En la alimentación la grasa ha cobrado mala reputación. Los alimentos ‘bajos en grasas’ o ‘reducidos en grasas’ son comercializados como los más saludables. La realidad es que algunos lo son pero otros no.

El cuerpo humano necesita grasa para sobrevivir, la grasa, junto a los carbohidratos y las proteínas proporcionan energía al cuerpo en forma de calorías. Además, sirve para almacenar calorías de reserva para mantener la piel y el cabello saludables, así como para otorgar un efecto aislante al cuerpo.

Sin embargo, comer demasiada grasa puede dar malos resultados a nuestro organismo, aumentando el riesgo de cardiopatías, derrames cerebrales, diabetes y algunos otros tipos de cáncer.

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Moal Olivier/Alamy Stock Photo

Cabe recalcar que no todas las grasas son iguales. Es por ello que es necesario escogerlas sabiamente, algunas grasas son ‘buenas’, mientras que otras son ‘malas’. A continuación, explicaremos un poco más sobre las mismas, con el respaldo de American Cancer Society (Asociación Americana de Cáncer).

Grasas no saturadas

Cámbiese a las grasas insaturadas, hasta que las consuma en mayor proporción que las saturadas o trans.

Son grasas “buenas” que se encuentran principalmente en las verduras, frutos secos, semillas y pescado.

A temperatura ambiente, estas grasas son líquidas, no sólidas. Hay dos categorías grandes de grasas buenas: grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas. Las encuentra en la mayoría de los frutos secos, productos de soja, aceite de oliva, aceite de maní, aceite de canola, aguacates, atún blanco y salmón.

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Grasas saturadas

Foto: Pexels

No son recomendables en exceso y se encuentran en la carne y en otros productos de origen animal, tales como mantequilla o manteca, queso y en toda leche salvo la leche descremada. Son sólidas a temperatura ambiente.

Las grasas saturadas también se encuentran de forma líquida en los aceites de palma y de coco, los cuales se suelen usar en los productos de panadería disponibles en el supermercado.

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Grasas trans

Evitar las grasas trans, como las frituras.

Son el peor tipo de grasas alimentarias, y se encuentran de forma natural en pequeñas cantidades en algunos productos de origen animal como la carne roja, el queso y la leche entera, pero la mayoría de la grasas trans consumida en América son de origen sintético que hace que los aceites líquidos se vuelvan sólidos.

Se pueden encontrar en la margarina y en ciertos bocadillos que se compran en el supermercado o en un restaurante, en productos de panadería y en frituras. Si usted ve que dice aceites “hidrogenados” o “parcialmente hidrogenados” en una lista de ingredientes, el alimento contiene grasas trans, aun si la etiqueta de información nutricional diga “0 gramos”.

Encontrar un equilibrio

La carne magra, es decir, aquella con escasa grasa, es recomendada por no contener azúcar ni grasas saturadas.

Según los organismos, como la Asociación Americana del Corazón, lo recomendable es reducir las grasas trans y hacer de las grasas saturadas solo del 5% al 6% de las calorías totales diarias. No satanice los alimentos. Por ejemplo, si usted come aproximadamente 2,000 calorías al día, no más de 120 de esas calorías deben provenir de grasas saturadas al día. Eso es aproximadamente 13 gramos de grasas saturadas por día. (F)