En 1996, la profesora de marketing de la Universidad de Creighton Stacey Menzel Baker y su colega James W. Gentry, de la Universidad de Nebraska, presentaron el artículo Niños como coleccionistas: Un estudio fenomenológico de estudiantes de primero y quinto grado, publicado en Avances en la Investigación de Consumo.

Ese documento presentó los resultados de entrevistas con 79 niños, 72 de los cuales tenían una colección (o varias) de diversos tipos. Baker y Gentry observaron que la colección del niño depende del costo, las normas de género y las modas, que empiezan con las películas y la televisión.

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¿Por qué los niños acumulan ciertas cosas?

Los marketeros sugieren que la motivación proviene de lo siguiente. Los padres harían bien en prestar atención a qué podría estar impulsando a su pequeño coleccionista.

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  1. El niño disfruta del proceso de recolectar porque le permite escapar del aburrimiento y, a veces, de la realidad.
  2. De paso, aprenden o satisfacen su curiosidad sobre el tema de su colección.
  3. Satisfacen también su pasión por los objetos que desean, hay aquí algo que es de su pertenencia y está bajo su control.
  4. Quieren diferenciarse de otros.
  5. Al mismo tiempo, desean asociarse con otros, especialmente con la familia y los amigos, a partir de estos intereses.

Si un niño colecciona, rara vez es un conocedor. Suele enfocarse, al menos inicialmente, en la cantidad de objetos que puede acumular, y no se preocupa demasiado por la calidad o por las consideraciones estéticas, a menos que haya desarrollado un fuerte interés a partir de la influencia de su entorno.

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A la gente le gusta hablar sobre sus colecciones, y los niños no son la excepción. Aunque no puedan explicar o ver en toda su dimensión el mundo del coleccionismo, se divierten tanto como un adulto en el proceso. Aproveche esta oportunidad para hablar de lo que cautiva el pensamiento de sus hijos.

La revista de psicología La mente es maravillosa propone que coleccionar ayuda, además, a que los niños se acerquen a la lectura, pues ciertas colecciones hacen necesario leer sobre los personajes, objetos y características.

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También hay fomento de las capacidades matemáticas, pues para coleccionar hay que llevar la cuenta. ¿Cuántos tiene? ¿Cuántos le faltan? ¿Cuántas tarjetas comunes necesito para cambiarlas por una especial que no tengo? ¿Cuánto tiempo debo ahorrar para tener el nuevo artículo de la serie?

También, con la ayuda de los padres, los niños pueden aprender que si quieren conservar su colección, deben organizarla y cuidarla, pues de lo contrario sus posesiones molestarán a la familia, serán destruidas por alguna mascota o terminarán perdidas o en la pila de la basura.

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La discriminación visual también está involucrada, sobre todo cuando hay que diferenciar elementos muy parecidos, como dos figuras del mismo personaje, pero en versiones ligeramente distintas.

La memoria y la atención se ejercitarán cuando el niño no tenga la colección a la mano y necesite recordar lo que tiene y lo que todavía le falta.

Y el coleccionismo puede parecer algo solitario, pero no tiene por qué serlo, siempre habrá oportunidades de hablar con el niño de aquello que le apasiona. Luego hay oportunidades de intercambio con otros aficionados.

Los niños también verán la necesidad de aprender a esperar, cuando hay que ahorrar el artículo esperado, aguardar hasta el próximo cumpleaños o Navidad cuando se pueda recibir algún regalo, o cuando el objeto simplemente no está disponible todavía o no llega.

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Los beneficios de coleccionar son varios. Si el niño quiere empezar su colección, anímelo, pero también vigile el proceso, no lo deje una vez que su hijo esté enganchado. A medida que el niño crezca, lo más probable es que su afición, su conocimiento y sus habilidades también lo harán.

Hacia un coleccionismo más adulto

A medida que gana edad, su hijo adquirirá sentido del valor de las cosas, descubrirá casos de personas que guardaron juguetes o tarjetas que con los años ganaron valor… Y se preguntarán si tendrán la misma suerte con sus pertenencias.

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Baken y Gentry también observaron que el niño muestra, en miniatura, las presiones psicológicas que ve en los adultos a su alrededor, quienes a su manera también coleccionan (adornos, ropa, documentos, perfiles en redes sociales, implementos deportivos). Y así sugieren a los padres poner más atención a los motivos que los llevan a encontrar un desahogo emocional en cualquier cosa que estén acumulando.

En el libro Cultura infantil y multinacionales, la educadora y activista Shirley R. Steinberg y el pedagogo Joe L. Kincheloe piden prestar atención al hecho de que actualmente, el mercadeo permite a los niños (y adultos) coleccionar instantáneamente una serie completa, sin búsqueda, sin mayor necesidad de categorizar los contenidos, alejándose del concepto de “cuidar, coleccionar y compartir” lo recabado de una generación a otra. “Nuestro cambio posmoderno a la hiperrealidad ha hecho que el coleccionismo se vuelva instantáneo, que no transcurra tiempo en la acumulación”.

Además, el Instituto de Psicoterapias Avanzadas de Madrid indica cinco señales de que la conducta del coleccionista se ha salido de ruta y se ha ido hacia el acaparamiento: la ‘colección’ está siempre desordenada, no le gusta que alguien se acerque o trate de ayudarle a organizar o limpiar, niega que hay desorden, se aflige pensando que se le puede perder algo, hay desesperación por comprar o adquirir, las compras no se utilizan para jugar o para exhibir en alguna semblanza de orden, sino que permanecen apiladas y empaquetadas.

Caroline Miller, de The Child Mind Institute, agrega que si bien es normal que los niños coleccionen cosas o tengan la habitación desordenada, la mayoría no se enfadará si mamá hace limpieza o les ordena regalar objetos repetidos o botar cajas, empaques y cosas viejas.

Si su hijo está extremadamente apegado a los objetos que parecen no tener valor y se molesta mucho incluso con la idea de tirarlos, puede ser un signo de acaparamiento”, dice Miller. “Los niños que acumulan de manera compulsiva se apegan muy emocionalmente a las cosas que guardan, cosas que a menudo otros desechan”. (F)