Por Carlos Jurado Peralta, @carlosjuradop *

A finales de los noventa, el director de cine Peter Jackson mientras buscaba a los mejores actores para la saga El señor de los anillos, invitó a Sean Connery para que desempeñe el papel de Gandalf, el Mago Blanco.

Connery rechazó el papel, habrá tenido sus motivos; el hecho es que si hubiera aceptado hubiese generado $ 400 millones por regalías, se calcula que la saga obtuvo ingresos, al menos, por $ 3.000 millones, es decir, lo que Ecuador exporta en banano o camarón, en un buen año.

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¿A qué viene todo esto?

Viene porque extraordinarias oportunidades de negocios están ahí, pero solo para quienes las vean, entiendan y arriesguen.

Pongo otro ejemplo, RobinHood, la app para transaccionar en bolsa, vale más de $ 8.000 millones, es decir, el 60 % de las exportaciones no petroleras ecuatorianas de 2020. Stripe, el agregador de pagos archirrival del PayPal, vale ahora mismo $ 90.000 millones, casi al PIB de este país.

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Por cierto, PayPal transaccionó en 2018 $ 160.000 millones, o sea, 60 % más de lo que producimos como nación. Irónicamente esta empresa tiene algo más de veinte años, y Stripe no llega a esa edad, RobinHood no tiene siquiera una década de estar en el mercado.

En 1992, Estonia era una antigua república soviética que luchaba por sobrevivir, hoy con base a un modelo de desarrollo apalancado en tecnología, su PIB es seis veces mayor que el de Ecuador, ¡en menos de treinta años!

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Corea del Sur, en 1987 tenía un PIB per cápita que oscilaba los $ 3.600, para 2017 alcanzaba los $ 33.000, ni hablar de Singapur, cuyo PIB per cápita se acerca a los $ 100.000, ¡tanto como los suizos!

Y vienen las preguntas de cajón: ¿qué pasa entonces que no prosperamos?, ¿somos acaso incapaces?

Pues no, solo que no buscamos la oportunidad para crecer y proyectarnos en el tiempo, aunque también hay una fuerte dosis de pereza, improvisación y conformismo.

Me parece inaudito que en pleno siglo XXI, iniciando la Era 4.0 estemos discutiendo sobre explotación patronal y modelos keynesianos, obreros rebeldes y socialismo. Es de no creer.

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Es imperativa una revolución mental y actitudinal, entendiendo que solo trabajando duro y generando valor en áreas inexploradas es lo que dará el margen de operación que requerimos para salir del tercer mundo, caso contrario, pasaremos los próximos cien años, mirando con envidia cómo emergen y prosperan otras naciones. (O)

* Economista y emprendedor digital.