Si algo hemos aprendido los seres humanos de la actual pandemia es que no podemos ignorar las advertencias de los científicos sobre riesgos inminentes de seguir devastando los bosques y relacionarnos de forma directa con la vida silvestre.

Aun así, con la crisis económica profunda que viven la mayoría de países, entre ellos Ecuador, se avizora que ninguna nación al menos de nuestro continente tendrá, al corto plazo, la capacidad de reorientar fondos reclamados para la recuperación sanitaria, social y económica pospandemia, para invertirlos en esfuerzos exclusivamente climáticos.

Sin embargo, entes como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Fondo para los pueblos indígenas de América Latina y el Caribe (Filac) señalan que se necesita un enorme esfuerzo colectivo en términos de creatividad e innovación para encontrar políticas e inversiones que nos ayuden a recuperarnos de la pandemia y que, al mismo tiempo, contribuyan a mitigar y favorecer la adaptación a la crisis climática.

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Por eso, a través del estudio Los pueblos indígenas y tribales y la gobernanza de los bosques, instan a los gobiernos a colaborar con los pueblos indígenas del continente para proteger a los bosques de sus territorios, ya que esto cumple con los requisitos previamente mencionados.

Son pueblos ricos en cultura, conocimientos y bienes naturales, pero también entre los más pobres en cuanto a ingresos y servicios y entre los más afectados por la pandemia en cuanto a su salud y sus economías. Apoyarlos para proteger y manejar sus bosques permitiría recuperar o crear cientos de miles de empleos forestales, agroforestales, turísticos, educativos y culturales, así como evitar la posibilidad de nuevas pandemias, además de otros beneficios sociales, ambientales y culturales”, indica Julio Berdegué subdirector general y representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe.

También ofrece la posibilidad de movilizar cientos de millones de dólares anuales de fuentes internacionales, pues la evidencia demuestra que cuidar esos bosques es una de las formas más baratas de evitar la emisión de dióxido de carbono, una misión que ha sido asumida por todo el planeta.

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La compensación por servicios ambientales ofrece una oportunidad inmejorable para incrementar los beneficios que reciben las comunidades por cuidar sus bosques y proveerlas con los recursos necesarios para hacerlo.

Esta compensación puede tomar varias formas, pero la más común son los pagos por servicios ambientales. Los principales programas de pagos por servicios ambientales que compensan a las comunidades indígenas y tribales por sus servicios ambientales han sido los de Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México y Perú.

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Estos programas han financiado a cientos de comunidades indígenas para conservar más de cuatro millones de hectáreas de bosques, dándoles un estímulo adicional preferencial para conservar sus bosques. Por lo general, estos planes han logrado resultados ambientales positivos, pero los impactos sociales han sido limitados.

“Han logrado reducir la pobreza de forma modesta y la mayoría de los beneficiarios están satisfechos, pero todavía esto no se traduce en mejoras en los activos familiares”, añade el estudio.

El programa Socio Bosque, en Ecuador, es uno de los programas instaurados, desde 2008, para conseguir esta meta y, además, ha ayudado a reducir la frecuencia de conflictos de tenencia en los territorios indígenas y afroecuatorianos.

Se ha pagado a comunidades con el fin de conservar bosques, páramos y manglares, reducir las emisiones de carbono y los incendios forestales y mejorar las condiciones de vida de la población rural.

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Los recursos son utilizados para la contratación de guardabosques comunitarios y la construcción de trochas de demarcación o de cortafuegos de incendios, construcción de caminos, casas comunales y la creación de fondos para crédito, salud, emergencias, educación y apoyo a personas de la tercera edad.

Unas 196 comunidades, con más de 240.000 habitantes de todas las regiones del país, han firmado acuerdos de colaboración, comprometiéndose a cuidar 1’450.000 hectáreas de bosques y otra vegetación.

Los estudios sobre Socio Bosque han arrojado resultados positivos. La tasa anual promedio de deforestación en los distritos donde se implementa el programa se redujo de −1,09%, entre 2000 y 2008, a −0,18%, entre 2008 y 2016. En los distritos donde no opera Socio Bosque, la deforestación se incrementó en el mismo periodo y lo que ha llevado a Ecuador a ser uno de los países con la mayor tasa del continente.

Se estima que entre 2008 y 2014 los contratos comunitarios evitaron la deforestación de 11.227 hectáreas de bosques.

Pese a estos resultados positivos, el programa ha sufrido retrasos en los pagos que han generado quejas en los comuneros. La FAO y Filac concuerdan en que hay la necesidad de ampliar este programa e incluso aumentar el rubro que se paga por hectárea (cerca de $9).

Además, se deben implementar planes para compensar a las comunidades por realizar actividades silvícolas sostenibles y de reforestación productiva.

“A pesar de la eficacia comprobada de estos instrumentos y las amenazas crecientes para los bosques de los territorios, la tendencia regional parece apuntar a reducir el financiamiento para estos programas. Resulta urgente ampliar la compensación por servicios ambientales en estos territorios a un ritmo que se corresponda con la magnitud del problema”, señala el informe.

En el Valle del Cauca, en Colombia, los pueblos indígenas ayudan en la conservación de los bosques. Foto: Ana Reyes.

Uno de los datos alarmantes que muestra la investigación es que en Ecuador las concesiones petroleras abarcan casi la mitad (48%) del área en los territorios indígenas amazónicos, y esto explicaría una buena parte de la degradación forestal en esas áreas. También puede ser una razón para que algunos estudios concluyan que otorgar títulos a los territorios indígenas ha sido menos eficaz a la hora de evitar la deforestación en ese país.

Otra de las iniciativas que se presentaron para lograr un monitoreo real del estado de los bosques en Ecuador es el Índice de Integridad del Paisaje Forestal. Esta herramienta es impulsada por la organización internacional Wildlife Conservation Society (WCS) y sus socios científicos.

La herramienta permite visualizar los cambios que degradan muchos valores de los bosques, de manera que los encargados de formular políticas y tomar decisiones vean dónde se encuentran las áreas forestales que sobreviven en buenas condiciones.

Las personas pueden acceder a la información a través de la página web www.forestlandscapeintegrity.com. El índice permitirá a Ecuador identificar áreas prioritarias para la conservación por su alta integridad ecológica y zonas donde se requieren esfuerzos de restauración. (I)