Que un disparo le dio en un brazo, luego vino otro que afectó su otro brazo, un tercer disparo le dio en una de sus piernas y llegó un cuarto disparo que afectó la otra y aún así sostenía la bandera con sus dientes. Ese fue el relato con el que muchos ecuatorianos crecieron acerca de uno de los personajes más conocidos de la batalla del Pichincha.

Se trata de Abdón Calderón un miembro del ejército patriota que estuvo en la batalla del Pichincha, que se dio el 24 de mayo de 1822, y que sí tuvo un rol importante en la lucha.

De nombre Abdón Senén Calderón Garaycoa, nació el 31 de julio de de 1804 en Cuenca, sus padres fueron el coronel cubano Francisco García Calderón y de la guayaquileña Manuela Garaycoa y Llaguno.

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Se unió al batallón Voluntarios de la Patria, fue subteniente a los 17 años y participó en los combates de Camino Real, Primer Huachi, Tanizagua, Yaguachi o Cone. Ascendió a teniente y luchó en la segunda derrota de Huachi y la Batalla de Tapi o Riobamba.

Si bien recibió heridas mortales en la batalla del Pichincha, no fue allí que murió. Víctor Hugo Arellano Paredes y Mariano Sánchez Bravo, de la Academia Ecuatoriana de Historia Marítima, revelaron que Calderón falleció en casa del Dr. José Félix Valdivieso el 7 de junio de 1822 y su funeral se desarrolló con toda pompa al día siguiente, en la iglesia del Convento Máximo de San Nicolás de Quito.

El relato excepcional sobre sus heridas se dio tras la publicación del libro “Leyendas del tiempo heroico”, de Manuel J. Calle, quien lo escribió principalmente para fomentar el civismo en los niños.

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“Silba una bala y le rompe el brazo derecho. Silba otra bala y le rompe el brazo izquierdo. ¡Viva la República!, grita el heroico adolescente y siempre en pie, corre con la espada en los dientes”, dice el relato de Manuel J. Calle.

De igual manera, el escritor divulgó erróneamente el 24 de mayo de 1822 (el mismo día de la Batalla del Pichincha) como fecha de la muerte de Calderón.

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Simón Bolívar, al escuchar sobre su valentía en batalla, lo ascendió de manera póstuma a capitán y decretó que la Compañía del Yaguachi no tenga otro Capitán que Abdón Calderón y que, al llamarlo por su nombre en las revistas, los soldados respondan: “Murió gloriosamente en Pichincha, pero vive en nuestros corazones.” (I)