Un grupo de investigación de la universidad española Pablo de Olavide (Sevilla) muestra una relación entre la composición de la saliva y la patología cerebral de la enfermedad de Alzheimer.

El estudio demuestra por primera vez en humanos que determinados componentes de la saliva son capaces de detectar cambios en la concentración cerebral de placas del péptido beta amiloide; esas placas son consideradas la lesión más temprana del alzhéimer.

Los investigadores pertenecen al Laboratorio de Neurociencia Funcional de la Universidad Pablo de Olavide y el Centro de Investigación Biomédica en Red sobre Enfermedades Neurodegenerativas (Ciberned). Están liderados por el profesor José Luis Cantero, en colaboración con el Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (Universidad Autónoma de Madrid) y el Instituto de Investigación del Hospital 12 de Octubre.

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Sus conclusiones son que la capacidad antioxidante total y los niveles de lactoferrina en saliva están relacionados con la concentración cerebral de agregados de beta amiloide, y que esta relación puede ser detectada antes de que aparezcan los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer.

Los hallazgos han sido recientemente publicados en las revistas The Journals of Gerontology: Biological and Medical Sciences y Alzheimer’s Research & Therapy.

Participaron 74 adultos mayores con problemas de memoria leves, que no representaban relevancia clínica. Los científicos le conceden así a la saliva “un valor como potencial biomarcador de los estadios más tempranos de la enfermedad”, aclara el profesor Cantero.

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Los experimentos han permitido establecer asimismo una relación entre la composición de la saliva y un peor rendimiento cognitivo, además de un deterioro metabólico y estructural de determinadas regiones de la corteza cerebral afectadas de manera muy temprana por la enfermedad de Alzheimer.

Los controles de salud dental y bucal son importantes para conocer los niveles de inflamación y prevenir la posibilidad de la enfermedad de Alzhéimer. Foto: El Universo

“Esto permitirá diseñar ensayos clínicos dirigidos a detectar vulnerabilidad cerebral durante el envejecimiento que, eventualmente, podría evolucionar la enfermedad de Alzheimer”, expone Cantero.

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Las concentraciones anormales de la capacidad antioxidante o de lactoferrina en la saliva podrían reflejar niveles crónicos de inflamación de bajo grado, causados por la presencia prolongada de patógenos en la cavidad bucal.

Durante el envejecimiento, además, la función de las glándulas salivales disminuye, alterando la calidad de la saliva. Esa inflamación crónica de bajo grado en la boca podría permitir la entrada de los patógenos periodontales al cerebro, y facilitar la formación de las placas de beta amiloide, explica el profesor Cantero.

Por tanto, añade, “mejorar la higiene bucodental y monitorizar periódicamente los niveles de inflamación en la cavidad bucal podrían ser estrategias preventivas útiles para disminuir la prevalencia de la enfermedad de Alzheimer en la población general”. (I)