“Oye, ¡te fuiste a Júpiter?”, me decía esa vocecita de 5 años en horas de desayuno dominical, mientras veía la edición pasada de La Revista. Sigo apareciendo en mi editorial con el traje del astronauta de 2001: Odisea del espacio, equiparando mi trabajo comunicacional actual con un viaje a las estrellas. Los nietos (hay una más, de 4 años) no entienden mis enfoques, pero lo que para ellos sí está clarísimo es lo que ven en esos iPads a los que ahora deben conectarse para su aprendizaje escolar. De eso se tratan algunas páginas de esta edición (pág. 22): el regreso a clases en un año pandémico que alteró las vidas del mundo, en todas las edades.

Educación en casa: apoyo emocional para un año escolar más agradable y positivo

La teleducación se fortalecerá en este nuevo año lectivo, según lo aprendido en el insólito 2020

Para abuelos de tercera edad este aprendizaje actual de la virtualidad puede convertirse en un trauma o en un estilo de vida, como en las generaciones actuales. Pero el interrogante es permanente: ¿aprenderán estos niños los asuntos esenciales de la vida con la tecnología que nos hace volar para afuera con mucha mayor facilidad que para adentro?

La introspección solitaria en la enseñanza no es detectada fácilmente por unos profesores virtuales que también se deben preparar para un oficio que ha sido trastocado radicalmente. Y este es otro tema que abordamos aquí, porque su relevancia es tremendamente necesaria en la vida estudiantil, junto con la delicada contribución de los padres en esta odisea que nos cayó de sorpresa. (O)