Las crisis de pareja son una de las dificultades más comunes en la vida amorosa de las personas.

Parte de lo que las hace tan dañinas es que, aunque a veces su causa está muy clara, también es frecuente que aparezcan en ausencia total de un motivo concreto.

Para comprender qué son las crisis de pareja y de qué manera podemos hacerles frente, hay que conocer bien cuáles son esas dinámicas relacionales del día a día que las alimentan.

A continuación veremos varias señales de crisis de pareja que alertan sobre la mala salud de la relación afectiva.

  • Sentirse culpable por no querer expresar lo que siente. Este es uno de los síntomas más sutiles de la crisis de pareja. Consiste en que uno de los dos miembros de la pareja ha estado percibiendo un malestar por mucho tiempo y no ha querido expresarlo, permitiendo que la inercia y la rutina entren a sus vidas. Paradójicamente, es una de las señales de crisis de pareja más silenciosas, pero a su vez sus efectos son muy profundos.
  • Creer que el tiempo lo arreglará todo. Ante este panorama, muchas personas que pasan por una crisis de pareja adoptan una actitud totalmente pasiva, en parte, porque ven muy complicado afrontar el problema. Así pues, algo muy habitual es hacer ver que el simple paso del tiempo lo arreglará. Por supuesto, esta es una estrategia totalmente errónea que solo lleva a frustraciones y a la creación de expectativas distorsionadas.
  • Se pierde la confianza. Si se remontan a los primeros tiempos de la relación, se darán cuenta de que antes compartían sus sentimientos y pensamientos, pero con el paso del tiempo a la pareja ya no le interesa escuchar y se pierde la comunicación y la confianza. Comienza una fase en que cada vez existen más recelos a la hora de abrirse al otro.
  • Dejar de realizar actividades en común. Las relaciones son, fundamentalmente, ese conjunto de momentos compartidos en los que se expresa el afecto y la intimidad. Si disminuye la cantidad de estos momentos, también disminuye la calidad de la relación.
  • Los encuentros sexuales son menos frecuentes. La rutina, el estrés o la monotonía pueden afectar la calidad y cantidad de vida sexual, llevando la situación a un círculo vicioso en que se pierde la intimidad de pareja, generando distancia y escaso vínculo afectivo. (O)