Energía solar ya no es una “apuesta” de las empresas ecuatorianas sino una inversión por el planeta aunque hay trabas burocráticas que pueden entorpecer su implementación

La generación de energía solar para su utilización en los procesos productivos se expande entre las empresas ecuatorianas. Es que el uso de este tipo de electricidad no solo es que ahora se considera un ahorro en costos, sino que también es una inversión por el planeta.

Este miércoles, 1 de marzo, la empresa de comida rápida KFC inaugura su propia planta fotovoltaica ubicada en Quito. Tendrá capacidad para generar 1,5 megavatios y, por ahora, abastecerá a trece restaurantes de la marca ubicados en distintos sectores de la capital.

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La planta está ubicada en la localidad de Intag, a 30 kilómetros de Quito. No se ha instalado cableado que lleve la energía hasta los locales, sino que lo que estos restaurantes consuman en luz de forma mensual será devuelto al sistema nacional de electricidad en energía solar que será inyectada por la planta de KFC. La inversión es de 1,1 millones de dólares. Se espera dejar de emitir 638 toneladas de CO2.

“La energía fotovoltaica es la que transforma de forma limpia y directa la luz solar en electricidad y esto no encamina en nuestro modelo de gestión sostenible. Además, la energía que se produce con paneles solares es inagotable y no contamina”, dice Javier Cruz. gerente de Gestión y Asuntos Corporativos del Grupo KFC.

El ejecutivo indica que la utilización de energía solar en la mayoría de sus restaurantes será un tema progresivo. La idea es también ubicar paneles solares en los establecimientos para que se autoabastezcan.

En tanto, Manacripex empresa dedicada a la cría, pesca y exportación de pescado, también invirtió, en este año, en un sistema de energía solar que está ubicado en el techo de sus instalaciones que están en Manta. Kelbis Zambrano, líder del proyecto y vocero de la compañía, afirma que si bien el sistema les genera un ahorro de entre el 25 % y el 30 % mensual en electricidad, su principal motivación fue por ayudar al planeta y el medioambiente. La inversión asciende a 370.000 dólares y genera 0,3 megavatios por medidor con opción a ampliarlo a un megavatio.

“Hemos instalado 600 paneles solares con dos inversores. Este año tenemos presupuestado invertir 700.000 dólares más para ayudar al medioambiente de forma progresiva. Es la primera empresa en nuestro segmento que apuesta por la energía solar”, afirma.

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El sistema fue instalado en enero y hasta el momento han logrado dejar de emitir doce toneladas de CO2 al ambiente de forma mensual. Zambrano afirma que la instalación del sistema no toma más de dos meses, pero que se demoraron más de ocho meses debido a trabas de la burocracia.

“En CNEL (Corporación Nacional de Electricidad) sacar un permiso es complicado. Para estos temas deberían dar una gran facilidad. El Ministerio del Ambiente no nos facilita ningún permiso porque nos dice que primero instalemos, veamos cómo funciona y luego dan el permiso. En cambio, para ser beneficiarios de la reducción de impuestos por implementar estos sistemas nos piden desde el principio permisos ambientales, es una contradicción”, cuestiona.

Provefrut, dedicada a la exportación de vegetales congelados, es otra de las empresas que han invertido en la energía solar. La compañía está ubicada en Cotopaxi y tiene una planta, desde 2021, de 2.000 paneles que generan más del 8 % de la energía que consume su planta de producción.

“Hemos dejado de emitir 600 toneladas de CO2 hasta la fecha, lo que se compara con la siembra de más de 56.000 árboles. También se ha logrado un ahorro de 175.505 dólares”, dice Javier Pérez, jefe de mantenimiento de Provefrut.

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Los tres ejecutivos concuerdan en que la utilización de energía solar para los procesos productivos se incrementará en los próximos años. (I)