El concepto que tenemos del perfeccionismo no habla muy bien de la persona que posee este rasgo de personalidad. Usualmente la caracterizamos como alguien que siempre quiere hacer las cosas de una manera completa y perfecta en todos sus detalles, imponiéndose objetivos casi imposibles de alcanzar y frustrándose (y criticándose mucho) al no poder conseguirlos.

Los perfeccionistas ven la vida en blanco o negro, sin matices: o se es perfecto o se es inútil. Por esta razón, viven pendientes de la opinión y aprobación de los demás y son muy vulnerables a ellas; de eso depende su autoestima. Ya que su única opción es demostrar su perfección, su estilo de vida genera mucho estrés, que se manifiesta como ansiedad, depresión, o reacciones obsesivo-compulsivas.

La vida de una persona así de rígida se complica aún más si también es introvertida y no comparte sus experiencias sino cuando el problema ya ha afectado su salud mental y contaminado gran parte de su interacción con el mundo.

Una de las manifestaciones más perjudiciales del perfeccionismo es el temor a fallar, lo que es muy probable si el propósito es lograr objetivos difíciles de alcanzar. Para disminuir las probabilidades de fracasar tiene que crear las condiciones “perfectas” para sus emprendimientos, lo que toma tiempo y energía, genera mucho estrés y casi nunca se consigue. Por esta razón, muchos proyectos se aplazan o no se ejecutan y muchas obligaciones no se cumplen.

Usualmente, la raíz de esta actitud hacia la vida se encuentra en una niñez dominada por padres altamente rígidos, críticos y castigadores de los errores infantiles (ellos, a su vez, probablemente víctimas de padres asimismo abusivos). Es posible también que haya un componente genético. El resultado es una persona que creció convencida de que lo que ella vale estará demostrado únicamente por los éxitos que logre; una visión muy reducida del amplio espectro de la vida.

No es fácil la terapia con una persona de estructura rígida en su mentalidad. Costará mucho esfuerzo motivarla para que abandone su esquema perfeccionista y sienta confianza en ir superando objetivos escalonadamente, aceptando que el éxito final se puede alcanzar por varios caminos (y que, si no se lo logra en su totalidad, tampoco es el fin del mundo), y que se pueden cometer errores y aprender de ellos. (O)