El chat GPT de OpenAI ha llegado y no ha dejado de causar algunas controversias desde su lanzamiento, pues ha vuelto a poner sobre la mesa el tema de la inteligencia artificial. ¿Acaso esta podría suplantarnos?

Estos cuestionamientos no han sido nuevos, pues salen a la luz cada vez que la tecnología da un salto y cambia las formas de trabajar, comunicarse, aprender e interactuar. Desde la primera revolución industrial -usando el vapor- hasta las propuestas de la industria 4.0, la inquietud por el reemplazo de las personas en los procesos del trabajo ha sido evidente.

Aunque los procesos del pensamiento pudieran ser reemplazados, la conciencia humana -también llamada dimensión espiritual- sigue siendo un ámbito único e irrepetible de las personas.

Pero, ciertamente, hay aspectos que todavía nos vuelven inalcanzables para la inteligencia artificial. Estos aspectos son los que nos vuelven personas, como por ejemplo: la empatía, el optimismo, la misericordia, la bondad, el amor, el perdón, el liderazgo, entre muchos otros. Eso nos indica que, aunque los procesos del pensamiento pudieran ser reemplazados, la conciencia humana -también llamada dimensión espiritual- sigue siendo un ámbito único e irrepetible de las personas.

Pero volvamos a la preocupación inicial, ¿realmente puede reemplazarnos la inteligencia artificial? La respuesta es “sí, pero no”. Al igual que cuando el vapor reemplazó la fuerza del hombre, este empezó a adquirir otras cualidades que lo mantuvieron vigente. O como cuando llegó internet, se pensaba que era una amenaza para la educación y los sistemas de trabajo, pero ahora a estos no se los puede entender sin su conexión a la web.

El desafío sigue siendo el mismo, solo que la velocidad de los cambios se está volviendo cada vez más vertiginosa. Por eso, para mantener el paso serán muy necesarias las siguientes acciones:

  • Adquirir nuevos conocimientos, que no necesariamente sean en la misma línea de la formación y experiencia actuales, para amplificar la mirada y la capacidad de acción.
  • Desarrollar habilidades blandas, para gestionar las relaciones interpersonales y generar influencia en los entornos laborales.
  • Cuestionar las formas de hacer las cosas, para dejar atrás el “así lo hemos hecho siempre”.

La inteligencia artificial, al igual que muchas otras invenciones del hombre, es fascinante. Pero dependerá de algo tan humano como la conciencia para sacar el mejor provecho a esta herramienta. Por eso, los nuevos profesionales no solo deben ser competentes en la técnica, sino también ser unos gestores de cultura siempre abiertos al diálogo y la reflexión para la búsqueda de lo mejor imaginable. (O)