Pese a una larga historia de explotación, los bosques de polylepis son fundamentales para los ecosistemas andinos de Ecuador. Aunque su distribución está fragmentada siguen proveyendo de servicios ecológicos, como el equilibrio hídrico de los páramos y refugio de flora y fauna endémica.

Debido a la importación de este árbol, desde el año 2019, la Fundación Aves y Conservación con el aporte técnico y financiero de Acción Andina y Global Forest Generation implementa el proyecto Recuperando los Ecosistemas Alto Andinos.

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Acción Andina es una iniciativa de restauración del bosque alto Andino liderada por la Asociación de Ecosistemas Andinos (ECOAN) con el financiamiento de Global Forest Generation y tiene como misión proteger y restaurar un millón de hectáreas de ecosistemas alto Andinos en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela durante los próximos 25 años.

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Actualmente se ejecutan 18 proyectos en 5 países de América Latina y se han sembrado más de 2 millones de árboles nativos con la participación directa de comunidades indígenas y el apoyo de organizaciones de la sociedad civil.

En Ecuador, el proyecto implementa viveros forestales comunitarios para la propagación de Polylepis pauta y Polylepis incana. Paralelamente, se desarrollan protocolos de propagación para otras especies de árboles, entre ellos: pumamaqui, arrayán, cedro y varias especies de arándanos que son fuente de alimento para la fauna nativa y tienen un alto potencial para emprendimientos comunitarios.

Juan Carlos Valarezo, director ejecutivo de Fundación Aves y Conservación, cuenta que, desde el 2019, el proyecto se lleva a cabo en el noroccidente de Pichincha en la Reserva Yanacocha y zonas circundantes de Alambi y Nanegal; conjuntamente con la Fundación Jocotoco y la Comunidad Alambi.

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La siembra de nuevos árboles es realizada por viveristas de las comunidades beneficiadas por el proyecto y con apoyo de Fundación Aves y Conservación. Foto: Cortesía Juan Carlos Valarezo

En el nororiente, se iniciaron los procesos de restauración en el año 2020 en convenio con el Fondo para la Protección del Agua (Fonag) en el Área de Protección Hídrica Ponce Paluguillo, donde se capta el agua que abastece a más de 1′500.000 de habitantes de Quito.

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En tanto, en 2021, iniciaron los procesos de restauración en Imbabura en el Complejo Lacustre de Mojanda, en las Áreas de Protección Hídrica Mojandita Curubí (declarada en 2020) y en el Área de Protección Hídrica Otavalo Mojanda (en proceso de creación). Estás zonas han sido priorizadas por ser la fuente del agua para más de 200 mil personas de centros poblados de Imbabura y comunidades de la nacionalidad Otavalo; y donde se conservan algunos de los últimos fragmentos de bosque andino y bosque de Polylepis de la provincia. El proyecto se implementa con el apoyo del Municipio de Otavalo, la dirección zonal 1 del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica, y la comunidad.

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El proyecto tiene un componente altamente comunitario. Nosotros identificamos las zonas donde se va reforestar y en donde no se hará un cambio en el uso del suelo”, dice Valarezo.

La iniciativa establece viveros comunitarios y cuyos costos de implementación asume la Fundación Aves y Conservación. La financiación contempla la compra de insumos, la capacitación de los viveristas (en su mayoría mujeres) y un estipendio para quienes trabajan el vivero y ayudan en la siembra de las especies nativas.

Las plantas permanecen entre seis y siete meses en el vivero para monitorear su crecimiento. Luego, durante la temporada lluviosa, comienza la siembra que también está a cargo de la comunidad que también recibe un estipendio por este proceso. Después se realiza un monitoreo y mantenimiento de las plantas ya sembradas.

Los árboles son sembrados en viveros comunitarios. Foto: Cortesía Juan Carlos Valarezo Foto: Juan Carlos Valarezo Ortega

En 2022, el proyecto se extendió al Bosque Protector de la Cuenca Alta del Río Pita y a la Hacienda Yanahurco, localizados en las provincias de Pichincha y Napo, respectivamente. Esta zona constituye un corredor de conectividad entre los parques nacionales Cotopaxi, Cayambe Coca, Antisana, Reserva Colonso Chalupas, Bosque Protector Pasochoa y una de las áreas de conservación hídrica administradas por el Fonag. En esta área, Aves y Conservación trabaja en conjunto con la empresa Casabaca, la comunidad Loreto Pedregal y las Haciendas Loreto Pedregal y Yanahurco.

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Cambio climático ejerce presión sobre el ecosistema páramo y su avance ante la pérdida del hielo es lento

Valarezo afirma que se han enfocado en la siembra del polylepis porque es un árbol que solo se encuentra en los Andes y cuyas poblaciones han sido devastadas, ya que se utilizaba mucho para la construcción de cercas para el ganado, la producción de carbón y para elaborar artesanías. Este árbol toma mucho tiempo en crecer y si se espera una regeneración natural se debe esperar “cientos de años”. Aves y Conservación, con al siembra programada que se realizará en noviembre próximo, superará el medio millón de árboles sembrados.

El polylepis es de los árboles que tiene mayor altitud en el planeta. Son de ecosistemas andinos y están íntimamente ligados a las comunidades indígenas”, señala. Los páramos ecuatorianos, donde se genera el agua dulce del país, están siendo presionados por la ganadería, la construcción de pistas para vehículos 4x4, basura, la quema controlada de pajonales para dar paso a la agricultura y el cambio climático, añade el experto.

Varias especies nativas, entre ellas el polylepis, son sembradas por la iniciativa en las zonas de páramo en Ecuador. Foto: Cortesía Juan Carlos Valarezo Foto: Juan Carlos Valarezo Ortega

En Ecuador hay ocho especies de polylepis , cuyo estado de conservación depende de la variedad y el nivel de presión antropogénica al cual están sometidas, lo que ha llevado a que siete estén consideradas vulnerables por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. (I)