Hemos alcanzado los tres años de la pandemia por coronavirus. Los primeros reportes de un síndrome respiratorio no conocido surgieron a fines de 2019, si bien no captaron la atención general.

¿Son tres años demasiado para una pandemia? Esto es el siglo XXI, y en menos de un año se desarrolló una vacuna. En la historia, otras enfermedades consideradas epidemias y pandemias arrasaron sin que los países pudieran poner mayor resistencia y se fueron por su cuenta. Como la peste negra, que afectó Europa entre 1347 y 1351 y bien pudo haberse llevado al 60 % de la población.

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O la pandemia de viruela de 1520, que no se fue del todo sino que volvió en forma de brotes periódicos y letales, con una tasa de mortalidad del 30 % y similar tendencia de dejar a los sobrevivientes ciegos o llenos de cicatrices. Se estima que mató hasta 500 millones en sus últimos 100 años de existencia, y fue erradicada recién en 1980.

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“No hay lugar para la complacencia con el COVID en 2023″, tituló un editorial de la revista científica Nature, el pasado 23 de diciembre. Las escenas de recrudecimiento en China nos recuerdan que no ha terminado. Y que una solución, continúa el editorial, es enfocarse intensamente en fortalecer los sistemas de salud pública.

Trabjadores de salud indios con equipo de protección personal (PPE) hacen un inventario de medicinas en un área de aislamiento en un hospital de Chennai, India, el pasado 27 de diciembre. Ese país hizo un simulacro general en los hospitales ante una posible nueva ola de casos de coronavirus que podría producirse durante la temporada festiva. Foto: IDREES MOHAMMED

Es normal desear reimplantar una normalidad pre-COVID, muchos Gobiernos han descartado los controles más básicos, como los mandatos del uso de mascarillas. Y han hecho proclamas optimistas sobre el fin de la pandemia, como la primera ministra danesa Mette Frederiksen y el presidente estadounidense Joe Biden.

La falla en esto es que desestima el daño que pueden causar nuevas variantes, como en 2021 hizo ómicron en Hong Kong. Y las políticas ‘cero COVID’, al estilo de China, tampoco ayudaron, ya que el país tiene un prospecto de hasta un millón de muertes por coronavirus en 2023. La población china no tiene inmunidad contra ómicron, fue vacunada contra el virus original, y su encierro radical y cierre de fronteras se encargaron del resto.

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No hay una sola salida, concluye Nature, ni una fecha clara de expiración de la pandemia, y los extremos de declarar su fin o de encerrar ciudades enteras no son el camino, sino el fortalecimiento de los sistemas de salud, pues cuando estos están bajo estrés son poco capaces de tratar con nuevas amenazas.

Una mujer sale de una 'clínica de fiebre', el 27 de diciembre de 2022. China dejará de exigir cuarentena a los viajeros que llegan a su territorio, después de tres años. Foto: ALEX PLAVEVSKI

“No es tan fácil ponerle fecha de finalización a la pandemia”, y tal vez no sea lo más importante, escribe el doctor Robert H. Shmerling, editor de Harvard Health y miembro de la escuela médica de esa universidad. Él propone una serie de recomendaciones “de sentido común” hasta el día en que hayamos dejado atrás la pandemia.

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  • Estar al día en las vacunas.
  • Reunirse al aire libre, no en interiores, especialmente si se vive en un lugar con números altos o crecientes de casos de COVID-19.

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  • Usar un cubrebocas bien ajustado en escenarios de alto riesgo, como al viajar en un transporte público o estar en un espacio cerrado con gran concurrencia. Una cosa es el mandato y otra el cuidado personal.
  • Aislarse si se da positivo a COVID-19 o si tiene síntomas y todavía no ha podido hacerse la prueba.
  • Contactar a un doctor para decidir si debe recibir tratamiento antiviral, en caso de salir positivo.

COVID-19 no se ha esfumado, y sus efectos tampoco

El doctor Byron Guillén, pediatra neonatólogo y docente de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE), piensa que si bien al momento el COVID ya no es la prioridad, sigue estando aquí, junto con otros virus que se redujeron por las medidas de bioseguridad y que volvieron cuando estas se relajaron.

“No teníamos niños con varicela, influenza o virus sincitial respiratorio, fueron reducidos a la mínima expresión”. La vacuna dio fin al distanciamiento (y al estancamiento económico, sanitario y social) y a la saturación del sistema de salud.

