Si usted ha sudado, gritado, se ha emocionado y se ha divertido con cada partido de fútbol de la reciente Copa del Mundo, este artículo es para usted, si es que desea entender mejor a qué se deben todas esas emociones experimentadas durante este último mes.

Diario EL UNIVERSO consultó este hecho con la doctora Glenda Pinto Guevara, de nuestro staff de especialistas.

Lo que sucede cuando nos enfrentamos a un hecho emocionante

Para poder comprender lo que pasa en nuestro organismo frente a emociones estresantes, en este caso por la final del Mundial de Fútbol, debemos primero comprender cuándo una emoción de estrés se trasforma en peligrosa o malsana para el organismo y cómo se produce esa reacción dentro del cuerpo.

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En primer lugar, dejemos claro que las emociones no son malas per se, son reacciones naturales e instintivas de nuestro organismo que cumplen con una función adaptativa frente a situaciones que nos suceden y que nos permiten implementar una respuesta como resultado de esa percepción.

Sin embargo, se puede convertir en una reacción anormal o negativa por su exceso. Es decir, cuando quien lo padece se deja llevar por la percepción de riesgo de manera continua, sobredimensionada o poco apropiada. El aprender a determinar si la respuesta estresante es adecuada o no, frente a determinada situación, es parte de un proceso posterior realizado por la corteza prefrontal, las estructuras parietales y temporales, quienes adecúan las percepciones y las ajustan en grado e importancia y se han ido desarrollando y perfeccionando en el tiempo.

La identificación excesiva con un equipo puede traer consecuencias psicológicas desagradables como ansiedad, angustia, falta de sueño, irritabilidad, reacciones emocionales desproporcionadas.

Actualmente, dentro de nuestra vida civilizada, las reacciones de defensa instintiva y de emergencia no deberían tener mucho sentido, pues vivimos situaciones muy diferentes, donde un tipo de respuesta tan agresiva o defensiva, nos haría más mal que bien y requerimos de respuestas más pensadas y adecuadas a nuestros códigos culturales, morales y sociales. Sin embargo, existen algunos tipos de situaciones muy estresantes, que van a requerir el tipo de respuesta inmediata de la que solíamos depender en el pasado.

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En otras palabras, una cosa es el estrés percibido frente a un peligro de daño o muerte y otro, el percibido frente a una desilusión por la pérdida de una expectativa anhelada.

Un ejemplo de ello lo podemos apreciar en el presente Mundial de fútbol, pues si bien todos tenemos favoritos y el evento es parte de nuestras costumbres actuales de distracción y relajamiento, las emociones que suscita dicho evento puede llevar a muchas personas a un exceso o una exageración en sus respuestas emocionales, hasta un límite tal que amenacen su salud e incluso en algunos casos, hasta su propia vida.

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¿Cuándo se vuelven peligrosas o nocivas las emociones?

Hay una relación directa e intensa entre las emociones, los órganos y los síntomas que podemos experimentar. Siendo este el caso, las situaciones estresantes durante mucho tiempo hacen que se lesionen neuronas cerebrales responsables del aprendizaje y a su vez el cerebro sufre de alteraciones que producen modificaciones en el sistema hormonal y cuyas consecuencias afectan los diferentes órganos y sistemas del cuerpo.

La relación entre los pensamientos, las emociones y el cuerpo es más estrecha de lo que se puede suponer. Seguro que hemos oído hablar más de una vez que la mente controla al cuerpo, el funcionamiento biológico del cerebro es el que hace que esto sea así, ya que existe una relación entre pensamiento y cuerpo, entre emoción y síntoma.

Cuando no conocemos o no hemos aprendido a controlar las funciones conscientes de nuestros pensamientos, las emociones toman el control del cuerpo y el cuerpo reacciona de acuerdo a ello.

Por ejemplo, cuando mantenemos un pensamiento negativo en la cabeza durante un minuto, el sistema inmunitario queda durante aproximadamente cinco horas en una situación delicada por lo que, si estos pensamientos o emociones negativas se mantienen en el tiempo, estaremos más predispuestos a contraer enfermedades por la debilidad del sistema inmunitario que nos protege.

Conociendo esta relación entre mente-emociones y cuerpo, debemos estar atentos frente a las emociones no muy positivas, pues es fundamental aprenderlas a gestionar de la manera más positiva posible para proteger nuestro organismo.

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Seguramente en más de una ocasión les has escuchado a un amigo, mientras increpaba a un jugador o al árbitro de un partido de fútbol: “no te pongas así, que te va a dar un infarto”. Por supuesto que se trata de una frase hecha: no todas las personas tienen las mismas posibilidades de que esto ocurra; normalmente hay factores previos (hipertensión, diabetes, sedentarismo, tabaquismo…) que anuncian el riesgo. Pero el conjunto de emociones que se desencadenan en nuestro organismo cuando vemos este deporte influye en nuestra salud de varias formas.

