No es un problema solo desde que apareció el coronavirus, aunque la pandemia empeoró la situación: se trata del sobrepeso y la obesidad en niños y adolescentes. “Supone un problema de salud central”, dice Oliver Huizinga, de la Sociedad Alemana de Obesidad (DAG, según sus siglas en alemán).

“Desde la pandemia de coronavirus, la obesidad entre los más jóvenes aumentó, y en los adolescentes ya se encuentra una cifra alta de afectados con obesidad extrema y comorbilidades asociadas”, advierte Huizinga.

La obesidad se define como un trastorno caracterizado por niveles excesivos de grasa corporal. La base para calcularla es el índice de masa corporal (IMC), que también tiene en cuenta la edad y el sexo.

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Así, un niño de 14 años que mide 1,63 metros y pesa más de 72 kilos o una niña de 12 que mide 1,50 metros y pesa más de 58 kilos son considerados obesos.

Foto: El Universo

Si un niño tiene sobrepeso, aumenta el riesgo de que aparezcan otros problemas de salud: diabetes, insuficiencia hepática, trastornos del metabolismo, así como enfermedades cardiovasculares y trastornos en el desarrollo psicosocial, señala Huizinga.

Las causas para el sobrepeso se explican rápidamente: “En principio, el cuerpo recibe demasiada energía por alimentos consumidos y gasta demasiado poco a través de movimiento”, dice el experto. Así se genera un exceso, que se almacena como grasa en las células adiposas.

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La subestimada influencia de las hormonas

Además, las hormonas tienen un papel que muchas veces se subestima. “Son mensajeras en el cuerpo y regulan el crecimiento, así como también el peso”, dice el profesor Martin Wabitsch, del Hospital Universitario de Ulm, en Alemania.

Esto se refiere a todas las hormonas que tienen que ver con el crecimiento y con el manejo de energía. La hormona tiroidea (tiroxina), por ejemplo, regula el metabolismo y la temperatura corporal. Si hay demasiado poca de ella en el cuerpo, la persona aumenta de peso. Con demasiada, baja de peso.

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La leptina (conocida como “hormona del hambre”), a su vez, se genera en el tejido adiposo y le informa al cerebro cuánta energía hay disponible. “Cuando se elimina masa grasa y el nivel de leptina baja en consecuencia, se desata una fuerte hambre -para sobrevivir- y el individuo busca comida”, explica Wabitsch.

Por lo tanto, es un error pensar que la regulación del peso solo se puede atribuir a la decisión voluntaria del individuo, explica el médico. “En principio, son las hormonas las que regulan a largo plazo el peso corporal”, precisa.

¿Significa eso que el niño no puede hacer nada contra su obesidad? “El niño, por sí mismo, puede hacer poco”, dice Wabitsch. Porque reacciona inconscientemente a su entorno, a la oferta de alimentos y a la posibilidad de movimiento. Sin un estricto control externo, su comportamiento en relación con el alimento y el movimiento estará determinado por los estímulos y las posibilidades externas. “El peso se estabiliza en un valor máximo”, apunta.

No centrarse solo en el movimiento

El deporte solo no alcanza: si uno se centra solo en el movimiento, sobrestima su efecto y las calorías que se queman. Y se subestima el rol de la alimentación. “Solo alentar el movimiento no alcanza ni por asomo”, aclara Huizinga.

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El ejercicio por sí solo no puede dar un peso saludable. Solo un 10 % de los cambios de peso a corto plazo pueden lograrse por pura fuerza de voluntad. Foto: El Universo

Si un niño tiene sobrepeso, solo puede cambiar con el apoyo de los padres o encargados. “Ellos sirven de modelo. Son los que organizan el entorno”, dice el médico Wabitsch.

Por lo tanto, también madres y padres deberían renunciar en lo posible a consumir bebidas azucaradas, jugos de fruta industriales, snacks energéticos y ultraprocesados.

También deberían reducir el tiempo delante de las pantallas y sustituir actividades sedentarias por actividades grupales con movimiento al aire libre.

