Cuando se creía contar con un inventario de todos los reptiles de Galápagos, aparece una nueva criatura que ni siquiera posee melanina en la piel. Se halló por casualidad en 1986, en la isla Isabela. No es fácil acceder a esta población única en el mundo, por tanto, se sabe muy poco de su historia natural y situación poblacional.

Joshua Vela se une a la expedición de la iguana rosada en julio de 2021, como productor audiovisual para Galápagos Conservancy. Es licenciado en Artes Visuales de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) y ha colaborado en la más reciente producción de BBC sobre las islas Galápagos: Eden, Untamed Planet.

“Contaba con apenas cinco días para encontrar y fotografiar a las iguanas. Solamente en ascender y en descender se te van dos días. Así que en mi segunda tarde ya estaba algo desesperado, porque no aparecía ninguna”.

El registro de las iguanas rosadas se desarrolló en julio pasado en la isla Isabela (Galápagos). Foto: Joshua Vela (cortesía).

La primera noche la expedición acampó a 550 metros de altura sobre el nivel del mar, luego de sortear campos de lava y altas temperaturas bajo el sol ecuatorial. Cada porteador carga en promedio 100 libras y debe abrirse paso a machete entre la vegetación.

El segundo día, ascendieron hasta los 800 metros, pero no aparecían iguanas. Joshua decide aprovechar la hora dorada tomando las últimas fotografías del día. Y allí la encuentra, una iguana rosada disfrutando el fresco del atardecer, porque con la piel tan delicada no pueden exponerse directamente al sol. Cuando la iguana detecta su presencia, huye despavorida. Joshua se acerca sigiloso y, dentro de una madriguera, la ve de frente, la primera iguana rosada de su vida.

Llama a los demás, y es el guardaparque Jean Pierre Cadena quien la retira de su escondite. La deben pesar, medir, fotografiar, para luego marcar. Hay una luz espectacular.

Al tercer día se enfrentan al ascenso más difícil, una pendiente de casi noventa grados. “Es una tierra muy fértil, hasta que pasas sobre las nubes, a partir de allí las capas de vegetación se van invirtiendo, culminando en la zona de pampa. Aquí comenzamos a encontrar más iguanas. Lo primero que hacen al percatarse observadas es agitar la cabeza de arriba hacia abajo, mientras te miran fijamente; cuando se dan cuenta de que no te asustas, huyen. Además, vas cargando todas tus cosas, el trípode, el dron, los lentes. A veces no tenía tiempo de sacar la cámara”. Comenta Joshua. “La iguana es un misterio para mí. Habitan un volcán con erupciones constantes. Es una especie más antigua. ¿Será entonces que el ancestro de todas las iguanas vino del norte? ¿Por qué no hay rastro de juveniles? La iguana rosada nos muestra que es necesario seguir explorando”.

La expedición logra localizar y marcar 53 individuos, todos adultos. Se estima que es una población de 211, con el 94 % habitando a partir de los 1.500 metros sobre el nivel del mar.

En agosto se realiza en Puerto Ayora un taller para definir las acciones, presupuesto y colaboradores que trabajarán en el plan de manejo de la iguana rosada. Participan diferentes organizaciones, como el Parque Nacional, Galápagos Conservancy, Island Conservation y Re:Wild. Las primeras acciones incluirán la recolección de información, la construcción de una caseta permanente en el volcán y el control de especies introducidas depredadoras.

Joshua me relata orgulloso: “Bajar me tomó cuatro horas y media, los porteadores me felicitaron y me dijeron que estaba listo para ser porteador. No puede haber mejor elogio. Son gente fantástica”. (O)