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Eso no significa que la pandemia haya terminado, cree Guillén. Hay un ‘coletazo’ posterior, pues se siente el peso de todas las intervenciones represadas durante esos meses. “Lo mismo pasó con la vacunación en los niños, que perdieron sus citas de control y difirieron el esquema básico de vacunación (rubeola, sarampión, varicela, tétanos)”. Esto ha dado origen a brotes como el del sarampión, acentuados por la migración.

Pero también ha disparado la influenza, cuya vacunación solía ser para grupos vulnerables, menores de 5 años y mayores de 65. “Creo que vamos a llegar a una vacunación universal, y es importante este tema porque muchas personas han tenido una infección doble, el flucovid, influenza y COVID-19 concomitantes”, dice Guillén.

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(Los niños) perdieron sus citas de control y difirieron el esquema básico de vacunación (rubeola, sarampión, varicela, tétanos).

Dr. Byron Guillén

La cobertura de vacunación infantil, que debería superar el 90 o 95 % de la población, ha caído al 50-60 % desde la pandemia, según datos de otros países. “Es un reto para el sistema de salud llegar a las coberturas adecuadas para evitar las enfermedades prevenibles por vacuna”.

Una brigada de salud del MSP vacuna a la población infantil ecuatoriana contra el sarampión, en noviembre de 2022. Foto: El Universo

Guillén recalca que el esquema de vacunación abarca toda la vida, y que si se perdió, puede adaptarse y reiniciarse a cualquier edad. “Eso es algo que tenemos que cambiar en la cultura sanitaria de nuestro pueblo. La adolescencia es otra edad susceptible; está la dosis contra el VPH para las niñas, el refuerzo contra el tétanos que es cada diez años, la vacuna contra la tosferina, el refuerzo contra la varicela, la vacuna de influenza anual, y la que parece que vino a quedarse, contra el COVID-19″.

Para las embarazadas está la estrategia capullo, que las inmuniza contra influenza, tosferina y COVID y protege al niño al nacer. La vacunación contra el neumococo se indica en los adultos mayores. Y los adultos harían bien en recibir la del herpes zóster, que aún no está disponible en el sistema de salud pública.

Por qué es importante una vacuna bivalente contra COVID-19

Hace poco meses, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) autorizó la fórmula bivalente de la vacuna de Moderna y Pfizer-BioNTech, como dosis de un solo refuerzo. La bivalente tiene un componente de la cepa original del coronavirus y otro de la variante ómicron.

En diciembre de 2022 se especificó que la versión de Moderna puede aplicarse, en una sola dosis refuerzo, en niños de 6 meses a 6 años de edad, al menos dos meses después de haber completado la serie básica con la vacuna monovalente de esa misma farmacéutica.

No estamos ya en el primer momento de la pandemia con todas las muertes y hospitalizaciones. Ahora es el momento de aprender a convivir con este virus, y la mejor manera es vacunándose.

Dra. Glaucia Vespa

También puede usarse como refuerzo de una sola dosis en personas mayores de 6 años, al menos dos meses después de completar la vacunación con cualquier vacuna aprobada o de haber recibido una dosis de refuerzo.

La doctora Glaucia Vespa, inmunóloga y directora médica de vacunas del grupo farmacéutico Adium, indica que varias agencias regulatorias han aceptado la dosis de refuerzo bivalente (Estados Unidos, Canadá, Suiza, Reino Unido, Japón, Taiwán, Corea del Sur y Australia), y están trabajando con las autoridades latinoamericanas.

En diciembre de 2022, Panamá autirozó la vacuna bivalente contra COVID-19. Foto: Bienvenido Velasco

“Yo siempre digo que las vacunas no mienten”, asevera Vespa. “Son los medicamentos más seguros que hay, “porque se administran a millones de personas saludables en un corto espacio de tiempo; ningún medicamento tiene una prueba tan dura como las vacunas”.

¿Qué hay de las reacciones adversas? “Son muy semejantes a que tenemos con cualquier otra vacuna”, asegura la inmunóloga, “y son muy importantes, porque demuestran que la vacuna está funcionando. La fiebre es la más común”. En cambio, la enfermedad por COVID-19 es mucho más severa en comparación con las reacciones “benignas y pasajeras” que se han observado con las vacunas.

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¿En qué momento de la pandemia estamos ahora, hay una recesión de la enfermedad? “Este virus está con nosotros, se va a quedar. No, no estamos ya en el primer momento de la pandemia con todas las muertes y hospitalizaciones. Ahora es el momento de aprender a convivir con este virus, y la mejor manera es vacunándose”.

El virus está ‘humanizado’, añade Vespa, y se ha ido adaptando a nosotros y a nuestra inmunidad natural. “Los virus cambian y vamos a necesitar, a su vez, de vacunas adaptadas, como la bivalente”. (I)