a la pareja.
  • Vínculo amoroso dependiente: No se persigue el bienestar común, se repiten patrones de conducta que producen dolor como celos patológicos, controles excesivos, comparaciones denigrantes. Esta vinculación afectiva tan excesiva se correlaciona con trastornos de apego, esto quiere decir que lo predominante en el vínculo de pareja es un miedo persistente a que se acabe la relación.
  • Síntomas físicos: Hay constantes estados de tensión y estrés que conllevan al desarrollo de enfermedades como hipertensión, gastritis, úlceras, trastornos de ansiedad, crisis de pánico, incluso consumo excesivo de alcohol o drogas.
  • Sensaciones negativas: La pareja es consciente de que la relación los perjudica, sin embargo, se sienten incapaces de concluirla. Se crea una dinámica repetitiva de discusiones, agresiones, distanciamiento, perdón, romance y retorno al inicio. Esto causa que las emociones sean fuertes y se pierda la objetividad.
  • Síndrome de abstinencia: Cuando deciden romper la relación aparece un gran malestar que incluye síntomas físicos, que desaparecen cuando se reanuda el contacto con la pareja.

Estemos atentos a reconocer estos signos, actuemos con responsabilidad. Reconocer que una relación ya no funciona y ponerle fin puede proteger nuestra vida. (O)