Desde el pasado lunes, a partir de las 21:00, ha retomado su espacio en la mayoría de los hogares ecuatorianos (y en los comentarios de las redes sociales, que los ubica como tendencia cada noche). La vemos calificando platillos, texturas, sabores. Riendo en cada grabación con sus compañeros, los chefs Carolina Sánchez y Jorge Rausch, y con la presentadora y anfitriona Érika Vélez.

Irene González Alcívar, quien se uniera a la producción de Teleamazonas en la segunda temporada, es parte de los jurados de MasterChef Ecuador, reality de cocina que esta semana ha estrenado su cuarta edición con 23 participantes de distintos rincones del país. Asertiva en sus opiniones, concreta a la hora de calificar y consciente del tipo de ganador que se busca en la producción, este Diario conversa con ella durante una de las pausas en las grabaciones del programa que se desarrollan en Colombia.

Guayaquil es su ciudad natal, pero Bogotá se convierte en su segundo hogar durante los dos meses y medio de grabaciones de la competencia. Su vida está plenamente ligada al rubro gastronómico. Cuando no está en los estudios de televisión junto a las cocinas de MasterChef Ecuador, sus días –laborales– transcurren al mando de Il Buco Trattoria, Il Buco Pizzería y de la línea de productos empacados al vacío y congelados, Il Buco a Casa. “He ido transformándome a la medida de la experiencia y de las vivencias que se tienen aquí en las grabaciones de los programas y a medida también de lo que uno va creciendo con los conocimientos que se deben de tener para poder tener criterio para juzgar muchos platos, de muchas procedencias, con muchas creaciones. Cada año que pasa lo que hago es entrenarme más gastronómicamente para poder juzgar los platos de manera objetiva”, dice Irene mientras está atenta al llamado para retomar la grabación.

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Notoriamente feliz, por la llegada de un nuevo integrante a su familia y por el amor y detalles que también recibe de su novio, el guayaquileño José Luis Estrada (53), Irene (51) nos permite conocer un poco más de la mujer que vemos en pantalla.

“Estar concentrada para poder juzgar al plato y no a la persona dentro de las creaciones que hace, porque llega un momento en que empiezas a conocer su personalidad y recorrido, debemos ser muy objetivos”, Irene González.

¿Durante el transcurso de la competencia es difícil no sentirse involucrado con alguno de los participantes, se le ha dificultado calificar en algún momento del programa?

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Lo que pasa es que cuando tú te involucras en este tipo de programas, existen mucho las personalidades y actitudes que cada personaje adquiere, una forma de actuar y de expresarse. Definitivamente no es que llegas a identificarte sino a evaluar esa parte humana del ser humano que es también ver cuánto esa persona puede dar, porque la presión que se vive, contra el tiempo, por un reto que no se puede manejar o que por desconocimiento te ganan los nervios, es muy interesante ver también esa participación que tienen los cocineros en su parte humana, de su carácter. También es interesantísimo ver todos estos retos de campo que son hechos para sacar a ese cocinero. Tú llegas con un concepto de lo que vas a llegar a hacer, no el proceso que vas a tener para llegar a hacer. Esto te da MasterChef, sacar lo mejor de esas personas, para luego analizar que la parte negativa que tuviste se transforma. Es interesante ver cómo llegaron los cocineros y cómo después se van, esto es lo apasionante de este concurso. A veces pueden pensar o decir por qué somos tan exigentes, pero eso es la vida misma y a mayor admiración hay más exigencia. Lo más bonito es eso, que las nuevas personas que vienen traen mayor compromiso al entrar.

¿Cuál ha sido su temporada más difícil de calificar?

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La parte más difícil de calificar en MasterChef es cuando topan la parte muy humana y vemos mucho sus antecedentes de vida, sus recorridos, sus vacíos, sus alegrías y sus penas. Yo soy muy emotiva en ese sentido y trato de ser muy objetiva, porque cuanto tú juzgas un plato basada en emociones tienes que trabajar muy bien en ser muy crítica, en separar esa parte. Justamente para sacar toda esa parte del cocinero que quieres ser, porque juzgar un plato que no está bien a una persona que ha tenido una parte emocional y abrirse en un reto, es difícil decir tu plato no está bueno.

Está vinculada a la gastronomía, pero ¿Irene es o no chef?

No, yo me he cultivado en la parte de los procesos gastronómicos, es decir, además de tener un restaurante y haber vivido una vida gastronómica porque en mi familia todos cocinan, me incliné más a la parte empresarial gastronómica. Yo analizo los procesos correctos de la producción y elaboración con los ingredientes de un plato. Esto me permite poder conjugar los ingredientes correctos para analizar un plato. De hecho, nosotros como familia, mi hijo, entró a trabajar conmigo, entendió mucho este tema y con él trabajamos los procesos de nuestros ingredientes del restaurante para llevarlos a un plano industrial. Industrializamos los productos de nuestra marca y se venden en todos los supermercados del Ecuador.

¿Cuántos restaurantes tiene a su cargo?

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Teníamos cuatro, el problema fue que con la pandemia tuvimos que quedarnos con las anclas más importantes para sobrellevar, por eso ahora estamos con Il Buco Trattoria, Il Buco Pizzería e Il Buco a Casa.

¿Qué ha aprendido en las cocinas de MasterChef que antes desconocía?

El aprendizaje es a diario, porque ningún chef puede saber absolutamente todas las preparaciones del mundo, porque la gastronomía además de ser muy creativa tiene muchas aristas, no solamente del país, sino de regiones. Lo que hacemos nosotros, todos los que somos jurados es que estudiamos mucho. En el caso personal mío, yo estoy todo el año capacitándome en las diferentes áreas gastronómicas, tanto por país como por técnica, estoy todo el tiempo cogiendo cursos, salgo a especializarme mucho, experimento mucho los sabores en los viajes, en restaurantes y eso te va dando un bagaje para poder evaluar de una manera mucho más objetiva y seria un plato.

