Por Sergio Cedeño Amador*

La fiesta máxima del folclore costeño es el rodeo montuvio y dentro de este legendario evento el bramadero es uno de sus indispensables símbolos.

El bramadero es, en las haciendas ganaderas, un tronco que se clava en el centro del corral y que se usa para herrar o amansar al ganado vacuno o equino, que es también usado para las diferentes “artes del rodeo montuvio”.

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Pero el bramadero no es de cualquier árbol sino que, para que dure 100 años y sea reverenciado por los montuvios, tiene que ser de pechiche (Vitex cymosa) o de guachapelí (Albizia guachapele), árboles autóctonos de nuestra zona tropical.

El bramadero no es de cualquier árbol sino que debe ser de pechiche o de guachapelí. Foto: Sergio Cedeño.

Creo que unos de los más famosos bramaderos montuvios son los de la Hacienda Pijío, de la familia Burgos (Stewart Burgos, Mellizo BF), y el de la Hacienda La Victoria, de mi querido amigo Lorens Olsen Pons, haciendas que se enfrentan en un gran rodeo junto con otras para festejar al gringo Lorens en su cumpleaños.

El otro reconocido bramadero es el de la Hacienda La Hondura, pero ese solo existe en la insuperable novela montuvia Los Sangurima, de nuestro ilustre escritor del realismo mágico montuvio José de la Cuadra (1903-1941).

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La palabra bramadero que, en el diccionario significa “palo donde se amarran los animales para herrarlos, montarlos o curarlos”, viene de la palabra bramar que es sinónimo de mugir, chillar, bufar, pero generalmente se refiere al toro.

La palabra bramadero viene de la palabra bramar que es sinónimo de mugir, chillar, bufar.

Es tan importante y simbólico este “palo” que el famoso escritor guayaquileño Joaquín Gallegos Lara (1909-1947) le escribió en 1930 un poema titulado Bramadero:

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Bramadero, tronco de algún pechiche que el viento no curvó

ni hachó con su hacha flamígera el rayo

tienes las cicatrices de las vetas templadas

en tu carne prieta huellas de 100 rodeos

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como están entalladas 100 luchas con mujeres en el bramadero de mi corazón.


Bramadero, más duro que un cacho de chumbote

eres la concreción del polvo pisoteado

que ansioso de vengarse del casco y la pezuña

que levantó en antena.


No te han hecho podrir los aguaceros

en ti se han astillado los cachos de los toros y las vacas bravas

eres el alma de algún peón

te atreverías a gritarles a los patrones

¡ponte!

*Miembro de la Academia de Historia del Ecuador.