“Mi perrito. Un corazón latiendo a mis pies”. Palabras de la gran escritora estadounidense Edith Wharton (1862-1937). Pero no solo las grandes mentes tienen esa sensibilidad hacia sus mascotas. Esta portada de La Revista no es solo un homenaje a esos seres de cuatro patas de todas las formas y perfiles que acompañan nuestras vidas, sino también a celebrar a los que abnegadamente, en labores que muchas veces no tienen casi ninguna retribución, dedican sus vidas a salvar a los perros del más cruel de los destinos: el abandono.

El tema de las mascotas nunca pierde vigencia, cada vez que lo enfocamos los índices de lectoría se recalientan de inmediato. Y en épocas pandémicas los ejemplos de sacrificio y de solidaridad que hemos vistos en diferentes sectores de la sociedad renuevan las fuerzas para enfrentar cualquier crisis. Quizás ocurre porque en los ojos de las mascotas descubrimos la ternura permanente que no vemos en los seres humanos de nuestro propio entorno y eso nos llena el corazón de gratitud.

Florita, la perra salchicha que nos acompañó 15 años, compartía la cama conyugal hasta sus días finales. Fue aquel terrible momento de ver a un animalito ya ciego y sordo sufriendo una caída que la dejó descalabrada. Ponerla a “dormir”, igual que la otra que la precedió, es siempre una decisión tan dolorosa, especialmente cuando uno siente en ellos ese corazón palpitante del que habla la Wharton. Nunca podremos desligarnos de esa entrega total a nosotros, esa fidelidad incansable que siempre llena de calidez un hogar. (O)







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