Comer solos, comer bien a partir del año de vida

La Academia Americana de Pediatría (AAP) explica que algunos padres notarán una fuerte caída en el apetito del niño luego del primer cumpleaños. Es normal. Su índice de crecimiento disminuyó y ahora no necesita tanto alimento. Es hora de hacer cambios.

Foto: El Universo

El niño pequeño necesita aproximadamente 1.000 calorías diarias repartidas en tres comidas y dos refrigerios. Más o menos la mitad que un adulto físicamente activo. Cuente con que los hábitos de comer de los niños cambian rápidamente.

  • Comen muy bien al desayuno, pero casi nada más el resto del día.
  • Comen los mismos alimentos por tres días seguidos, para luego rechazarlos totalmente.
  • Consumen 1.000 calorías un día, pero quieren más o menos los días siguientes.

Anime, pero no presione o fuerce a su niño a comer a cierta hora. La dieta de su niño se equilibrará en unos días si usted le ofrece una variedad de alimentos saludables.

Los niños de un año de edad necesitan nutrirse de los mismos grupos básicos de alimentos que usted. Ofrezca una selección de cada uno de los grupos de alimentos y deje que él o ella prueben una variedad de sabores, colores y texturas.

Los bebés y los niños pequeños deben obtener la mitad de sus calorías de las grasas. El colesterol y otras grasas también son muy importantes para el crecimiento y desarrollo a esta edad. La dieta de los infantes no puede ser baja en grasas, dice la AAP. Cuando su hijo cumpla los dos años, puede gradualmente disminuir el consumo de grasas, hasta llegar a un tercio de las calorías diarias para cuando cumpla de 4 a 5 años.

¿Es una dieta personalizada el secreto de la buena salud a largo plazo?

Asegúrese de que los alimentos no estén muy calientes para prevenir quemaduras en la boca. Revise la temperatura usted mismo, ya que el niño no lo hará.

No le ofrezca alimentos que tengan muchos condimentos, que tengan demasiada sal o azúcar o mucha mantequilla. Estos aliños no dejan disfrutar el sabor natural de los alimentos y pueden ser dañinos para la salud a largo plazo.

Los niños no aprenden a masticar y triturar bien los alimentos hasta que cumplen cerca de cuatro años de edad. Nunca dé a su niño de un año maní, uvas enteras, tomates cherry, zanahorias enteras, semillas, salchichas enteras o en trozos, chuzos ni gomitas. Triture los alimentos y corte las zanahorias y las salchichas a lo largo y luego en cuadritos.

Los niños no aprenden a triturar completamente los alimentos hasta los cuatro años. Foto: El Universo

Que el niño coma solo cuando esté sentado y un adulto lo vigila. Enséñele a terminar de masticar antes de hablar.

Estrategias para que los niños pequeños coman bien

La licenciada en Nutrición, Dietética y Estética Vanny Álvarez tiene algunas recomendaciones adicionales para que la hora de comer sea menos tensa y más feliz.

  • Planifique las comidas. Haga un menú adecuado para el niño. Lo más recomendable es consultar a un nutricionista pediátrico.
  • Involucre al niño en las preparaciones, no importa la edad. Esto permite introducir buenos hábitos de alimentación, al conocer de primera mano los vegetales y las frutas.
  • Coma en compañía de los niños y en horarios fijos. Ellos ven comer a los padres, copian su modelo, y esto obliga a los padres a cuidar de sí mismos, también.
  • Haga las compras con ellos, para enseñarles a escoger correctamente y hacer decisiones saludables.
  • No rellene el plato. Hacer un equilibrio de proteína, carbohidrato y vegetales. El niño suele ser capaz de decir cuándo está lleno.
  • Haga de la comida un momento alegre y social a través de pícnics, parrilladas y comidas al aire libre.
  • No negocie (premie o castigue) con la comida, porque esto crea asociaciones negativas y dependencias de los alimentos, lo que a la larga resulta en problemas de sobrepeso.
  • No dé muchos líquidos durante las comidas. (F)