“Hoy es noche de sexo, voy a devorarte, nena linda”. Noche de sexo, Wisin y Yandel

“Tú quieres que te lo meta a cada rato, cuando estás sola jugamos al ratón y al gato”. Esclava, Bryant Myers.

“Si tu novio no te mama el culo, para eso que no mame”. Safaera, Bad Bunny

Los padres nos escandalizamos al contemplar el grado de erotismo generalizado al que están llegando las relaciones entre los adolescentes. Lenguaje cargado de términos sexuales, cambios de pareja en la misma noche de fiesta para besarse y más, encerronas en los baños, chicas y chicos jactándose abiertamente de sus múltiples conquistas sexuales.

Esta generación se nos ha ido de las manos, pero la verdad es que ellos no nacieron así. Lo que estamos viendo ahora es el resultado de la cultura erotizada que los rodea, la única que conocen y que no ha tenido ninguna piedad con lo que mostraron a los niños desde que empezaron a usar sus tabletas, y que luego nos dejó adolescentes erotizados prematuramente.

Y qué conductas podíamos esperar si los bailes de moda se basan en el contacto entre las partes anteriores y posteriores de sus pelvis, si series de televisión como Skins, 13 Reasons Why, Élite y Euphoria pusieron todos los excesos del sexo y las drogas frente a ellos y normalizaron conductas en los jóvenes que los padres no podían anticipar para llegar a tiempo, antes de que fueran parte de la norma, de lo común y cotidiano.

Pero recordemos también que fuimos nosotros quienes pusimos los medios a su disposición, los dispositivos con el acceso inmediato a internet, permitiendo que estos se quedaran en sus habitaciones durante el día y la noche, a veces siendo utilizados como niñeras electrónicas para nuestra comodidad, sin control, sin advertencias y sin cuidado.

Y, como consecuencia de eso, un cúmulo de contenidos que han causado daños, algunos permanentes y otros que han condicionado conductas tergiversadas sobre el amor y la sexualidad, normalizando adicciones dañinas e incluso autolesivas.

Pero la verdad es que nos da pereza tomar las acciones para controlar esta importante parte de su vida. Nunca lo vivimos antes. No existe precedente ni en los peligros existentes ni en los controles que los padres debíamos aplicar para proteger a nuestros hijos. Tenemos que retomar el liderazgo en la formación de nuestros hijos, ellos no pueden quedar a merced de lo que la sociedad de consumo, a través de películas, videos, canciones y modas, les tire encima.

No debemos aislar a nuestros hijos, pero lo que sí debemos hacer es establecer límites al consumo de la comunicación electrónica con acciones como:

  • Establecer controles parentales.
  • Definir un horario de consumo de redes sociales y tecnología.
  • Retirar los dispositivos electrónicos antes de la hora de dormir.
  • Revisar cualquier juego o video que se deseen bajar de internet antes de entregárselos.
  • Darles criterios y valores cuando los acompañamos en el consumo de estos contenidos

El mundo que han heredado nuestros adolescentes no es su culpa, solo los padres podemos protegerlos. Es una de nuestras misiones indelegables. (O)