La cercanía con zonas pobladas de Guayaquil y su condición de aislamiento pasa factura al Bosque Protector Cerro Blanco (BPCB), cuyas 6.078 hectáreas se extienden al noroeste de la ciudad.

A los problemas de caza furtiva y señales de leucismo (resultado de la endogamia, que es la reproducción entre individuos de ascendencia común) en una pareja de monos aulladores se suma la presencia de perros asilvestrados a esta área protegida administrada por Fundación Pro-Bosque.

Cristian Barros, presidente de la Fundación JaPu, afirma que durante la ejecución del estudio ambiental, que se hizo en conjunto con Fundación Proyecto Sacha y el apoyo de Pro-Bosque, se colocaron cámaras trampa en la zona turística del sitio en conservación.

Publicidad

Ahí fue donde se evidenció a dos grupos de coatíes de nariz blanca o cuchuchos (Nasua narica) con sarna. El coatí juvenil hembra capturado en diciembre del 2020 era integrante de uno de estos grupos.

Esta investigación derivó en el artículo científico sobre el ejemplar de coatí hembra que murió por sarna y moquillo. La primera se origina por la presencia del ácaro Sarcoptes y la segunda por el distemper (moquillo) canino, ambas enfermedades asociadas y transmitidas por los animales domésticos.

Tras confirmarse la noticia, los miembros de JaPu volvieron a instalar 24 cámaras trampa con la ayuda de los guardaparques de Pro-Bosque para dimensionar el alcance de esta problemática situación.

Publicidad

Los resultados fueron poco alentadores. “El objetivo era evaluar el alcance de esta enfermedad sobre la fauna silvestre. Estas cámaras nos permitieron obtener muchos datos sobre las zonas donde se ha extendido la sarna, aunque también nos proporcionó información sobre especies raras o consideradas extirpadas en el bosque, pero que siguen estando ahí”.

Los cuchuchos afectados por enfermedades transmitidas por los perros asilvestrados que hay en el Bosque Protector Cerro Blanco, área protegida ubicada hacia el noroeste de Guayaquil. Foto: CORTESÍA CARLOS COELLO PAYNE

Abel Gallo, director de conservación de JaPu, indica que durante los últimos dos años de estudio en el lugar han evidenciado la presencia de estos perros asilvestrados, los cuales forman grupos (manadas) y recorren grandes extensiones de terreno en busca de presas. “Son una amenaza directa a la población de especies nativas, generando un desequilibrio en el ecosistema”.

Publicidad

Esto solo es la punta del iceberg”, dice Gallo, ya que el proyecto de cámaras trampa actual que ejecuta JaPu ha “evidenciado más individuos contagiados de esta afección dérmica en zonas que creíamos que los perros asilvestrados no se encontraban”. Estos últimos llegan a puntos muy adentro del bosque protegido, que están alejados incluso de las áreas turísticas y de campamento.

Son un total de 30 cuchuchos afectados y Barros ha observado también fotos de saínos de collar blanco con sarna en Cerro Blanco captadas por las cámaras trampa del ecólogo Juan de Dios Morales. Y se han encontrado indicios de la enfermedad en la zona llamada quebrada Cóndor, ubicada cerca de la caseta jaguar de Pro-Bosque

Los perros asilvestrados estresan a la fauna nativa del bosque persiguiéndolos, añade. “Tenemos secuencias con cámaras trampa de fauna silvestre huyendo de perros asilvestrados y por las entrevistas hechas a moradores nos comentan que sí los cazan y comen”.

La fauna silvestre como el venado de cola blanca es perseguida por las manadas de perros ferales que ingresan al Bosque Protector Cerro Blanco.

La Fundación JaPu realiza estudios con cámaras trampa a lo largo de la cordillera Chongón Colonche, que bordea parte de la costa de Guayas, Santa Elena y Manabí, y solo ha reportado la presencia de perros asilvestrados en el Bosque Protector Cerro Blanco.

Publicidad

“Cerro Blanco está enfermo, está aislado del resto de la cordillera Chongón Colonche, esto ha generado que se corte el flujo genético entre poblaciones, ocasionando el empobrecimiento genético que ya evidenciamos con los dos monos aulladores con leucismo que reportamos, sumado al problema de invasiones, cacería ilegal, tala ilegal y de perros asilvestrados que están transmitiendo enfermedades a la fauna silvestre”, indica.

Es hora de prender las alarmas, añade Barros. “Los perros no tienen la culpa, ellos solo tratan de sobrevivir, los culpables somos los seres humanos, pero debemos tomar acciones pronto, antes de que sea tarde”.

Una de las soluciones sería extirpar estas manadas de perros asilvestrados ya que la fauna silvestre es prioridad dentro de un área protegida a más de conectarla con el resto del bosque que queda de la cordillera Chongón Colonche, coinciden los especialistas.

Se desconoce si estos perros tienen actualmente un dueño. (I)

Las cámaras trampa colocadas en el Bosque Protector Cerro Blanco han captado a perros asilvestrados que persiguen a la fauna silvestre del sitio.