La experiencia de vida nos enseña que el aprendizaje estudiantil nunca debe desligarse de un trabajo que no necesariamente debe ser parte de la vocación. Hoy, La Revista dedica un espacio a las novedades universitarias, al mismo tiempo que se profundiza en la importancia de esas primeras labores remuneradas que los jóvenes deben enfrentar mientras sus estudios lo permitan. Y esto no debe detenerse jamás, “hasta que el cuerpo aguante”. ¿Quién dijo esa frase célebre?

También recuerdo las palabras de la actriz Meryl Streep, que a sus rozagantes y productivos 72 años afirmó con una sonrisa feliz: “Sí, yo trabajo mucho, gracias a Dios; pero lo más importante es que mi trabajo viene junto a un aprendizaje de mi profesión que no se detiene jamás”. Meryl es un ejemplo de creativa perseverancia porque a pesar de todos sus triunfos actorales, ella vuelve todos los años a clases junto a jóvenes que recién empiezan a descubrir el oficio. “Esa naturalidad con la que iniciamos nuestros primeros ejercicios es auténtica, casi como la de los niños cuando juegan”, añade.

Claro está, todo va acoplado a las condiciones sociales de cada joven. Y mucho importa el apoyo de sus padres, cuando ellos pueden hacerlo. Pero la iniciativa tiene que salir de cada uno. Buscar maneras de enfrentar los costos de una vida estudiantil. Al final, todo se junta. Lo que aprendemos en cualquier trinchera laboral es parte de una formación general que no solo se dicta en las clases. Y la lección del perseverante aprendizaje de Meryl adquiere una relevancia elemental en nuestros tiempos. (O)