“Un río nunca pasa dos veces por el mismo lugar”, dice un filósofo. “La vida es como un río”, dice otro filósofo, y llegamos a la conclusión de que esta es la metáfora que más se acerca al sentido de la vida. En consecuencia, siempre es bueno recordar durante todo el año que viene:

A. Siempre estamos haciendo cosas por primera vez. Mientras nos movemos entre nuestra fuente (nacimiento) y nuestro destino (muerte), el paisaje siempre será nuevo. Debemos afrontar estas novedades con alegría, no con miedo, porque de nada sirve temer lo que no se puede evitar. Un río nunca deja de correr.

B. En un valle vamos despacio. Cuando todo a nuestro alrededor se vuelve más fácil, las aguas se calman, nos volvemos más abiertos, más llenos y más generosos.

C. Nuestros bancos siempre son fértiles. La vegetación solo crece donde hay agua. Debemos comprender que estamos para dar de beber al sediento.

D. Deben evitarse las piedras. Es obvio que el agua es más fuerte que el granito, pero se necesita tiempo para que esto suceda. De nada sirve dejarse vencer por obstáculos más fuertes o tratar de luchar contra ellos, es un desperdicio inútil de energía. Es mejor comprender dónde está la salida y luego seguir adelante.

E. Los huecos piden paciencia. De repente, el río entra en una especie de agujero y deja de correr con tanta alegría como antes. En esos momentos, la única salida es contar con la ayuda del tiempo. Cuando llega el momento adecuado, el hueco se llena y el agua puede fluir hacia adelante. En el lugar del agujero feo y sin vida, ahora hay un lago que otros pueden contemplar con alegría.

F] Somos uno. Nacimos en un lugar que estaba destinado a nosotros, que siempre nos mantendrá abastecidos con suficiente agua para que cuando enfrentemos obstáculos o depresión tengamos la paciencia o la fuerza necesaria para seguir adelante.

“Ser como un río que fluye silencioso en la noche, sin temer a la oscuridad y reflejando las estrellas del cielo. (O)

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