Estamos en pandemia, se interrumpen las clases presenciales, aumenta la violencia intrafamiliar, el crimen termina con la vida de gente inocente. Ocurre en las Galápagos, como en cualquier lugar del planeta. ¿Cómo superarlo?

“Tuve una infancia marcada por la violencia en muchos sentidos, muy dolorosa. Mi única salvación fueron los libros. Me dediqué a leer ávidamente, y mi mundo, que no era para nada perfecto, se hizo menos triste. Sin saberlo estaba haciendo terapia”. Me confía Ivanova Álvarez, encargada de la biblioteca de Puerto Ayora. “Por eso entiendo la importancia de los libros y decidí dedicarme a esta carrera”.

Ivanona no es rusa, es originaria de Zamora Chinchipe. Su nombre salió de una novela de Dostoyevski, así como los de sus hermanos emergieron de otras obras de la literatura universal. La casa familiar estaba llena de libros que le abrieron la puerta a ese mundo paralelo donde la imaginación es capaz de cualquier aventura y logro.

Foto: cortesía.

Por posibilitar que existan alternativas, luz, y diría yo, por la magia misma, las bibliotecas deberían ser una prioridad. Desde 2019 la Asociación de Guías de las Galápagos (Agipa), a través de alianzas estratégicas con la Fundación Charles Darwin y donantes (Yacht Aid Global e Igtoa), logró reabrir la única biblioteca comunitaria de Puerto Ayora en el momento más necesario, y encontraron en Ivanova Álvarez Merino la persona idónea.

“Empecé como voluntaria en la biblioteca de mi colegio y ayudando en proyectos culturales”, cuenta Ivanova. “Estudié una carrera en comunicación, luego apliqué a una certificación en operaciones bibliotecarias. Llegué a las Galápagos para hacer un voluntariado. Y me fui quedando”.

En 2022, con la experiencia obtenida en Puerto Ayora participó en un concurso de Iberbibliotecas. Y resultó la ganadora. El 20 de abril viajará a Medellín a representarnos ante bibliotecarios de doce países iberoamericanos.

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En sus inicios Ivanova se encargaba de hacer incluso la limpieza del lugar. Ella organiza y dicta talleres, promociona concursos literarios, festivales de poesía, concreta donación de materiales, crea redes de usuarios. Durante la pandemia la biblioteca imprimió cerca de 5.000 guías educativas para los niños que no contaban con Internet, convirtiéndose en el punto de encuentro entre padres, profesores y estudiantes.

De vez en cuando llegan voluntarios, en su mayoría turistas de yates privados, pero Ivanova sigue siendo la mujer “orquesta”, aunque sueña con contar con el presupuesto para un segundo colaborador.

Porque los proyectos son muchos: los jueves se celebra la hora del cuento, cada mes los usuarios frecuentes llegan a 200, y se organizan hasta cuatro talleres. Se maneja un grupo de WhatsApp con 170 miembros. Han sido más de 270 actividades desde 2019, con una sola bibliotecaria.

Foto: cortesía.

“Tenemos 2.500 libros donados. Sin embargo, una biblioteca no se mide por la cantidad de libros sino por las actividades de dinamización. La biblioteca no es un trabajo, es un proyecto de vida. Yo deseo aportar a la infancia con las cosas que a mí me ayudaron. Una biblioteca no es un espacio muerto ni triste. Es vivo, alegre, resiliente”.

Desde 2019 se ha logrado restaurar el edificio, adquirir nuevos libros, muebles, computadoras, obtener servicio de Internet, además de contratar a Ivanova. Para continuar con este magnífico trabajo se requiere de un presupuesto anual de $ 30.000. Tu aporte mejorará la calidad de vida de los niños de Santa Cruz; les dará alas para soñar. (dona en https://www.gofundme.com/f/a-library-for-the-galapagos-and-the-world).