Por Soleil Barragán, especial para La Revista *

“Me llamo José Escobar; he trabajado en la Plaza Grande 54 años”. José Escobar es un lustrabotas, tiene 59 años, y labora en el centro histórico de Quito. El lustrabotas es el encargado de lustrar y limpiar el calzado de eventuales clientes, haciendo uso del betún, lijas, cepillos y otros implementos. ”El primer proceso de lustrar un zapato es lijarle. Segundo proceso, preparar el color. Tercero, tiene que quedar bien nuevamente la lijada. Luego, se cepilla para que salga el polvo, ya queda tinturado y ya queda bien”, explica José mientras lustra un par de zapatos.

Este trabajo lo realizan personas de todas las edades, incluso niños de 5 años. A esa edad fue cuando don Escobar empezó a manejarse con los cepillos y lijas.

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José Escobar tiene 54 años como lustrabotas en la Plaza Grande (Quito). Foto: Soleil Barragán (cortesía).

10 dólares diarios

Me gustó desde pequeño el trabajito, yo desde pequeño lo hacía como un juego. Después ya fui creciendo más, y era como un pasatiempo. Y ahora que ya formé un hogar, esto es un oficio para mí. De aquí saco para solventar el hogar”, nos narra. ”Claro, le he cogido el gusto, tantos años...”, responde cuando le preguntamos si le gusta el trabajo.

José dice que, en un buen día de trabajo, un lustrabotas gana alrededor de 10 dólares. De ese dinero se saca parte para comprar instrumentos de limpieza para el oficio. ”No me alcanza para comprar cosas importantes; pero para la comidita, eso sí me solventa”, dice.

Él comenta que su madre limpiaba botas cuando era más joven. Ahora, ella trabaja vendiendo dulces y caramelos en un puesto junto al de él, y lo acompaña todos los días.

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Es hereditario: primero mis abuelitos, después mis papás, de ahí salgo yo; todos lustrabotas... Desde pequeños aquí ha habido gente que estudiaba y trabajaba a la vez, y se graduaron, son profesionales, salieron adelante, ahora ya son hasta políticos”, detalla.

José terminó la escuela y aprendió a leer y a escribir, pero tiene una visión interesante con respecto al aprendizaje. “Le digo una cosa: mejor que los preparados son los analfabetos, porque a ellos les meten todo al cerebro, cualquier cosa que van a hacer, al cerebro les llega, no a la hoja”, comenta.

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“Hasta cuando Dios me dé vida, este es mi oficio y con esto me distraigo y me mantengo”, dijo José cuando le preguntamos hasta cuándo pensaba trabajar limpiando botas en la plaza.

Los presidentes más recordados

“Se conversa de todo con los clientes, aquí se les quita el estrés. Cuando me conversan cosas tristes, lo que les pasa, sus penas, entonces yo les cuento las mías y los cachos. Les hago olvidar, les hago sonreír. Por eso a mí me llaman La Amargurita, porque me cuentan sus amarguras”, dice don José.

A poca gente que tiene esta clase de trabajos callejeros le alcanza para vivir con lo que gana en el día a día. ”Dolarizado no alcanza para vivir, se fue para abajo. Antes de que entre el Jamil había sucres, ahí era bonito todavía, daban vuelto”, dice melancólicamente José.

Un trabajador como José Escobar, que trabaja en la Plaza Grande, ha visto pasar a muchos presidentes del Ecuador. Él mismo nos da sus opiniones sobre algunos de estos presidentes.

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Se jodió cuando entró Correa: ha hecho algo bueno, pero la mayor parte, mala. Una, dejar libre el consumo de drogas. Otra, que la gente de una edad ya no pueda trabajar. La otra, que hay gente que falta preparación, pero sí tiene conocimiento y ya no puede trabajar”, opina.

Al presidente actual le veo bien por ahora (Guillermo Lasso). Ahorita todavía le veo con la aplicación de las vacunas, está todavía medio tranquilo, aunque los indígenas están protestando por el alza del combustible. Ahora, hablando de la política, es bueno que haga una subida de combustible una vez al tiempo, pero ¿con qué finalidad? Con ese dinero haga valorar a los trabajos, que ya la gente está sin trabajo ahora. Que las empresas vuelvan a contratar gente”, agrega.

Cuando le preguntamos cuál era el presidente que, a su criterio, fue el mejor, nos respondió sin dudarlo: Jaime Roldós, porque él, personalmente, sacó a la gente que no estaba apta para los trabajos en las oficinas. Él no quería escuchar a la gente pelucona, él quiso hacer algo por el país, por esa situación lo mandaron a eliminar. Yo lo vi en la plaza. Regalaban artículos de aseo, medicina gratis. Cuando entró ‘don Correa’, hubo corrupción, decían ‘gratis’, y al rato que iba, cobraban”, dijo.

José Escobar tiene 54 años como lustrabotas en la Plaza Grande (Quito). Foto: Soleil Barragán (cortesía).

Tiene 14 hijos

Finalizando, José nos cuenta sus anécdotas e historias con picardía. ”Venían los clientes de mañana, con un zapato de un color y el otro de otro color; aquí ya se daban cuenta, porque yo les decía”, indica riendo.

Yo tengo catorce hijos. Llegué a tener diez mujeres. Ahora me admiro, ¿qué les pasa a los hombres para que paguen las manutenciones? Las mujeres a mí me pagaban para tenerlas al lado. Yo estaba gordito, porque me traían el desayuno, el motecito. Ya no es así”, comenta. Los compañeros de José, lustrabotas igualmente, le dicen El Mozo de la Plaza. “Ya va a salir en televisión”, comenta uno; “el más buscado”, dice otro.

“Pensamos que todos estamos iguales, pero no es así. Ahora con estas relaciones humanas que nos dan, capacitaciones, nos van formando más personalidad para poder estar charlando con toda clase de gente que nos rodea. Para mí es una satisfacción”, cuenta tranquilo.

Cuando vamos a lustrarnos el calzado, no se sabe quién está detrás, la historia de esa persona. José es uno de tantos personajes modernos y característicos de la ciudad de Quito, un humilde lustrabotas. (I)

* 16 años de edad y cursa el segundo año de bachillerato. Su interés es estudiar Comunicación Social y fotografía. Instagram: https://www.instagram.com/soleil_fotos/