En general, el estrés provoca que la tensión arterial se eleve. Los latidos del corazón y el ritmo de la respiración se aceleran, la sangre se redistribuye a órganos vitales (cerebro, hígado y riñón), lo que como consecuencia causa una mayor palidez, pérdida de empatía y aumento de la agresividad. Si en esta situación se encuentra una persona con antecedentes coronarios, la posibilidad de que se desencadene una crisis cardiaca o un accidente cerebro vascular, aumentan significativamente.

El conjunto de emociones que se desencadenan en nuestro organismo cuando vemos este deporte influye en nuestra salud de varias formas.

Por otra parte, más allá de la parte física, la identificación excesiva con un equipo puede traer consecuencias psicológicas desagradables como ansiedad, angustia, falta de sueño, irritabilidad, reacciones emocionales desproporcionadas y otras consecuencias de orden cognitivo, como peor rendimiento en el trabajo, distracciones, olvidos, entre otros. Pero debemos aclarar que esto sucede en casos más extremos.

¿Y qué ocurre si estoy con otras personas?

Eventos deportivos como el presente Mundial de fútbol son tan bien acogidos por la mayoría de la población mundial que deberían servir no solo como distracción, tan necesario para la salud mental. Sino además como una oportunidad de fraternizar y propiciar la unión familiar y social, lejos de los intereses de otro tipo.

Cada país participante representa los sueños y los anhelos de un país, representan el orgullo de ser considerados entre los que saben defender su pueblo, su soberanía, compartir el sentimiento de suficiencia y juntos reafirman su idiosincrasia.

Sin embargo, lo que suele suceder va a depender de quiénes son las personas que se reúnen para disfrutar de un partido de fútbol, porque como lo hemos mencionado anteriormente, si entre los participantes de la reunión familiar o de amistad existen personas que no saben regular sus emociones y por ende hacen gala de un exceso de reacciones exageradas o sobredimensionadas, lo que suele suceder es que el grupo se contagie de ese tipo de reacciones.

Los niños aprenderán de las reacciones y emociones de los padres. Es clave autogestionar sus propias emociones y mostrarles a sus hijos y seres queridos, cómo se debe afrontar un evento de este tipo, con verdadera mentalidad deportiva.

Y de manera especial los niños, quienes están aprendiendo directamente de sus padres y familiares, esas particulares formas de reaccionar y comportarse frente a la pérdida o ganancia del partido de futbol. De igual manera, también están aprendiendo sobre cómo reaccionar frente a los fracasos o logros que representan estos eventos deportivos y que ellos futuramente van a trasladar hacia otros aspectos o áreas de sus vidas.

Tomar conciencia de estos aspectos servirían para autogestionar sus emociones y mostrarles a sus hijos y seres queridos, cómo se debe afrontar un evento de este tipo, con verdadera mentalidad deportiva, en la cual lo más importante es la participación y el disfrutar de las habilidades de quienes participan en un evento de esta índole.

Cómo cultivar inteligencia emocional en los futuros hinchas

Con respecto a cómo cultivar la inteligencia emocional de sus hijos y de otros menores de la familia, lo que se debe tener en consideración es que los niños son personas en formación, por lo que su mente debe nutrirse de ideas y conceptos adecuados con los cuales el menor pueda formarse un adecuado criterio, así como el poder discriminar y decidir sobre sus conductas.

Para ello se debe comenzar porque el niño comprenda y se familiarice con sus emociones, las normalice, acepte y las ponga en palabras. Para ellos el comprender que el sentirse triste, enojado y ansioso por algo, no es necesariamente malo y es la respuesta a una situación en particular, que su cuerpo le está haciendo saber a través de estas emociones. De tal manera, que no necesite recurrir a expresarse a través de reacciones y conductas de enfado, enojo, tristeza, entre otras, sino más bien que pueda entender lo que siente y desea, expresarlo y buscar la forma de solucionar el malestar, sin dejarse llevar por sus emociones como la única manera de hacerse notar o pedir ayuda.

El Mundial es también una oportunidad para hablar en familia sobre los conceptos de ganar y de perder y enfrentarlos de una manera positiva.

Es conveniente también que como padres y educadores reflexionemos siempre sobre los aspectos importantes, con los que esta sociedad y nuestra cultura se identifica y comporta, como lo es el de “GANAR” como un símbolo de suficiencia, en contrapartida al “PERDER” como un símbolo de insuficiencia e incapacidad.

Este aspecto es de vital importancia, pues en el trascurso de la vida, por las dificultades propias por las que toda persona debe atravesar en las diferentes áreas de su vida, sumadas al nivel de madurez de cada etapa vital, serán más las ocasiones en las que se experimenten frustraciones y desilusiones, en lugar de logros y conquistas. Lo cual no debe ser interpretado como “mala suerte o infortunios”, sino más bien como aprendizajes y oportunidades de gestionarse de maneras más efectiva y apropiadas, aprovechando lo que trae consigo la experiencia vital.

Dra. Glenda Pinto Guevara

Psicóloga Clínica. Máster TBE (Terapia Breve Estratégica) - Terapeuta Cognitivo

Teléfonos: (593) (4) 232-4066. Celular: 099-612-322.