Validar es la clave para conectar con el otro, es la perla de la comunicación y suele confundirse con halagar.

Se cree que validar es decirle al otro lo positivo y darle retroalimentación que le deje saber sobre sus cualidades o su buena conducta.

Pero validar es más que eso. Validar implica que ante cualquier emoción o situación de tu hijo, de alegría o de tristeza, de cumplimiento o incumplimiento, de éxito o de fracaso, de cobardía o valentía, le des “valor” a su emoción y le hagas sentir que eso que le ocurrió, eso en lo que ha fallado, son cosas que pasan, no es el único en el mundo, es natural sentirlo y tú lo comprendes.

Validar se expresa a través de frases como: “Comprendo que te haya dado miedo”, o “explícame que es lo que más te cuesta de esta materia”, o “ese enojo que sentiste cuando tu amigo te hizo picar era lógico que lo sintieras”, o “eso da muchísima vergüenza, me imagino que estuviste mal cuando sucedió”.

Validar es hacerle sentir al otro que no es juzgado por lo que siente o le ha pasado. Es no interpretar, ni tratar de encontrar causas y razones inmediatamente. Validar no es querer transformar inmediatamente lo que siente, diciéndole, por ejemplo: “No deberías sentirte así”, o “eso te ha pasado por esto y lo otro”.

Tal como lo haces cuando te vas a tomar un café con una amigo o amiga, si te cuenta algo, tú tratas de comprenderlo, no lo juzgas, ni le das un sermón. Primero lo comprendes, quizás después lo aconsejes, si es que eso es lo que pide de ti.

Claro que estarás pensando, pero yo tengo que formar a mi hijo… no es mi amigo.

Sí, pero para ser efectivo, primero tienes que conectar. Si no, ni siquiera te va a escuchar, va a hacer como que te escucha. Eso no te sirve de nada, ni a ti ni a él.

Una vez que has validado a tu hijo, entonces tendrás vía libre para aconsejarlo, ayudarlo y formarlo. Aprende esta destreza que hará la diferencia en la comunicación y conexión con tu hijo. (O)