La vida detrás de ‘MasterChef’

¿Ha tenido la oportunidad de cocinarle al chef Jorge Rausch?

Hemos tenido la oportunidad de cocinar juntos algunas veces, de cocinarle y cocinarnos.

¿Qué les ha dicho de sus platos?

Él es un bello, él no nos va a criticar nunca si está bueno o malo, él nos da unos tips. Bueno a mí más que a la chef Caro que tiene una estrella Michelin y yo la respeto y admiro muchísimo. Tenemos una complicidad muy chévere entre los tres, yo creo que cada uno aporta, de cada experiencia, de cada conocimiento, algo. Hacemos algo muy homogéneo entre los tres, coincidimos mucho y eso nos ha hecho tener buena química, realmente nosotros vivimos y convivimos dos meses y medio en el mismo metro cuadrado y hablamos mucho de vivencias, técnicas, de platos, entonces nos ha hecho poco a poco estar compactados. Tenemos diferencias, obviamente.

¿Con quién tiene más diferencias? Dicen en las redes que en ocasiones han existido fricciones con Carolina.

No, para nada. Realmente la chef Caro es fantástica, se acopla muy bien, tiene muy buen carácter, créeme que te mentiría si te dijera que tengo alguna diferencia o fricción con alguien, realmente fluimos superbién, nos reímos cuando estamos fuera de cámara, tenemos una linda relación que ha crecido durante estos tres años.

¿Y con Érika?

Con Érika también. Érika es la horrorosa que nos encuentra, si nos ve dormidas, nos agarra, es la paparazzi, le tenemos pavor. Yo cuando me quedo dormida trato de hacerlo correctamente porque sé que me va a agarrar o si estoy bailando sé que me va a agarrar. Yo ya sé que ella está con la cámara. Tenemos un grupo fantástico, no solamente como jueces y equipo, que hay más de ciento y pico de personas, es una ciudad trabajando por nosotros acá en los estudios. Son dos meses y medio que dejamos paralizados nuestros negocios.

¿Cuántas horas de grabación?

De lunes a sábado, diez horas de grabación, ocho, doce, dependiendo de la dificultad de los retos que se ponen, a veces se graban dos programas en un solo día, a veces se graba uno. Estamos en Bogotá, nos quedamos y no nos regresamos hasta que terminen las grabaciones que son de lunes a sábado.

¿Cómo es la vida en Bogotá?

Nos atienden muy bien, tenemos departamento desde la primera vez que llegué acá, estamos muy bien atendidas y protegidas. El equipo de acá es muy cálido.

Y la casa en Ecuador, ¿cómo queda?

Mi casa queda organizada, ya voy a ser abuela, ya tengo hijos casados. Tengo tres hijos, uno de 31, 29 y 20, y mi otra hija no está aquí en Ecuador, mi casa está como sola (ríe).

¿Quién le dio el título de abuela?

Mi hijo mayor, Juan Fernando, que salió gastronómico, estudió Administración de Empresas y se especializó en la industrialización de los alimentos, él es quien lleva la batuta en los procesos industriales y venta.

¿Cuándo nacerá su primer nieto o nieta?

En junio, aún no sabemos. Sería mi primer nieto.

La mujer detrás de Irene

¿Quién es el dueño de su corazón?

Él se llama José Luis Estrada y efectivamente es un compañero que tiene ya cuatro años conmigo y ha sido mi apoyo de verdad, porque no es fácil tener una relación y que te digan chao, me voy dos meses y medio, hasta luego. Él fue el primero que me dijo: ‘Es una oportunidad maravillosa para tu crecimiento, te encanta esto, has sido siempre crítica con tu trabajo’. Él fue el primero que me apoyó y es increíble cuando tienes al lado a alguien que te hace crecer, esa persona te hace admirarla. Hay una gran admiración de mi parte hacia él y bueno, me viene a visitar cada quince días.

Como piloto...

Exactamente, le sacamos el jugo a su estadía, viene a visitarnos acá al estudio, es bien querido en el medio del trabajo, lo aprecian mucho.

¿Cómo se conocieron?

Bueno, éramos amigos de toda la vida y dejamos de vernos porque cada uno hizo su vida. Nos encontramos en una fiesta, los dos ya divorciados, independientes, y nos encontramos vestidos de blanco. Ni él ni yo íbamos a ir y nos encontramos en el bar de la fiesta, y yo le hice una broma y comenzamos a hablar de nuestras vidas. Le dije que parecíamos los enfermeros de la fiesta e hicimos clic. Comenzamos a conversar como amigos, él me empezó a llamar, fue una relación muy fluida, muy natural y pues ya, desde ahí nunca más nos separamos hasta el día de hoy.

¿Han pensado en matrimonio?

Sabes que ya me propuso matrimonio y se lo acepté (procede a mostrarnos con mucha felicidad su anillo de compromiso y nosotros a emocionarnos junto con ella).

¿Cómo se dio la petición de mano?

Cumplimos años de relación el 10 de agosto, en el Grito de la Independencia, irónicamente. Fue a mi casa, estuvimos conversando, él es muy chistoso para dar regalos, me hace buscar por la casa como gallinita ciega, y me da en una caja de aire acondicionado, me hace chistes y le gusta ver las reacciones al abrirla. Me llega con el chiste de la caja de regalo sorpresa y al empezar a abrirla tenía algo lindo escrito hasta que encontré la cajita con el anillo. Así fue mi pedida y la verdad que mis hijos muy contentos. Tiene muy buena afinidad con ellos. (E)