La enfermedad por reflujo gastroesofágico tiene unas señales muy específicas: la regurgitación ácida y la acidez estomacal, que resultan de la subida del contenido gástrico hacia el esófago.

En el reflujo, el anillo muscular conocido como esfínter esofágico inferior se relaja temporalmente o ejerce muy poca presión.

La combinación de una esperanza de vida prolongada, el estilo de vida occidental y la prevalencia cada vez mayor de obesidad influyen en la aparición del reflujo gastroesofágico, explica el gastroenterólogo Ernesto Paladines. Están más expuestos los hombres mayores de 50 años y con sobrepeso que tienen, además, antecedentes familiares de reflujo y de esófago de Barrett.

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La pérdida del tono del músculo esofágico puede provocar que los ácidos estomacales suban hasta la garganta. Foto: Shutterstock

Si usted está entre quienes tienen estos factores, le hará bien modificar sus hábitos. Evitar la cafeína, el tabaco, el alcohol, las comidas abundantes y ricas en grasas, y aumentar su consumo de legumbres, frutas, verduras y carnes blancas magras, con el fin de mantener un peso adecuado. También, dormir con la cabecera de la cama elevada (20 cm), boca arriba o del lado izquierdo, y cenar ligeramente, mínimo tres horas antes de acostarse.

Adicionalmente, si tiene síntomas de regurgitación y pirosis (ardor), debería realizarse una endoscopia digestiva alta con toma de biopsias de esófago y de estómago, para confirmar el diagnóstico y descartar el esófago de Barrett, una complicación importante de la enfermedad por reflujo gastroesofágico. “Si este no es tratado y controlado adecuadamente, usted puede desarrollar un cáncer de esófago”, dice el doctor Paladines, “por lo que, además recibir el tratamiento médico prescrito por un especialista, debe cumplir al pie de la letra con las medidas dietéticas y cambiar radicalmente sus hábitos de vida.

¿Qué hacer si ha sufrido episodios de reflujo y desea evitarse una nueva crisis? Sea responsable y disciplinado con las medidas que ya se le han señalado y cumpla al pie de la letra con la medicación prescrita y el plan dietético que le dé su médico.

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Los síntomas del reflujo son el ardor en la parte superior del abdomen, hasta la garganta, la dificultad para tragar, el vómito y el dolor estomacal. Foto: Shutterstock

“Los errores más comúnmente cometidos por los pacientes son las transgresiones en el plan dietético, ya que mientras dura el tratamiento, que es de seis a ocho semanas en promedio, ellos se sienten bien, y una vez finalizado, creen que pueden volver a comer sin restricciones los alimentos no permitidos, y eso es grave”, señala el gastroenterólogo, y advierte que la enfermedad por reflujo es un problema de alteración de la anatomía y el tono del esfínter esofágico inferior, y los medicamentos no curan esto, sino que evitan los síntomas. “Al volver a ingerir alimentos no permitidos, que estimulan la secreción ácida del estómago, los síntomas tienden a recurrir”.

La relación entre el reflujo gastroesofágico y el cáncer

El reflujo gástrico es un problema bastante común, que se ha visto en incremento en la población con un estilo de vida que lo exacerba (aumento de peso, estrés, café, alcohol, tabaco).

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“No solamente puede ser fastidioso, sino que también puede traer consecuencias graves para la salud”, menciona el doctor Jeremy Gallego Eckstein, director de Cirugía Bariátrica y Cirugía Mínimamente Invasiva en el Memorial Healthcare System, en Florida. Entre ellas:

  • Neumonías recurrentes.
  • Dolor de garganta en la mañana.
  • Problemas respiratorios como el asma o hipersensibilidad de las vías respiratorias.
  • Cáncer de esófago, en casos de inflamación repetida.

“La carga ácida del estómago puede hacer que ocurran ciertos cambios en la cobertura del esófago y contribuir a la formación de cáncer”, observa Gallego. El refugio se trata inicialmente con medidas conservadoras, como los cambios de hábitos. “Si esas medidas no funcionan, entran los medicamentos. Tres se utilizan en la actualidad, los que neutralizan en la acidez, que tienen componentes alcalinos; los inhibidores de los receptores H2 (ranitidina y famotidina) y los inhibidores de la bomba de protones (pantoprazol, lasoprazol)”.

Esos fármacos reducen el pH estomacal, pero no son la cura del reflujo. “Usted todavía puede sufrir de regurgitación (en que la comida regresa del estómago al esófago) si come muy tarde en la noche. La diferencia es que no estará ácido y no tendrá sensación quemante”, pero puede causarle problemas como aspiraciones de partículas de alimentos y neumonías.

El problema de raíz es la incapacidad del estómago de mantener la comida dentro sin que suba al esófago, insiste Gallego. “Y eso no se cura con medicamentos, sino con medidas físicas”. Esos procedimientos son invasivos, unos más, otros menos. “Actualmente se hacen por medio de endoscopia; ingresamos por la boca con el endoscopio, que es un tubo largo con una cámara al final; bajamos al esófago y llegamos a la unión con el estómago”.

