Quizás se deba a que amigos y parientes playeros me han hablado de la experiencia casi mística que significa para ellos surfear en las olas y encontrar ese “lado bueno” que les permite un control determinante en su acción. Cuando leí la columna de Fernando Balseca hace algunas semanas sobre el último libro del filósofo holandés Rutger Bregman, Dignos de ser humanos: una nueva perspectiva histórica de la humanidad, mi llamada a Fernando fue inmediata: trabajar el tema en La Revista, porque después de haber sido editor revistero de EL UNIVERSO por más de dos décadas, desde el inicio de La Revista, siempre existió muy adentro de mi corazón la crucial importancia de que la publicación sea una ventana de luz dentro de las oscuras realidades que un diario está obligado a enfocar, ahora cada segundo en la era digital.

Esta portada de “la vida que buscamos” va estrechamente ligada a una estrategia editorial que siempre seguirá con ustedes, queridos lectores, en un momento en que este editor se trepa a otras olas y otros escenarios que todavía me faltan por realizar a plenitud. Entonces, esto podría parecer una despedida, una palabra que nunca me ha gustado. Yo no puedo despedirme de un trabajo que me apasiona —comunicador— y de colegas y amigos con los cuales he compartido tantas alegrías y trifulcas, siempre con el objetivo de “surfear” adecuadamente cada tema que discutíamos.

Sí, ya no estaré cada domingo con ustedes por aquí, pero no olviden que EL UNIVERSO ha sido casi un tercio de mi vida laboral y que lo que voy a buscar en esas nuevas olas o escenarios donde me vaya a trepar es lo que he llevado conmigo con el apoyo de ustedes: “Es importante comprobar que los humanos somos capaces de realizar más acciones buenas que malas. Estar conscientes de esto puede servirnos para alcanzar una vida mejor”. Slater y Bregman lo demuestran.