Leer Crónicas urbanas de París Chiquito, de la autoría de Pablo Nicolás Véliz Sandoya, me resultó grato. Es un libro que habla de ese Vinces que no habito a diario, pero que está en mi memoria. Siempre pensé que me gustaría leer una obra que recogiera la historia cotidiana del pueblo y de su gente. No una que hablara, como siempre, de autoridades, de próceres y políticos, o de los terratenientes de la época de la pepa de oro, cuando Vinces fue bautizado como París Chiquito, sino una de la gente llana, que trata de construir el día a día con creatividad y se desempeña en diversos oficios. Un libro de historias. De personajes. De sabiduría popular. De costumbres y creencias. Y de los cambios sociales que se han ido gestando. Por ese motivo, cuando llegó a mis manos este libro, lo leí de inmediato.

‘Crónicas urbanas de París Chiquito’, obra de Pablo Nicolás Véliz Sandoya. Foto: tomada de su cuenta de Facebook. Foto: El Universo

La obra, de 333 páginas, que acaba de salir de imprenta, habla de personajes pintorescos; de músicos populares que son una tradición, como los Cosme; de maestros ejemplares, ya jubilados; de comerciantes visionarios, o de mujeres trabajadoras, como la señora Yolanda Carriel, que según el relato de este libro, fue una de las primeras obreras de la fábrica de fideos La Marianita. De gente como don Corino Vera, del que se cuentan tantas y tan divertidas anécdotas. De Ubaldo Medina, maestro rural y líder comunitario, que en la década del 60 caminó todo el campo y fue de casa en casa diciendo a los padres que era importante que sus hijos se educaran y los enviaran a la escuela. De glorias artísticas, como Olimpo Cárdenas, oriundo de Playas de Vinces, y Roberto Calero Piedrahita. Del Vinces de gente laboriosa. De ese pueblo que, a lo largo de los años, ha ido creciendo, pero también manifestando un cierto caos en diversos aspectos.

El libro pone el foco en las pequeñas historias, en los ciudadanos, muchos de ellos anónimos, sin reconocimiento; en esa cotidianidad que nos hace entender cómo vive, cómo piensa, cómo es un conglomerado social. Se ha creído, erróneamente, que esos relatos no importan. Que lo importante es destacar lo grandilocuente. Y no es cierto. Las pequeñas historias también son importantes. Y están en este libro. (O)