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En este punto hay varias opciones. Se puede poner puntos de sutura para estrechar la zona, o por debajo, en el estómago, para crear una válvula que prevenga la regurgitación o el reflujo. Otras técnicas cauterizan superficialmente esa parte del esófago para darle un poco de rigidez a través de la cicatrización.

Cuando la endoscopia descubre que hay una hernia hiatal (una de las principales causas del reflujo, junto con la obesidad), es necesaria una cirugía para reducirla. Hay, además, diferentes técnicas para crear una válvula estomacal. Puede usarse tejido del estómago. Pero uno de los recursos más recientes, Linx, crea una válvula con un anillo de cuentas magnéticas. “Lo colocamos alrededor del esófago y permanece cerrado. Los imanes solo se abren para dejar pasar la comida”, indica Gallego.

Cuando la causa del reflujo es la obesidad, la presión en el abdomen aumenta y hace que la comida regrese hacia el esófago. Aquí interviene la cirugía bariátrica. “Cuando hacemos cirugía bariátrica, lo primero es cerciorarnos de que no haya una hernia hiatal; si la hay, se la corrige, y después se sigue con la operación”, dice el cirujano. La reducción del estómago se refleja en pérdida de peso y menor presión del abdomen sobre el estómago.

La hernia hiatal hace que el esfínter esofágico suba y se ensanche, provocando el reflujo ácido. Foto: Shutterstock

“La segunda razón para esta cirugía es que luego de ella los pacientes no tienen la capacidad de comer grandes cantidades de alimentos y hay menos posibilidades de que estos se regresen al esófago”. También hay una menor producción de ácido. “El baipás gástrico no solamente se utiliza para ayudar a perder peso, sino también cuando otras operaciones para tratar el reflujo gástrico no han funcionado”.

Otra modalidad de cirugía bariátrica es la manga gástrica, que se diferencia del baipás porque en ella se retira el 80 % del estómago y se deja una porción en forma de tubo (o manga). Esta operación también puede ayudar con el reflujo causado por hernia hiatal o por sobrepeso. Irónicamente, un pequeño porcentaje de personas que no tenían reflujo puede experimentarlo después de la operación, ya que la digestión se enlentece con un estómago más pequeño. “Si tenemos un paciente con obesidad más reflujo, la mejor operación es el baipás”, resume el doctor Gallego.

Todos los exámenes antes de resolver el reflujo gastroesofágico

Si usted tiene síntomas como acidez y regurgitación, el gastroenterólogo le realizará una endoscopia digestival. Esto se complementa con estudios como la pHmetría y manometría, “pues hay varios tipos de reflujo, no solo uno”, indica el médico gastroenterólogo y endoscopista Fernando Jurado, del Instituto Ecuatoriano de Enfermedades Digestivas.

Hay dos opciones de tratamiento por endoscopia. Una es la terapia por radiofrecuencia. “Introducimos una sonda con radiofrecuencia llamada estreta, lo llevamos hasta la zona de unión esofagogástrica, donde está la puerta que se hipertrofia”.

La radiofrecuencia es eficaz en 50-65 % de los pacientes, esto es, les reduce todos los síntomas y pueden tomar menos medicamentos inhibidores de ácidos. “Mejoran su calidad de vida”.

El segundo tratamiento, más reciente, es la fundoplicatura transoral endoscópica (sin incisión), que se hace con un endoscopio especial para suturar en la unión esofagogástrica, corrigiendo el problema del esfínter y por tanto el reflujo. Para este procedimiento hay requisitos. “No tener una esofagitis severa, no tener hernias hiatales mayores a dos centímetros y ningún proceso maligno en el estómago”.

La fundoplicatura transoral disminuye los síntomas hasta en un 90 %, y con eso, la necesidad de tomar medicamentos. “Es una de las mejores técnicas para controlar el reflujo”, asegura Jurado, y permite al paciente irse a casa el mismo día, con indicaciones de una dieta especial. El médico enfatiza, no obstante, que ninguna cirugía es perenne, y que si no se modifican los hábitos ya descritos, puede haber una recaída.

Cuidados después de la operación

Una vez que se haya sometido a una intervención, sea poco o muy invasiva, usted deberá mantener un cambio en su estilo de vida. Al inicio, mientras la zona está sanando, tendrá ciertas limitaciones en la dieta. Durante las dos primeras semanas deberá seguir una dieta líquida y progresivamente aumentar la consistencia.

Después de dos meses deberá haberse acostumbrado a comer despacio, masticar bien, tomando bocados pequeños. “Hay que ser realistas, no es fácil eliminar el café en nuestra cultura, aunque evitarlo por completo sería ideal”, admite el doctor Gallego. Piense que con el tiempo podría tomar un descafeinado una vez al día. Que una copa de vino será ocasional. Y que medicamentos como los antinflamatorios no esteroideos (ibuprofeno, aspirina, naproxeno) no son recomendables.

La actividad física, en cambio, no interfiere con la operación, sea cardio, levantamiento de pesas o ejercicio de impacto. (I)