¿Qué pasa con la locura? La locura es la incapacidad de comunicarse. Entre la normalidad y la locura, que en realidad son una misma cosa, hay una etapa intermedia llamada “ser diferente”. Y la gente tenía cada vez más miedo de “ser diferente”. En Japón decidí escribir un libro sobre mi propia experiencia, Verónika decide morir, con voz en tercera persona, con un alter ego femenino, porque sabía que lo importante no era que yo mismo había vivido en una institución, sino los riesgos que uno corre al ser diferente, y el horror que uno experimenta al descubrirse a sí mismo como similar a los demás.

Cuando terminé fui a buscar a mi padre. Después del periodo difícil de mi adolescencia y mi adultez temprana, mis padres nunca se perdonaron por lo que me habían infligido. Siempre les dije que realmente no había sido tan malo y que la cárcel (porque estuve preso tres veces por motivos políticos) me había dejado cicatrices mucho más profundas, pero mis padres se pasaron el resto de sus vidas culpándose a sí mismos por ello.

“Escribí un libro sobre el hospital psiquiátrico”, le dije a mi padre de 85 años. “Es una ficción, pero hay páginas en las que hablo por mí mismo. Esto significa que se harán públicas mis estancias en el hospital psiquiátrico”.

Mi padre me miró y luego dijo:

- ¿Estás seguro de que esto no te hará daño?

- Sí, estoy seguro.

- Entonces vete. Estoy harto de secretos.

Véronika decide morir se publicó en Brasil en agosto de 1998. En septiembre, había recibido más de 1.200 correos electrónicos y cartas relatando experiencias similares. En octubre, algunos temas tratados en el libro (depresión, ataques de ansiedad, suicidio) fueron planteados en un seminario que tuvo repercusión nacional.

El 22 de enero de 1999, el senador Eduardo Suplicy leyó extractos del texto en sesión plenaria y logró la aprobación de una ley que llevaba 10 años en el Congreso brasileño, que prohibía internaciones arbitrarias en institutos psiquiátricos. (O)

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