El Adviento _del latín “ad-venio”, que quiere decir “venir, llegar”_, es el tiempo de preparación para la Navidad. Inicia el domingo más cercano a la fiesta de San Andrés Apóstol, el 30 de noviembre, y dura cuatro semanas, es decir, en este 2022 empezará el 27 de noviembre. Además, marca el inicio del Nuevo Año Litúrgico católico.

Existen dos períodos para el Adviento. En el primero aparece con mayor relieve el aspecto escatológico, relacionado con la parte de la teología cristiana, orientada a la espera de la venida gloriosa de Cristo. En esta época las lecturas de la misa invitan a los feligreses a vivir la esperanza en la venida del Señor. Tanto su venida al final de los tiempos, su venida actual, cada día, y su llegada hace dos mil años.

En cambio, el segundo período se centra en la preparación de la Navidad, misma que nos invita a vivir con más alegría debido a la cercanía de la fecha del cumplimiento que Dios había prometido. Los evangelios de estos días nos preparan ya directamente para el nacimiento de Jesús, destaca ACI Prensa.

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La corona de Adviento es un elemento que domingo a domingo acompaña a los creyentes a la celebración del nacimiento de Jesús, a su vez, los invita a esperar con entusiasmo, reflexionar su llegada y prepararlos para la gran celebración.

Historia de la corona

Desde la antiguedad, en Europa, las casas se llenaban de velas o cirios durante el invierno, cuyos días son habitualmente más cortos. En tiempos precristianos, esta práctica, además, se realizaba con ánimo de honrar al sol, el sol invictus (“el sol inconquistado”, o dios sol) al que se aguardaba con ansías cada mañana para que ilumine y caliente, hasta verlo brillar victorioso en verano.

Esta costumbre, muy arraigada en los días de la Roma tardía, fue acogida después por los misioneros y evangelizadores cristianos, quienes la encontraron muy apropiada para significar el misterio de la venida de Cristo al mundo, al encuentro de la creación expectante.

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Posteriormente, entre los siglos XVIII y XIX, en Alemania, se difundió la costumbre de adornar los hogares con guirnaldas hechas con hojas y ramas pequeñas de pino verde en los días previos a la Navidad. La particularidad de las hojas de pino y de otras plantas de la familia de los abetos consiste en que mantienen vivos sus colores aún bajo las condiciones invernales del hemisferio norte. La tradición de las guirnaldas había pasado de los templos católicos y protestantes para arraigarse como costumbre en las casas de las familias cristianas.

Con el tiempo, los católicos vincularon el símbolo de las guirnaldas con el de la luz, y estos con el tiempo litúrgico del Adviento, que consta de cuatro domingos, finalmente representados por cuatro velas o cirios sobre la corona.

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La Corona de Adviento puede tener cuatro y cinco velas.

Símbolos de la corona

Forma: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, es decir, sin comienzo ni final.

Ramas: El verde es el color de la esperanza y la vida, y Dios es Dios de vivos y no de muertos. Él quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y su gloria eterna al final de la existencia.

Las velas: Nos hacen pensar en la oscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue alimentando poco a poco la esperanza de salvación. Esa esperanza fue iluminando el universo como las velas de la corona iluminan el lugar. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, la historia se fue esclareciendo cada vez más hasta la llegada de Cristo.

Son cuatro velas las que se colocan en la corona y que se encienden, una a una, durante los cuatro domingos de Adviento en el marco de la oración en familia.

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Las tres primeras son de color morado y se encienden el primer, el segundo y el cuarto domingo. Entre las velas debe haber una de color rosado que se enciende el tercer domingo, conocido como el domingo de Gaudete o ‘de la alegría’. Este domingo tiene un significado especial asociado a la conciencia del gozo creciente porque el Señor está cada vez más cerca.

Por lo general son cuatro velas, pero opcionalmente puede ir una quinta de color blanco, para encender en Nochebuena (24 de diciembre).

Otros símbolos: En ocasiones se colocan también manzanas rojas o frutos secos de color madera o rojizo en la corona para representar los frutos del jardín del Edén, recordando a Adán y Eva. Ellos hicieron ingresar el pecado al mundo, pero recibieron luego la promesa del Salvador Universal.

Es posible colocar un listón rojo recorriendo el contorno de la guirnalda, o puesto como un lazo. Este representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve. (F)