Su doble pasión de vida es evidente: conversar con Alejandro Fajardo sobre la actuación y el teatro (su faceta mediática más conocida, quizás) es igual de fascinante que comentar con él los detalles del funcionamiento del ojo humano. “Imagínate que es el único órgano conectado directamente al cerebro”, me explicó durante esta entrevista que tuvo lugar en el consultorio optométrico que comparte con su padre, Manuel Fajardo, en Urdesa.

Esa tarde fue un día tranquilo, con pocos visitantes, aunque Alejandro puede llegar a atender entre seis u ocho pacientes en una jornada mucho más ocupada. Pero al llegar a su final, le deja la misma sensación de plenitud que una función cumplida con éxito en el teatro. “No quiero dejar la óptica nunca”, afirma. “Y me encanta porque esto es una ciencia exacta y a mí me encantan las ciencias exactas, como también la Física, y no es que haya sido un gran estudiante, pero no era bruto, solo vago”, recuerda entre risas.

Así, para Alejandro no se trata de seguir con una profesión familiar por obligación, sino de un interés personal y profesional que durante todos estos años como actor (calcula cerca de 20) le permite tener también cierta independencia económica y organizar su propio tiempo.

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Alejandro Fajardo protagonizó 'Sin salida' a inicios de este año en el Teatro Sánchez Aguilar. Foto: El Universo

Con un perfil más discreto que otros de sus colegas mediáticos, Alejandro admite que le huye a la prensa rosa y cualquier tipo de escándalos. “Sabes que creo que le caigo mal a las personas porque no ‘acolito (sinónimo guayaco de solapar)’ mucho”, vuelve a reír. “No es que quiero caer mal, pero no siempre doy mucha apertura. Tengo compañeros con quienes trabajo que les encanta y están pendiente de eso y cuando ponen un micrófono, salen en cámara, pero yo trato estar un poco más atrás, siendo lo más educado posible, pero no me interesa ese ámbito”. Tampoco se ve como un rostro político, además del personaje que interpretó en Dignidad (2017) junto con Andrés Crespo.

Graduado de Cine en Colombia en la escuela Black María, Alejandro apuesta este 2023 por la dirección y la escritura, aunque a través de su propio proceso creativo. “No sé escribir, pero tengo una idea que quiero montar, entonces estoy haciéndolo al revés: en lugar de escribir y comenzar a montar, quiero tener algo montado para comenzar a escribir”, explica. “Como yo estudié Cine originalmente, mi proceso es visual y es algo que he notado en cineastas que me han dirigido en teatro como Javier Andrade y Sebastián Cordero, que cuidan muchísimo la parte visual de la obra, la paleta de colores y eso me encanta de ellos”.

¿Cómo fue volver a trabajar con Sebastián Cordero en ‘Sin salida’?

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Me gustó volver a trabajar con Sebastián porque Rabia (2018) fue un poco más grande y trabajamos más en grupo, pero en Sin salida sí fue fue un poco más individual y esa oportunidad con Sebastián yo nunca la había tenido. Fue chévere llegar a trabajar este personaje uno a uno solo con él y luego ya con mis compañeras (Érika Vélez y Liz Rezabala). Coincidimos con Sebastián en que es un personaje que iba a tener una transformación y cada vez íbamos descubriendo más y más cosas sobre García. Me atrajo mucho poder transitar ese rol.

¿Cuáles son los personajes que más te han marcado?

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El Amante (2009), que hicimos junto a Alejandra Paredes y Jaime Tamariz fue mi primer protagónico y un texto de Harold Pinter, uno de mis dramaturgos favoritos. Aprendí mucho con ellos y comencé a hacer mi propia búsqueda. Sin embargo, creo que casi todos los personajes han aportado bastante. También el primer personaje que tuve en cine con Prometeo deportado le dio mucha seriedad en mi carrera y un enfoque más claro de lo que estaba buscando.

¿Cómo ha sido vivir este momento cultural y teatral en Guayaquil?

Me emociona muchísimo ver que hemos coincidido mucha gente con las mismas ganas de trabajo. Todos hemos crecido y el aporte de cada uno desde diferentes áreas, lo teatral, audiovisual, la fotografía o escenografía… Coincidimos en un momento preciso y es lo que podría haber sido como el impulso inicial para comenzar a hacer cosas. Lo interesante es que no sea parado y hemos siempre buscado cómo hacer que la industria se haga más grande. Vamos muy lentos, pero ahí vamos.

Alejandro y su padre, Manuel Fajardo. Foto: Francisco Verni. Foto: El Universo

¿Te ha tentado más la televisión?

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Hice televisión (Secretos, 2014) porque quería trabajar con compañeros. Fue chévere, aunque es algo que te quita todo el tiempo y es desgastante. Es un ritmo que me gusta, pero que por mi otra profesión (la optometría), no me permite entregarme del todo. La televisión sí te quita casi todo el día, no te deja tiempo libre y yo también necesito mi tiempo, porque es algo que he defendido toda mi carrera, porque así puedo ejercer mis dos profesiones tratando de balancearlas. Y en ese sentido sí trato de cuidarme mucho, podría esclavizarme por un sueldo en televisión, me iría muy bien, pero el tiempo es mucho más valioso, hasta para descansar.

¿En algún momento pensaste dejar Guayaquil para hacer carrera en otros países?

He tenido varias ofertas, pero en Guayaquil me mantienen los nuevos proyectos, aquí pasan cosas y esa es una de las razones por las que regresé de Colombia en 2004. También ya tengo 50 años y no me gustaría irme y empezar de cero en otro país, si no con algo concreto. Amo que mis compañeros vayan porque son experiencias que van a traer y de las que todos vamos a aprender.

Vestuario y accesorios: INDIE. Foto: El Universo

¿En qué ámbito te sientes más cómodo?

El teatro y ahora sí lo digo de frente y sin dudarlo. La vida que tiene el teatro es única.

¿Y cómo reaccionó tu papá cuando le dijiste que querías ser también actor?

Para él fue como ‘ya estás grande, es tu decisión’. Pero finalmente aquí estamos, recibiendo a nuestros pacientes y ahora él es mi fan número uno, conversamos sobre las cosas que hago, no se las pierde nunca.

En Sin salida también quedó al descubierto tu buen estado físico, ¿cómo te mantienes?

Toda mi vida me han gustado los deportes y cuando viví en Colombia tuve la oportunidad de hacer deportes extremos que me parecen lo más bacán por la adrenalina. También es interesante el desafío físico al que te llevan los deportes porque cosas que no podías hacer, luego ya las comienzas a lograr. En la alimentación también me he cuidado, es ya una constante en mi vida, aunque tampoco soy inflexible, puedo comerme una pizza entera en una sentada, solo que no lo hago todos los días.

¿Cuántos tatuajes tienes y qué significan?

Entre 15 y 16 tatuajes y este año me haré otro. Cada uno es un momento en mi historia, así lo que he querido ver y me hice el primero en 1994, en Colombia, y el último fue 2021.