Algunos niños entre el segundo y cuarto año de vida parecen estar demasiado ocupados jugando y explorando el mundo como para sentarse a comer tranquilamente. Otros pueden ser caprichosos con la comida o se niegan a comer lo que les sirven en el desayuno, el almuerzo o la merienda.

Los niños de esta edad necesitan comer una variedad de alimentos saludables, pero no suelen comer mucho de una sola vez. Y aquí es donde entra en juego lo que la familia les brinde a la media mañana y a la media tarde.

Los refrigerios saludables y dados en el momento oportuno pueden ayudar a equilibrar una dieta irregular, ayudando a los niños a aguantar bien entre las comidas principales e impidiendo que tengan tanta hambre como para que se pongan nerviosos y de mal humor.

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Los niños menores de 3 años difícilmente se quedarán quietos durante toda una comida, por eso necesitan algo saludable entre el desayuno, el almuezo y la cena. Foto: El Universo

Además, usted mejorará la ingesta de nutrientes que su hijo necesita para estar sano si le ofrece fruta, verdura, cereales integrales, proteínas y alimentos ricos en calcio, indica la doctora Mary L. Gavin, de la División de Manejo del Peso, Departamento de Pediatría, del Hospital de Niños Nemours, en Delaware.

La mayoría de los niños pequeños funcionan bien con tres comidas principales y dos o tres colaciones al día; tal vez una después de la cena.

Seleccione una lista de bocadillos para el niño pequeño

Es posible que la influencia que usted tiene en el tipo de alimentación de su hijo nunca sea tan importante como la que tiene ahora. Un niño de esta edad no puede irse corriendo a la tienda para comprarse golosinas ni papas fritas. Comerá lo que usted le sirva y pedirá lo que sabe que usted guarda en la cocina. Aproveche esta oportunidad para establecer unos hábitos saludables.

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Tenga a mano alimentos frescos y ricos en nutrientes (vitaminas, minerales, proteínas y fibra) e intente evitar los alimentos procesados, preparados y envasados, que suelen tener un alto contenido de azúcar, sal y grasa.

Ofrezca a los niños frutas, agua y leche en lugar de jugo, aunque este sea casero. Foto: El Universo

Los niños de esta edad deben alimentarse solos, de modo que piense en alimentos sencillos, que se puedan comer con las manos y que estén cortados en trozos pequeños, como:

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  • Cereales para el desayuno integrales y de bajo contenido en azúcar.
  • Fruta fresca cortada en trozos muy finos o pequeños.
  • Galletas saladas integrales y panecillos de tamaño reducido.
  • Queso cortado en tiras o en trozos pequeños.

Las porciones también deben ser de tamaño reducido. Los adultos tienden a sobrestimar la cantidad de comida que necesitan los niños, pero la ración recomendada para el tentempié de un niño pequeño es bastante reducida:

  • ¼ taza (57 ml) de cereales secos con ½ taza (118 ml) de leche (si su hijo tiene más de 2 años, sírvale leche semidescremada) es un buen tentempié para tomar a media mañana.
  • Medio plátano con ½ taza (118 ml) de leche es excelente para la media tarde.

Las raciones pequeñas no solo no agobian a los niños que son quisquillosos con la comida, sino que también ayudan a prevenir que un comilón se exceda en el tentempié.

Respete el horario de los refrigerios

La rutina es buena para los niños; por lo tanto, intente servir las comidas principales y los tentempiés aproximadamente a la misma hora todos los días. De esta manera, su hijo siempre sabrá qué esperar.

Las sensaciones de estar lleno y de volver a tener hambre otra vez al cabo de unas cuantas horas enseñan a los niños a responder a las señales internas de hambre, sabiendo cuándo comer y, lo que es más importante, cuándo dejar de comer, algo fundamental para mantener un peso saludable.

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Si permite que su hijo coma durante todo el día sin seguir un horario, es posible que pierda la capacidad para detectar sus propias señales de hambre y de saciedad, lo que le podría llevar a comer más de la cuenta.

Ahora hablemos sobre la cultura sobre el consumo de jugo casero y comercial. El jugo, incluso el jugo de fruta natural al 100 %, contiene aproximadamente la misma cantidad de calorías que un refresco. Y las bebidas elaboradas con jugo de fruta tienen cantidades excesivas de azúcar añadido. Dejar que los niños lleven consigo un recipiente con jugo durante todo el día puede provocar diarrea en algunos de ellos y contribuir a la ganancia de peso en otros.

Los alimentos de media mañana y media tarde de los niños pequeños deben ser, en lo posible, preparados en casa. Foto: El Universo

Limite el consumo de jugo de su hijo a no más de 4 oz. (120 ml) al día. Cuando su hijo tenga sed, las mejores opciones son el agua y la leche. Si a su hijo le encanta el jugo, ofrézcale fruta en vez de jugo, porque la fruta entera contiene fibra y vitaminas importantes.

Una oportunidad para enseñar a elegir bien

A sus ojos, su hijo pequeño todavía es su bebé; pero está cada vez más preparado para tomar las riendas de vez en cuando. Los alimentos son una excelente oportunidad para que los niños tomen el mando de una forma limitada. Ofrezca a su hijo unos cuantos alimentos nutritivos entre los que elegir y deje que sea él o ella quien decida qué quiere comer y cuánto quiere comer.

Aunque sea fácil caer en esa tentación, resístase al impulso de ofrecerle solo alimentos que le gustan. ¡Esto es particularmente difícil para los padres de niños caprichosos o de poco comer que solo quieren que sus hijos coman algo! Haga combinaciones de algo que a su hijo le gusta mucho con un alimento nuevo. Aunque su hijo tienda a rechazarlos, siga ofreciéndoselos. Pueden ser necesarios varios intentos para que un niño acepte comer algo diferente.

No se estrese si su hijo deja comida en el plato. Pero tampoco permita que escoja alimentos que no están en el menú (golosinas de los adultos, dulces de la tienda) ni que decida cuándo se le sirven las comida principales ni los snacks. Que aprenda que las comidas solo están disponibles a determinadas horas y que solo puede escoger entre los alimentos que usted le ofrece.

No prometa dulces ni golosinas, no son premios

La mayoría de los padres han sobornado alguna vez a sus hijos prometiéndoles algún manjar, pero no se trata de una buena estrategia. El uso de golosinas a modo de soborno les hace creer que son más valiosas o mejores que otros alimentos mucho más saludables; además, los niños enseguida aprenden a utilizarlas como moneda de cambio.

En cuanto a los dulces, realmente no existe ningún motivo, desde el punto de vista nutricional, para que los niños pequeños los coman. De todos modos, no tiene que privar a su hijo de tartas de cumpleaños ni de otros manjares exquisitos de vez en cuando. Pero no permita que estos alimentos, de calorías vacías, se conviertan en una parte regular de sus comidas habituales.

Convierta los dulces y las golosinas en una excepción, en vez de en la regla, y su hijo no se sentirá con derecho a reclamarlos ni le sorprenderá cuando usted le diga que no. Su hijo tenderá mucho menos a pedir dulces y papas fritas si usted mantiene estos caprichos tan poco nutritivos fuera de su casa. (I)