El ser humano prefiere vivir siempre en la certeza que vivir en la incertidumbre. Pero es inevitable sentir y vivir con el estrés que conlleva no poder controlar nuestras circunstancias al ciento por ciento.

Todos los días de nuestra vida enfrentamos nuevas situaciones, cambios en nuestro entorno que no conocemos y que nos producen el temor de errar o de perder lo que tenemos. Vivimos bombardeados de nueva información, de nuevas amenazas a nuestra seguridad, de nuevas formas de pensar y actuar, todo esto nos produce incertidumbre y con ella inquietud, temor, ansiedad, insatisfacción, angustia ante lo que nos depara el futuro.

¿Cómo hacer frente a la amenaza que suponen estos cambios y la incertidumbre que nos causan? Lo espontáneo es el miedo, la negación y el rechazo, sin embargo, esto solo agrava nuestra situación, pues los cambios se siguen dando y las amenazas continúan.

La sensación de incertidumbre puede llevarnos a un permanente estado de queja, de irritabilidad, que produzca malestar a quienes nos rodean y amamos, hasta el punto que deseen evitarnos y alejarse de nosotros.

Transformar esto requiere de nuestra parte para desarrollar las destrezas psicológicas que nos permitan programarnos para ser flexibles ante las nuevas situaciones, tomando acción sobre aquello que está en nuestro poder, y que podemos controlar.

Un ejercicio que puede ayudar a comprender estas acciones proactivas es dibujar dos círculos: uno dentro del otro. En el más grande y fuera del pequeño escribimos todos esos cambios y esas amenazas que no podemos controlar, pero aunque no quisiéramos, debemos aceptarlas como una nueva realidad. Y dentro del círculo interior, escribimos aquellas cosas que sí podemos controlar o cambiar.

Claro que todos tenemos distintos niveles de tolerancia a la incertidumbre, pero para algunos, dada su intolerancia al cambio, su rigidez emocional o un perfeccionismo patológico, puede ser necesaria la ayuda profesional y no solo su buena voluntad para lograr el cambio hacia la flexibilidad de todo aquello que no pueden controlar. Las herramientas adecuadas y un trabajo terapéutico efectivo producen otro escenario en la persona que busca tener mejor calidad de vida.

Lo único realmente cierto es que la vida es incierta. Abracemos la incertidumbre y aprendamos a vivir la vida como la aventura diaria que esta es. (O)