Una esperanza desbocada, llena del ansia por alcanzar lo deseado, muy bien merecería llamarse “esperansia”. Y puede tener sus propios versos:

Cansado de escucharme, junto a mi esperansia, silencio enterró mi voz, donde hablar es callar al revés, humanear es deseo por descubrir, escuchar: meditar del sonido, y dudar es precipicio...

Esperansia (2019) es el más reciente libro de Ernesto Noboa Vallarino, experto en innovación, docente y poeta de 55 años, quien recientemente asumió el cargo de rector de la Universidad Casa Grande avalado por sus títulos: Ph. D. en Dirección de Empresas (Universidad de Navarra, España), Master in Business Administration (MBA, de la MIT Sloan School of Management, Massachusetts, EE. UU.) e ingeniero mecánico (Universidad de Dayton, Ohio, EE. UU.).

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Sin embargo, a pesar de todos esos títulos y etiquetas, Ernesto se autodenomina sencillamente como un emprendedor holístico, es decir, en varios escenarios, cuyo proyecto máximo es la familia que por 30 años ha construido con su esposa, Mónica Baquerizo, y sus siete hijos.

Ser emprendedor involucra una búsqueda constante que, en el caso de Noboa, lo ha llevado por diversidad de caminos salpicados de satisfacciones y también tropiezos, pero que le han permitido sentar de manera clara sus prioridades. “Tengo cinco propósitos en la vida: escribir libros alternativos que incomoden (textos fuera de la corriente principal), inspirar a emprendedores para llevarlos a su alto rendimiento, estar incondicionalmente para el equipo de mi vida (su familia y colaboradores cercanos), colocar alas fuertes en cada uno de mis hijos para que vuelen alto y ser generoso en el amor conyugal”. Todos sus esfuerzos apuntan firmemente a cumplir esos objetivos, los cuales lo mantienen focalizado.

El ser humano en poesía

Después de haberse graduado en la universidad, laboró durante 10 años en cargos directivos en Jabonería Nacional, empresa fundada por su familia en 1911 y vendida en el 2000. Y desde entonces se ha dedicado a aprovechar esa experiencia en las áreas de la consultoría empresarial, educación (laboró del 2005 al 2019 como profesor del IDE Business School) y las artes.

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La música iluminó su vida desde muy joven, aunque recién a los 30 años de edad decidió estudiar batería por cuatro años en la Academia Preludio. Sin embargo, la literatura fue el arte que lo atrapó de manera definitiva en el 2002, mientras estudiaba su doctorado en España.

La nostalgia por el desarraigo en el extranjero lo motivó a escribir su primer poema, el cual publicó una década después en su primer libro, Tres whiskys para pasar la borrachera (2012), texto que buscó compartir “tres sabores” de historias humanas. Le siguieron La tormenta de los desquiciados (2013), en el cual experimenta con el idioma a través de grafías, malabares ortográficos y palabras inventadas; Restricciones (2014), que emplea palabras con las 5 vocales para describir patologías humanas; qIp y q/b (2015), que mantiene los experimentos idiomáticos; Cuartos de mujer (2016), cuya voz narrativa es femenina; El último niño (2018), nacido de sus vivencias infantiles, y Esperansia (2019). Y el próximo año prevé lanzar su octavo texto.

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“Me interesa muchísimo la condición de ser un humano… Cada poema está abierto a la interpretación y cada lector lo recibe de manera distinta”. Todos están firmados con el pseudónimo Jota Kintana, ya que uno de sus antepasados, el insigne poeta Ernesto Noboa y Caamaño, tenía el mismo nombre.

Medianos plazos

Mucho tiempo nos hemos creído embrujos del día, demasiado tiempo. ¿Cuánta alma faltará, para llenar mi desapego? Porque el contrario del alma no es la maldición, sino aquel miedo que nos desesperansia.

Así habla con su poesía, la cual es uno de los grandes emprendimientos de su vida. Para todos ellos mantiene una estrategia que suena como un buen consejo para que otros logren encender luces renovadas en este nuevo año. “Está comprobado científicamente que sobreestimamos aquello que podemos lograr en el corto plazo y subestimamos lo que podemos lograr en el mediano plazo. Baso muchas de mis decisiones personales en ese concepto. Por ello, yo dijera que veamos el 2022 como el inicio de proyectos a mediano plazo, por ejemplo, a tres años, para que nos brinden una luz transformadora”.

Agrega: “Pensemos cómo queremos vernos para el 1 de enero de 2025. Y veámonos de forma ambiciosa... Lo importante es que no te veas chiquito, no te veas igual, no te veas con temor. Debes verte grande en tus logros”. Eso es innovar, enfatiza.

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La búsqueda del legado

Noboa aclara que su vida no es perfecta, por ello busca abordar los problemas como oportunidades con diversidad de posibilidades. “Podemos esquivarlos, sortearlos, pulverizarlos, hacerlos irrelevantes”. Gracias a ello pudo conseguir inversionistas que le aseguren una larga vida a LabNex (Laboratorio de Negocios Exitosos), plataforma digital que codesarrolló con socios para formar una comunidad de emprendedores enfocados en la innovación.

El rectorado de la Universidad Casa Grande es otro gran emprendimiento de este 2022. “Este no es un trabajo administrativo. Es un emprendimiento extraordinario en un sector que llevo en la sangre: la educación”. Para ello dice haber encontrado un equipo fantástico en esa institución, también comprometido con la innovación, y con quienes espera seguir construyendo algo que debería ser esencial para todos, y que puede renovarse y fortalecerse al inicio de cada año.

No importa cuán joven seas, la palabra legado debe estar en tu léxico. Así podremos trabajar con enfoque en aquellos aspectos que nos apasionan”. De esa manera hallaremos esa luz de la esperansia que nos ilumina el alma. (I)