“El más grande de los pintores británicos”, dijo Kenneth Clark, célebre autor de Civilización. Allí Clark registra una visión personal de la historia de la civilización occidental a través de las obras artísticas y releva prioritariamente a William Turner (1775-1881) como uno de los ejemplos cimeros. Los cuadros del artista irradiaban una luz interior que no solo venía de sus admirables paisajes de la naturaleza, sino también de las catástrofes que arrasaban Londres.

Al igual que todos los años, en este primer domingo de enero La Revista celebra no solamente la luz que empuja a los grandes artistas, sino a los seres humanos en general. Por eso, no podíamos dejar a un lado a París, catalogada históricamente como ‘la Ciudad de la Luz’ durante siglos, y algunos de sus creadores musicales y las monumentales salas donde se escuchaban sus obras. O el reportaje sobre Ernesto Noboa Vallarino, rector-poeta de la Universidad Casa Grande que nos habla de sus luces íntimas, que a su vez se ligan con la nota de psicología en la que se analiza cómo el impacto de la luz puede ayudar a la raza humana en su salud mental.

La luz está conectada también a una actitud. Esta es nuestra segunda entrada a unos años de pandemia y a tristes tiempos en nuestra patria. Lo sentimos todos, lo sé. Pero nunca olvidemos nuestras luces propias, aquellas que nos mueven a seguir adelante y a estar unidos, en las buenas y en las malas. “Hay un boceto a cada paso”, decía Turner. La responsabilidad no es solo de nuestros líderes, sino de cada uno de nosotros. Iluminemos los caminos. (O)