Peces y estrellas de mar nadan sobre una especie de gran alfombra verde creada por el alga Caulerpa chemnitzia que se observa en el sustrato marino. El paisaje se muestra tranquilo hasta que un grupo de buzos con las manos y ayudados de una gran manguera empiezan a succionar el alga.

Los trozos de esta planta son enviados a gavetas ubicadas en una embarcación que está en la superficie del único arrecife que tiene Galápagos que se llama Wellington y se ubica en la isla Darwin. El objetivo de este procedimiento es tratar de reducir esta gran alfombra que ha formado la Caulerpa chemnitzia, ya que esto no permite el crecimiento de especies nativas y puede afectar el ecosistema del arrecife.

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A través de varios monitoreos, la Dirección del Parque Nacional Galápagos (DPNG) determinó la presencia de esta alga en al menos el 30 % del arrecife que tiene una extensión de diez hectáreas.

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El alga se ancla al sustrato y crece sobre colonias de coral de cualquier especie, así como también sobre esponjas, corales blandos y otros organismos, alterando la dinámica ecológica debido a la disminución de la entrada de luz solar, insumo necesario para mantener con vida los corales.

En 2021 se inició un plan piloto para evidenciar el impacto del alga sobre el arrecife y aplicar estrategias de control que ayuden a minimizar su efecto sobre los corales. Durante el 2022, la DPNG continuó con el monitoreo y desarrolló técnicas de manejo para buscar un método de control.

A mediados de ese año se implementó la extracción manual sobre la superficie cubierta y succión mecánica del material retirado. Este 2023 se planifica la aplicación de este método para evaluar su beneficio y posible uso a gran escala.

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“Pocos meses después de la primera extracción, en diciembre, revisamos la zona donde el alga había sido extraída y observamos que había recuperado espacio nuevamente en el área ya controlada. Este hallazgo nos da ciertos indicios de la rapidez con la que puede crecer el alga si las condiciones son apropiadas”, señala Jenifer Suárez, guardaparque responsable del proyecto.

Esta alga n deja crecer ni que le llegue luz del sol a especies nativas de Galápagos. Foto: Cortesía Dirección del Parque Nacional Galápagos

Según la experta, esta especie es altamente competitiva por lo que su comportamiento se considera invasor. Si se fragmenta o se rompe, estos pedazos tienen la capacidad de formar nuevas plantas lo que hace que se extienda como un monocultivo.

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“Hemos delimitado el área del arrecife para saber el porcentaje en donde está la Caulerpa y cercano al 30 %. Hemos hecho varios experimentos de extracción del alga tanto manual como mecánica. Desprendemos el alga con las manos y la enviamos por la manguera para que caiga en una especie de cedazo”, afirma Suárez.

La Caulerpa chemnitzia se puede catalogar como una especie criptogénica, es decir, se desconoce parcial o totalmente el verdadero rango original de su distribución geográfica, por lo que no es posible segregarla como nativa o adventicia (que se desarrolla de forma extraña o fuera de su lugar habitual) respecto a un territorio determinado. Esta alga ha estado bastante tiempo en Galápagos, pero su comportamiento agresivo es relativamente reciente.

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Este proyecto de monitoreo y evaluación de esta especie cuenta con el apoyo financiero del Fondo para Control de Especies Invasoras de Galápagos y la asesoría técnica de la Fundación Charles Darwin (FCD).

El arrecife Wellington está formado principalmente del coral de agua caliente, el cual llega a tamaños de entre 2 y 4 metros de altura en algunos lugares, además de varias colonias de Pavona spp. y Pocillopora spp, las cuales suman a un total de 21 especies reconocidas de corales pétreos, según estudios de la FCD.

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Sin embargo, en un momento hubo 17 arrecifes coralinos estructurales esparcidos por Galápagos, algunos con más de 500 años. Pero todo eso cambió después de 1983 cuando se registró el fenómeno de El Niño Oscilación del Sur (ENOS). ENOS trajo impactos devastadores llegando a una mortalidad del 97 % de los corales y del blanqueamiento en las poblaciones restantes. Wellington fue el único que sobrevivió. (I)