La polarización es una “droga oculta” en los países iberoamericanos, que ha crecido casi un 40 % en los últimos cinco años, es el mensaje del estudio The Hidden Drug (THD), de la empresa de comunicación LLYC y la iniciativa ciudadana Más Democracia, que busca “visibilizar el fenómeno de la polarización en Iberoamérica y sus efectos en la sociedad”.

Usando recursos de big data e inteligencia artificial, el estudio THD considera que los efectos de consumir contenidos polarizantes a diario es semejante al de ciertas drogas, y para argumentarlo, cuenta con expertos en psicología y neurociencia.

El escenario predilecto de estas conversaciones conflictivas son las redes sociales. Cada año, más personas intervienen en ellas. “Desde la llegada de la pandemia, el nivel de involucramiento en este tipo de charlas crece a niveles de 8 % al año en Iberoamérica”, comparten los responsables de THD. Esa discusión intransigente, que desplaza al debate público tiene un poder adictivo, afirman.

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Entre los expertos están el neurocientífico Mariano Sigman, autor de El poder de las palabras, Patricia Fernández Martín, psicóloga clínica del Hospital Ramón y Cajal, y Belén Carrasco, investigadora sénior y directora adjunta de Eyes on Russia, el Centro para la Resiliencia de la Información.

Ellos y el equipo de THD han analizado la conversación de los últimos años en Iberoamérica y Estados Unidos, procesando más de 600 millones de mensajes en redes sociales, recabados entre el 1 de septiembre de 2017 y el 31 de agosto de 2022. Así que es posible que usted también haya participado.

Las grandes tragedias humanas y las matanzas resultan de momentos de incomprensión, de la exacerbación de este mecanismo mediante el cual un grupo no puede entender las ideas del otro.

Mariano Sigman

La adicción a las redes, y en especial a contenidos polarizantes, genera síntomas similares a los de una droga: pérdida de control, abstracción a nivel mental o la alteración del funcionamiento diario de la persona.

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Sigman expresa que “es difícil medir el riesgo exacto de una adicción; en algunos casos es bien conocido, pero en la polarización, no. Las grandes tragedias humanas y las matanzas resultan de momentos de incomprensión, de la exacerbación de este mecanismo mediante el cual un grupo no puede entender las ideas del otro. Ese no comprender hace que lo odie hasta tal extremo que decide que la única forma de resolverlo es matándolos a todos en una guerra. Este puede ser el verdadero riesgo de una droga como la polarización”. Él mismo ha explicado que una conversacion real solo ocurre en grupos pequeños, donde haya predisposición a escuchar y a intercambiar ideas.

El estudio se realizó con contenidos generados en Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Estados Unidos, España, México, Panamá, Perú, Portugal y República Dominicana. El crecimiento de la polarización es menor en EE. UU. en comparación al resto de países (pero está aumentando), y se debe al enorme consenso que generan en esa sociedad el racismo y el aborto.

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El caso de George Floyd supuso un rechazo social del alto volumen y consenso que resultó en una caída temporal de la polarización de un 74 %; mientras que los fallos judiciales de los últimos meses contra el aborto también generaron un movimiento de rechazo de alto consenso.

En el informe se advierte, de todas formas, del incremento progresivo de esta adicción; en especial en los partidarios de los extremos del espectro político. El involucramiento en Iberoamérica creció un 11 % el mes que se declara la pandemia y no para de crecer desde entonces a ritmo de 8 % anual.

En Ecuador, los tópicos de derechos humanos, aborto, racismo, libertad de expresión y feminismo son, en ese orden, los temas que mayor división generan. En el extremo opuesto, los temas de mayor consenso son el cambio climático y la inmigración (pero la proporción del diálogo es mucho menor).

El estudio revela otros datos interesantes sobre la conversación digital en Ecuador comparada con el resto de la región. Por ejemplo, la discusión sobre racismo y salario mínimo tiene menor volumen que en otros países, pero el grado de polarización es mayor. El tema del racismo creció 18,1 veces durante el paro nacional de 2022. Y creció en menor grado el interés por los derechos humanos, pero muy matizado por la necesidad de su garantía para todos los grupos sociales.

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¿Qué hay del aborto? Está en descenso, dando lugar al feminismo. Si bien sigue siendo un asunto polémico, el nivel de conversación en redes se ha reducido en un 65 %. (I)