Hasta la década de 1940 Quito tenía humedales en lo que era la gran laguna de La Carolina, lo que hoy se conoce como el parque La Carolina, y pantanos en el sector de Turubamba, lo que actualmente es el sur de la capital. Estas zonas servían como sitios de alimentación y descanso para las gallaretas púrpuras (Porphyrio martinica) que migran desde la Costa hasta la Sierra entre los meses de diciembre y abril.

Sin embargo, estos humedales fueron desecados (desaparición o transformación de estas zonas que compromete el suministro de los servicios ambientales que prestan) para dar paso a la expansión urbana descontrolada. Como las gallaretas púrpuras ya no tienen dónde alimentarse y descansar terminan extremadamente agotadas lo que hace que se posen en los jardines de las viviendas o en parques.

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Las personas al ver un ave del porte de una gallina y de color púrpura que no se mueve o lo hace lentamente tratan de manipularla en algunos casos. En otras situaciones la reacción es agresiva y terminan lastimando a la gallareta, dice Diego Cisneros, director general del Hospital de Fauna Silvestre Tueri. Es por esto que Cisneros ha trabajado en una guía, que la difunde en redes sociales, para que las personas sepan qué hacer cuando ven a estas aves.

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Publiqué esta guía porque puntualmente hay ciertos momentos, de enero a abril, cuando nos llegan un montón de estas aves al hospital. Unas nos llegan muy deshidratadas, otras golpeadas, otras solo necesitaban descansar”, dice.

La guía también sirve para saber cuándo la gallareta necesita atención médica. Si el ave está alerta, vuela bien y no presenta fracturas o heridas, entonces debe estar alejada de perros y gatos y que el jardín sea un espacio seguro para que esté tranquila hasta que prosiga con su viaje.

Pero si está agotada, no puede volar, se ha chocado con una ventana o está en un lugar inseguro, la guía recomienda que hay que ubicarla, con mucho cuidado, en una caja de cartón limpia y con agujeros para que circule aire. Luego poner la caja en un lugar seguro, lejos de mascotas y donde el sol llegue de forma directa, explicar a la familia la importancia de no molestar al ave y colocar un recipiente con agua dentro de la caja para que la gallareta no se deshidrate.

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Finalmente llamar a la Policía Ambiental, a través del ECU911, para que se lleve al ave o si se está en Quito se pueden comunicar de forma directa con el hospital Tueri.

Las gallaretas al ver que no consiguen alimento en Quito y su alrededores emprenden el viaje de retorno a la Costa. El problema es que tampoco tienen zonas en donde descansar. En áreas urbanas y rurales los vehículos las atropellan.

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Otro de los graves problemas que enfrentan también es la gran cantidad de perros y gatos en malas situaciones de manejo, ya que estos las agreden o las matan. Además, sus hábitats naturales en la Costa también se han reducido o desaparecido, especialmente en Guayaquil y Milagro.

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En el valle de Quito no existe ningún humedal natural, laguna, pantano. Carchi tiene lagunas, Imbabura también tiene, Cotopaxi y Chimborazo igual, pero Quito no tiene nada”, afirma Cisneros.

Las aves que llegan a la capital son bastante juveniles. En Ecuador todavía no hay información sobre los procesos complejos de sus migraciones. Con la poca información que se tiene, compilada por colectivos ciudadanos como Aves Ecuador, Aves Quito y también con los datos del hospital Tueri, se ha podido detectar la estacionalidad en la capital los primeros meses del año.

La Fundación Zoológica del Ecuador también ha recibido gallaretas púrpuras para su rehabilitación. Las aves han sido llevadas por la Policía Ambiental: “Las condiciones ambientales, la necesidad de alimentarse, refrescarse y la fatiga que involucra su viaje ocasionan que las aves desciendan a tierra para descansar”, asegura la institución. Según la Lista Nacional de Aves, las gallaretas púrpuras están en la categoría de preocupación menor. (I)

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