Parecía una pequeña bola de felpa café en una esquina de la jaula. Era difícil saber qué animal era, ya que no realizaba ningún tipo de movimiento. Solo cuando la veterinaria lo tocó se pudo divisar una diminuta cabeza, una boca negra y brazos que terminan en garras. Es una cría de oso perezoso.

Llegó hace unos días a las instalaciones de la fundación Proyecto Sacha, ubicada al norte de Guayaquil. Los especialistas, por experiencias previas, creen que su madre fue cazada por seres humanos para consumir su carne. A la cría le espera un largo proceso de rehabilitación para tratar de devolverlo a su hábitat.

Diagonal al perezoso hay una termocuna. Dentro de ella se puede observar dos animales muy pequeños abrazados entre sí. Tienen diminutas trompas alargadas y un pelaje brillante. Son dos crías de oso hormiguero que al ser levantados por la veterinaria empiezan a mostrar una actitud juguetona y amigable. Ellos llegaron a Sacha por tráfico de fauna silvestre.

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En este momento tenemos más de diez bebés. Animalitos que han llegado desde el día cero de su nacimiento hasta los 30 días que son los considerados neonatos. Actualmente tenemos ocelotes, nutrias, osos hormigueros, zarigüeyas, osos perezosos, lechuzas. Todos tienen una necesidad de atención diferente”, indica Eliana Molineros, directora de la fundación.

Dos crías de oso hormiguero, víctimas del tráfico de especies silvestres, se recuperan en las instalaciones de Proyecto Sacha. Foto: Jaime Freire.

Todos han sido afectados por actividades humanas, ya sea tráfico de fauna, expansión urbana y agrícola o simplemente la falta de conciencia y respeto por otro ser vivo que algunas personas suelen tener.

Molineros cuenta que hace poco le llegó una camada de lechuzas cuyo nido estaba en el techo de una vivienda. Los propietarios de la casa llamaron a la Policía Ambiental para que “las saquen”. Hace unas semanas la organización denunció que a una lechuza adulta le cortaron sus garras con una tijera. El ave falleció. El caso tuvo gran impacto en las redes sociales y la ciudadanía pidió a las autoridades ambientales dar con los responsables.

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En tanto, 21 viviñas juveniles llegaron a Sacha al ser decomisadas cuando eran vendidas en Marcelino Maridueña. Los delincuentes pintaron las aves de naranja y les aplicaron, probablemente, un proceso que conlleva bañarlas en cloro y les cortaron las alas.

Una camada de lechuzas llegó, hace pocos días, a las instalaciones de Proyecto Sacha. Foto: Jaime Freire

Cuando son crías, las especies silvestres necesitan mayor atención profesional para tratar de salvarles la vida y empezar su proceso de rehabilitación, adaptación y posible liberación. Sin embargo, todo esto resulta sumamente costoso para fundaciones como Sacha.

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Se requieren equipos como incubadoras, nebulizadoras, oxígeno, personal capacitado que los atienda las 24 horas y los siete días a la semana. Además, la fundación importa leche especializada de países europeos, compra, a diario, pollo, frutas, huevos y cría gusanos y cucarachas.

Los costos ascienden entre $ 300 y $ 400 diarios solo para los cuidados de los animales que están en maternidad.

No vamos a negar la atención veterinaria a los animales, pero todo esto nos infla mucho el presupuesto. Cuesta más mantener a un animal bebé que uno adulto, ya que estos últimos solo pasan hasta ocho días en nuestras instalaciones y luego se los libera o van a un centro si se determina el cautiverio. Las crías permanecen un mínimo de 30 días con nosotros”, afirma Molineros.

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Lastimosamente ver crías de animales silvestres en Sacha es un cuadro doloroso que se repite constantemente. Un estudio realizado por la organización ambiental Wildlife Conservation Society indica que Ecuador fue uno de los países de Sudamérica que lideró las cifras de tráfico de animales silvestres en 2020, pese a la paralización de actividades generada por la pandemia.

“Hay muchas cosas que deberían cambiar. Debemos apostar a una visión diferente donde los animales sean considerados como parte fundamental de nuestras actividades y no como algo que podemos tener e invadir su hábitat. Nos estamos apropiando de sus espacios”, señala Molineros.

Las crías de zarigüeya también llegan a Proyecto Sacha. Las personas matan a sus padres porque las confunden con ratas. Foto: Jaime Freire

Fundación Sacha puede seguir ayudando a los animales silvestres gracias a las donaciones tanto económicas como de insumos como, por ejemplo, huevos de gallina o codorniz, pollo, frutas: “Dos huevos nos sirven para alimentar a un loro cuatro días, cualquier donación nos sirve. Recibimos mantas, jeringuillas, sueros”.

Los alimentos e insumos médicos los reciben en sus instalaciones ubicadas en Urdesa Norte, avenida 1.ª 110A y calle 1.ª y 2.ª. Las donaciones económicas se pueden realizar en la cuenta corriente 1400625249 del Banco Internacional a nombre de Fundación Proyecto Sacha. (I)