Los pumas acechan al ganado caprino introducido por los habitantes al bosque seco, ecosistema que se mantiene en las haciendas ubicadas en las inmediaciones de la Reserva La Ceiba del cantón Zapotillo, en la provincia de Loja.

El conflicto de los ganaderos con la fauna felina salvaje crece desde hace décadas en el lugar y ha propiciado que desde las comunidades se armen excursiones para cazar a los pumas, pese a que está prohibido ya que se trata de una especie silvestre.

Los chivos, más lentos que las presas naturales habituales del puma, son fáciles de capturar por el felino, considerado el segundo más grande del continente americano. Es la opción que la queda ante la escasez de venados y saínos, los que en el pasado eran comunes en el bosque seco pero sus poblaciones se han reducido por el alto nivel de intervención en el ecosistema.

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La situación llevó a que cinco científicos de las ONG Asociación de Conservación e Investigación Japu y de Naturaleza y Cultura Internacional ejecuten un plan piloto de pintar ojos en los alrededores de la cola de los ejemplares para reducir el ataque de los pumas.

La tarea empieza al amanecer del viernes 10 de septiembre último cuando entran a uno de los corrales que albergan centenares de chivos.

Los dueños de las cabras, como también se conoce al ganado caprino que se cría en la zona, están reacios y ya los esperan en sus propiedades desde las 06:30 de ese día.

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Al inicio solo quieren permitir que se dibujen los ojos a una docena de sus chivos, como máximo. No tienen fe en la táctica y creen que no funcionará; pero al observar que la técnica de pintado es rápida y no hace daño a su ganado, acceden.

Al final permiten que más de sus ejemplares lleven el dibujo.

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El trabajo empieza enseguida. Mientras dos mantienen quieto al ejemplar, el tercero coloca el molde en los alrededores de la cola del animal y con un aerosol dibuja en segundos lo que parecen ser ojos en las partes traseras.

“Estábamos puliendo la metodología. En un poco más de dos horas, hasta las 09:30, pintamos unas 200 cabras, y así fuimos trabajando”, indica Darwin Martínez, de Naturaleza y Cultura Internacional (NCI), que maneja dos reservas en Zapotillo, La Ceiba y Cazaderos.

Los chivos se alimentan del follaje natural en el bosque seco, por lo que salen de sus corrales a partir de las 09:30 cada día y empiezan a retornar desde las 18:00.

En esos periplos, fuera de la protección en las haciendas, son vulnerables a los pumas que los acechan.

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Incluso, algunos pasan la noche en el bosque y también son presa. Hay familias de la zona que registran entre 40 y 60 chivos muertos por pumas al año.

La segunda jornada diaria de pintado de ojos falsos se inicia cuando los chivos retornan a los corrales desde las 18:00 y se mantiene hasta las 21:00.

“Al inicio están tranquilos, pero mientras más pasas en el corral se estresan, unos son más quietos, otros empiezan a patalear, se asustan y se mueven al escuchar el espray, entonces sí es trabajo”, menciona Martínez.

En dos jornadas diarias realizadas en tres días seguidos se pintan ojos en 626 cabras de haciendas de cuatro comunidades, que están en la zona de amortiguamiento de La Ceiba.

El método parece funcionar, ya que con decenas de cabras mezcladas se ve como una multitud en constante alerta ante los depredadores.

Los científicos dibujan ojos en las inmediaciones de la cola de las cabras en Loja para disuadir el ataque de pumas. Foto: CORTESÍA

La estrategia se ha usado en el continente africano para evitar el conflicto de las comunidades con la fauna silvestre felina y proteger al ganado con resultados positivos.

Los pumas, al igual que el resto de especies de felinos, atacan por emboscada o sorpresa, dice Martínez. “Siempre por la espalda de sus presas, pero al sentirse observados no reaccionan con la cacería. El objetivo es que el felino sienta que es observado y no proceda con el ataque. Uno mismo como persona se confunde, entonces esperamos que el puma caiga en el truco”.

Al final, los mismos comuneros colaboran con el pintado tras vivir por años una situación compleja que les ha dejado pérdidas económicas.

Ahora están pendientes de cuánto durará la pintura. Estiman que unos dos meses, como máximo.

La crianza de chivos ha hecho que el bosque seco se mantenga

En otros proyectos se han colocado collares en los pumas para observar sus movimientos en Loja. Foto: CORTESÍA

Si bien el conflicto persiste y afecta a la población de pumas del lugar, la presencia del ganado caprino ha evitado el crecimiento de la frontera agrícola, ya que los ganaderos necesitan del bosque seco para que sus chivos se alimenten.

Es decir, una actividad ganadera que se ha convertido en una puerta de contención de la tala y para evitar la transformación del bosque seco, uno de los más amenazados del mundo, en sembríos o pastizales.

La falta de agua de lluvia y de condiciones climáticas más adversas ha impedido también la siembra de pastizales, entonces todo ha coadyuvado para mantener al ecosistema del bosque seco.

Los chivos colaboran en mantener al bosque seco, hábitat de fauna silvestre, pero su presencia implica un conflicto que afecta a una de sus especies, en este caso, al puma.

Como se trata de bosques intervenidos y agotados además por la caza, el puma se quedó sin sus presas naturales. De ahí que ahora cace a los chivos.

Cristian Barros, presidente de Japu, ONG que se centra en la Costa porque es una región con altos vacíos de información para conservación, asegura que el pintado de los ojos falsos se hace de forma selectiva para proteger a las crías y a las chivas lecheras.

“Dejamos sin pintar a los ejemplares más viejos. El objetivo es reducir la matanza de chivos por parte de los pumas, ya que este seguirá cazándolos ante la escasez de sus presas naturales”, afirma.

La idea es que se alimente de las cabras más viejas, que ya son menos productivas.

Otra táctica para reducir los ataques es encerrar el ganado y no soltarlo todo, pero aquello implica emplear más tiempo y producir alimentos para darles en los corrales, lo que es complicado por las condiciones climáticas extremas.

“Las vertientes se secan, el tiempo está impredecible”, indica Barros, quien también participó en el pintado del 10 al 12 de septiembre.

Las jornadas de pintado seguirán cada mes durante un año. De ahí se evaluarán los resultados, agrega Barros. (I)

Los científicos dibujan ojos en las inmediaciones de la cola de las cabras en Loja para disuadir el ataque de pumas. Foto: CORTESÍA